Más grande que tu arrogancia (libro 2 Saga Mas)

Capítulo 3

Después del altercado con Dandy, Lester se encontraba disfrutando de un whisky en su club cuando una majestuosa silueta, que él conocía muy bien, se cruzó en su línea de visión. Sonrió ladino sabiendo que su noche acababa de volverse interesante.

Ivanka Korsekova se encontraba frente a él y sin dudar, ni por un segundo, se acomodó en su mesa. La misma a la que Luka, su jefe de seguridad, le había negado el paso a cuanta mujer había intentado acceder, pero con la rusa la historia era muy diferente porque, para el menor de los Gay Veccio, sí existía un patrón para medir la perfección femenina… y era, justamente, ella.

Él había quedado prendado de la rubia desde el día uno, por primera vez Lester había sido impactado de formas que ni siquiera conocía. Por un instante, estuvo dispuesto a volcar todo su mundo en ella… solo por un instante porque, al siguiente, Ivanka ya estaba haciendo planes para atrapar a su hermano mayor.

A pesar de los 2 años que los hermanos se llevaban de diferencia, eran tan parecidos que, siendo niños, más de una vez pasaron por mellizos. Pero, a sus 26 años, las facciones de Lance se habían vuelto más endurecidas y angulosas, mientras que Lester a sus 24, mantenía su jovialidad y facciones más delicadas.

Al final, su hermano nunca se deslumbró por la rusa y, que sus padres intentaran imponérsela, solo complicó más las cosas, obligándolo a mantenerse a kilómetros de distancia de ella. Lester también se hizo a un lado, aunque eso no quería decir que había dejado de gustarle, de hecho, podía jurar que ese «gusto» se había intensificado. Habiéndola probado tantas veces y su paladar aún continuaba extasiado.

—¿A qué le debo el honor de tu visita? —le preguntó, recorriéndola de pies a cabeza con la mirada, algo con lo que Ivanka se sentía muy cómoda. A ella también le encantaba ser el centro de atención.

—¿Qué? ¿Acaso interrumpí algún plan? —la rubia enarcó una de sus cejas, instándole por una respuesta.

—Solo una noche de profunda meditación —él no mentía, su vida era muy complicada y tenía mucho en que pensar. Aun así, ironizó, restándole importancia mientras esbozaba una de sus acostumbradas sonrisas ladinas.

—Entonces soy la persona indicada. Me encantan las meditaciones muy, muy profundas —respondió seductora mientras se acercaba para devorarle los labios, perdiéndose ambos en eso, por largo rato.

Y esta era la parte del juego que más irritaba a la rusa, el no poder tener el porte y la seguridad del Gay Veccio mayor, con la personalidad cínica y lujuriosa del menor. De haber sido por ella se habría casado con los dos.

Varios minutos después, Lester se separó limpiando al mismo tiempo la comisura de sus labios. Agradeciendo que la rubia solo usara labiales de color neutro, odiaba quedar todo manchado por el exceso de maquillaje que solían usar algunas modelos.

—No soy tonto, princesita. Viniste a drenar tu furia por el artículo del periódico, ¿cierto? —le preguntó burlón, recordando la polémica desatada por su hermano en el parque de atracciones. Ivanka lo fulminó con la mirada y él sonrió divertido, negando con incredulidad, Lance había pateado el orgullo de la prejuiciosa rusa liándose, precisamente, con una morena.

No pudo contenerse más y se carcajeó con fuerza al pensar en eso último.

—¡Basta, Lester! —rugió furiosa, levantándose para marcharse, pero él la sostuvo fuerte por un brazo.

—Calma, princesa. ¿Viniste a divertirte? ¿No? Bien, divirtámonos ahora que para mañana es tarde —le susurró, plantándose frente a ella, sosteniendo con ambas manos su cabeza para continuar con lo que ya habían comenzado.

 

Ж

 

Decir que estaba feliz, era quedarse corto, Mónica estaba radiante, destilando alegría, tenía en sus manos las fotos de la sesión que realizaron dos días atrás y se amaba en cada una de ellas. Se veía hermosa, regia, espectacular y no había forma en que nadie le hiciera creer lo contrario.

Ella no era una vanidosa, pero pocas veces se sentía tan segura de sí misma como cuando se veía en esas imágenes. Su amor propio estaba siendo golpeado con demasiada frecuencia últimamente y eso era algo que debía cambiar.

¡Se moría de las ganas por mostrárselas a su papá!

Escuchar a Dandy hablarles sobre cómo sus fotos serían publicadas en periódicos, revistas, redes sociales y televisión. «¡Por Dios, en todos lados!». Y participar en un desfile tan importante, le hacía sentir que, contra todo pronóstico, al fin lo había logrado. Miró a su nueva amiga, Nathy, quien no se veía muy alegre y se acercó a ella con discreción.

—¿No te gustan tus fotos? —preguntó en voz baja, recordando que Ivanka y su grupo se habían burlado cuando Lance se quejó porque le alisaron el cabello.

—Claro que sí, me encantan —respondió la morena, sonriendo ligeramente.

—Entonces, ¿por qué estás tan callada y ceñuda? —la aludida suspiró, mirando alrededor.

A pesar del poco tiempo conociéndola, Mónica le inspiraba confianza, pero no era el mejor lugar para hablarle de lo que le estaba sucediendo.

«¿Cómo le explicaba que había discutido con la madre del director ejecutivo del corporativo?».




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