Mas Fuerte Que Ayer

Capítulo 6: Viejas heridas

El rincón en la tienda de Vanessa funcionaba mejor de lo esperado. En apenas dos semanas, Emilia vendió tres prendas y recibió varios encargos personalizados. Por primera vez, empezó a guardar parte del dinero en un sobre que tituló: “Sueño propio”.

Todo parecía ir tomando forma.

Hasta que un mensaje inesperado apareció en su bandeja de entrada.

“Hola, Emi. Soy yo. ¿Podemos hablar?”
—Samuel.

Emilia se quedó inmóvil.

Samuel. Su ex. Su primer amor, su primer gran error. Un hombre encantador por fuera… manipulador por dentro. Se conocieron cuando ella tenía 20 y él 30. Durante dos años, la fue apagando poco a poco: burlas sutiles, desprecios disfrazados de consejos, infidelidades encubiertas como “malentendidos”.
Cuando por fin se atrevió a dejarlo, estaba rota.

Su corazón tembló al leer ese mensaje. Lo ignoró. Pero al día siguiente, lo vio frente a la tienda de Vanessa.

—Emilia… solo quiero hablar —dijo él, con una sonrisa que conocía demasiado bien.

—No tienes nada que decirme —respondió, con voz firme, aunque sus piernas temblaban.

—Vi lo que estás haciendo. Me alegra que al fin estés haciendo algo serio. Deberías dejarte ayudar. Sé cómo manejar negocios.

Emilia sintió un nudo en el estómago. Ese tono... condescendiente. Ese "ayudarte" que significaba controlarte.

—No necesito tu ayuda, Samuel. Ni tus opiniones.

—No seas orgullosa. Podrías llegar más lejos si aprendieras a escuchar.

—Y tú podrías empezar a respetar cuando te dicen que no.

Samuel soltó una risa breve, incrédula. La misma risa que usaba cuando la llamaba "exagerada" por defenderse.

—Estás sensible como siempre. Pero bueno… suerte con tus trapitos —dijo antes de alejarse.

Emilia volvió al interior de la tienda sintiéndose invadida, sucia, como si alguien hubiera pisado el espacio que tanto le costó construir. Vanessa la vio pálida y le preguntó si estaba bien. Ella solo asintió.

Esa noche, cosió sin parar. No por inspiración. Por rabia. Por desahogo.

Entre hilo y agujas, recordó todo lo que había callado, todo lo que había creído sobre sí misma gracias a él. Que no era suficiente. Que no tenía futuro. Que nadie la tomaría en serio.

Pero ahora tenía evidencia de lo contrario.

Se miró en el espejo, despeinada, con los ojos rojos, pero con la postura recta.

Esta vez, no se iba a callar.
Esta vez, no iba a dejar que nadie apagara lo que tanto le costó encender.



#2210 en Otros
#561 en Relatos cortos

En el texto hay: drama, inspiracion, superación.

Editado: 19.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.