Más que palabras.

Rapto

Cinco pasos más, doblo en la esquina. Quince pasos más, miro el letrero. Dos pasos antes de cruzar la calle, miro a ambos lados, tal y como dice mamá.

El auto pasa, siento el sabor de la gasolina inundando mis poros. Cuatro pasos, sonrió al vendedor, enumero mi pedido repitiendo las palabras de mamá, le pasó el billete al vendedor, sonrió y tomo mi bolsa.

Doy media vuelta. Cuatro pasos de regreso. Miro a ambos lados. Cruzo la calle. Saboreo la visión de aquel croissant en la vitrina, y hago una mueca, otro día será. Frunzo los hombros y retomo el camino a casa, observo el sonido de unas ruedas frenando bruscamente en el asfalto, mi cuerpo se tensa al sentir la bolsa cayendo de mis manos al mismo tiempo que mi vista es empañada por aquella capucha.

Mi cuerpo cae de forma brusca sobre aquel asiento de cuero.

Un minuto el pánico se apodera de mí. Cuatro minutos el auto no se detiene. Diez minutos las lágrimas saladas llegan a mi boca, mientras mi débil voz pide que me dejen ir. Quince minutos, mamá ha de estar preocupada. Treinta minutos, el auto se detiene, mi vista es golpeada por el sol fuerte de aquella bodega.

Dos minutos más, aquel hombre entra, el arma juega entre sus manos. Dos segundos, las preguntas son lanzadas, abro los ojos con sorpresa, mi débil voz responde con confusión. Un estruendo inunda mis oídos, olfateando, saboreando y sintiendo la pólvora inundar mi cuerpo, el dolor se hace presente y mi vista vuelve a ser obstruida por aquella capucha con olor a muerte.

 




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