No existe la casualidad, y lo que nos parece un mero accidente surge de la más profunda fuente del destino.
—¡Sebastián, eres un tramposo!
Samira gritó girando el mando de la wii hacia un lado como si su vida dependiera de ello. En el intento chocó con los brazos de Sebastián impidiéndole moverse bien.
—Oye, aléjate. Eres tú la tramposa.
—¡Claro que no!
Después de nuestra llegada, y la reprimienda al podre Miguel, habíamos quedado en jugar un poco con una de las consolas mientras esperábamos la llegada de nuestro almuerzo.
Al parecer no se cocinaba mucho en esa casa asi que todos accedieron fácilmente a esperar por la pizza.
Asi que ahí estábamos. La chica rubia llamada Camilla y yo, a un lado del sofá grande observando la pantalla del juego de los otros tres en lo que habían llamado Mario Kart. Era un juego de carreras, y por lo que podía notar, uno que habían jugado unas miles de veces.
Sebastián llevaba la delantera con el personaje llamado Luigi, detrás de él venía Mario manejado por Miguel, y por último, Samira con Daisy.
Era muy obvio quién ganaría.
Y si, Luigi fue el primero en cruzar la meta.
—¡Noooo! — gritó mi hermana tirando el mando hacia un lado del sofá —Maldito juego.
—Oye, que aún sigue— Miguel se quejó intentando terminar su parte. Pero ella lo ignoró.
—Es imposible que haya ganado Sebastián. Eres un tramposo.
—No hice trampas. El atajo está ahí para que lo tomen.
—Es trampa.
—No lo es.
—Si lo es.
—Que no.
—Que si.
—Ay, ya callense— gruñó Miguel pausando el juego con mala gana —Dios, no se puede jugar nada sin que termine en pelea.
—Si tanto te molesta pues juega tu solo.— chilló Samira poniéndose de pie y caminando a la otra esquina del salón alejándose de Sebastián.
Miguel la miró mal —Pues eso haré— hizo una mueca amurrado pero entonces me miró —¿Quieres jugar?
Sonreí divertida y asentí con la cabeza acercándome al puesto que Samira había dejado libre. Sebastián me miró pasar y cuando tomé el mando subió una ceja desconfiado.
—¿Alguna vez haz jugado esto?
¿Un videojuego? ¿El peor enemigo de mi madre? ¿Acado estaba loco? Ni muerta esa mujer me dejaría tocar alguna vez algún mando de esos.
—He visto como se juega.
Subió una ceja, entre desconfiado ys sorprendido. Su mirada de "está niña es un extraterrestre" se hizo más obvia casi haciéndome reír.
No entendia porqué mi hermana y él se llevaban tan mal. Tenía una personalidad algo única, eso sí, pero también tenia reacciones muy graciosas.
Era el tipo de amigos que nunca había tenido pero que por alguna razón sentía que me caería bien.
—Entonces, ¿empezamos?
Miré hacia Miguel y luego a Sebastián algo anciosa. Nunca antes me había interesado demasiado por los juegos pero en alguna fiesta vi unos chicos jugar y se veía divertido.
Estaba emocionada por probarlo.
Y mucho más cuando me daba cuenta de que mamá no estaría cerca para detenerme.
—Bueno, elije tu personaje.
La pantalla se lleno de personajes y cada uno fue a elejir el suyo.
Me quedé algo quieta observando cada una de las opciones. Conocía algunos personajes porque eran los más usados en los juegos que veía y había uno en especial que llamó mi atención a gran medida.
—¿Peach?— Sebastián me dio una mirada divertida —Predecible.
Le di una sonrisita y me giré hacia la pantalla para ponerme en modo concentración total.
El juego comenzó y los tres nos pusimos en marcha.
En un principio solo recordaba el botón de acelerar, que debía ir hacia los lados y poco más. Cosa que obviamente me dejó al final de la carrera casi al instante.
Estaba perdiendo, y era de esperarse cuando chocaba con todo y no sabía cómo girar bien.
Miré la pantalla de Sebastián y lo vi usar algo como turbo que lo hizo ir mas rápido dejándome completamente descolocada. Observé la pantalla de Miguel y acababa de lanzar ¿un caparazón de tortuga?
—¿Cómo uso esas cosas? Lo del turbo, las bananas y las estrellas esas raras.
Sebastián soltó una risita.
—Lo siento mucho, pequeña Nia. Pero es trampa decirte las ventajas a los demas jugadores.
—Ey, pero eso no es justo. Soy nueva.
El solo rió e ignoró mis quejas. Miguel rio también desde su lugar pero tampoco dijo nada. Los mire mal a los dos.
—Son unos tramposos.
Volvieron a reír. Mientras yo intentaba pasarle al champinon rojo que tenía justo al frente. Esperaba al menos no quedar de última.
No logré mucho. Mi pantalla se llenó de lo que parecía tinta negra y me caí por un barranco atrásandome mas.
—Nooo. Agh, díganme de una vez como se usan esa cosas.
Imploré nuevamente pero ninguno de los dos me hizo caso. Los miré mal y bajé la mirada al mando en mi último recurso de apretar todos los botones para ver cuál funcionaba.
Pero antes de intentar mi gran estrategia unas manos se pusieron sobre las mías y agitaron el mando.
Confundida levanté la mirada y Peach comenzó a ir más rápido como lo del turbo de Sebastián. Sonreí cómo si acabara de encontrar la cura del cáncer y todos sus derivados.
En ese momento de ultra rapidez, mis escasas habilidades en el juego casi me hacen caer nuevamente, pero entonces las manos que aun seguían sobre las mías me guiaron y dejaron bien en el carril. Por un momento me sentí una super pro porque comenzamos a rebazar a algunos personajes que tenía justo al frente y no podía evitar emocionarme aunque yo no fuera la que estuviera manejando realmente.
Sebastián llegó nuevamente de primero y pocos segundos después llegó Miguel, en segundo lugar.
No me dejé desilucionar del todo e intente avanzar un poco más pero entonces el juego se terminó y obviamente perdí.
Abrí la boca con decepcion. Había perdido incluso luego de habir ido tan bien en la última vuelta. Hice un puchero notando mis manos ayudantes alejarse de mi.