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Dudé un momento en voltear, ya que no conocía a nadie como para que me dijeran mi nombre, pero la curiosidad me ganó y pude ver que mi nombre provenía de uno de los amigos de Ana. No sabía nada de él, pero conocía su existencia porque ha ido al departamento varias ocasiones, y lo ubicó porque es de los que no hacen tanto ruido.
—Hola... —Lo miré confundida, no sabía su nombre.
—Me permites tu horario, podría ayudarte —lo dudé un poco, pero se lo entregué.
—Debes ir al segundo piso, luego vas a buscar la sección 2 y el salón es el que dice 2D, pero si gustas, puedo acompañarlas.
—Así está bien, nosotras seguimos, gracias.
Él asintió y se fue del otro lado.
Miré a la chica que estaba a mi lado; se veía algo incómoda.
—Pensé que no tenías amigos... —sonó algo decaída.
—¿Él? Ni siquiera sé cómo se llama, es amigo de mi hermana. Lo ubico porque ha ido un par de veces a nuestro departamento. A decir verdad, eres mi única amiga aquí, y quisiera que así siguiera —una sonrisa se formó en su rostro.
—Perdón, creí que, como te conocía, eras su amiga y, pues, te irías con él.
—Ni loca, créeme. A su grupito los conozco y no me agradan.
—Bueno, supongo que eso es bueno, que no te agrade, porque él es guapo, no me imagino a los demás.
—Bueno, sí, tienen lo suyo, pero no, tú tranquila —sonreí.
Al llegar al segundo piso, busqué el 2D y era el de hasta el fondo. Llevé a mi nueva amiga, cuyo nombre aún no sé, y antes de entrar, el profesor nos miró mal.
—Se ha pasado el tiempo límite de espera.
—Disculpe, profesor, pero somos nuevas, no tomamos el recorrido y nos perdimos.
—¿Y luego?
—Siento que podría dejarnos pasar, somos nuevas —dijo mi acompañante.
—Bien, pasen y entren sin hacer ningún ruido.
Asentimos y nos fuimos a sentar hasta atrás.
—Bien, bienvenidos a esta clase. Seré su profesor de derecho. No me interesa si no vienen a esta área; es algo que deberán ocupar en su día a día. Deberán pensar bien qué hacer, pues al finalizar este semestre, se meterán a su área. Evítense equivocarse de carrera, pues gastarán más de lo que ya están gastando.
»Aunque el dinero no es problema para ustedes, ya que estando en esta escuela, deben ser mínimos de clase media. No se defrauden o hagan bajo el nivel académico. A decir verdad, no me importa nada sobre ustedes, no habrá presentaciones. Eso es de niños chiquitos. Aquí estará el que quiera estar.
»Si no quieren tomar la clase, pueden irse. Si quieren ir al baño, pueden ir, pues no me importa eso. Solo pido que no me interrumpan cuando esté hablando y dando mi clase.
»Ya son grandes, saben sus responsabilidades. Pueden irse si quieren, pero recuerden que si no salen en la lista más de 6 veces, reprobarán la materia. Tenemos que esperar a que venga el director, para que les dé sus indicaciones. Pueden platicar un poco si es lo que quieren.
El profesor se sentó en su escritorio y agarró su computadora. Miré a mi lado y ella también me miraba. Estábamos sorprendidas; este profesor se veía un tanto estricto.
No podíamos hablar, ya que nadie hacía nada, pues no se conocían entre sí y eso hacía las cosas un tanto incómodas.
—Pssss —la volví a mirar y me acerqué a ella—. ¿Te parece si después de clase vamos a recorrer la escuela...?
—Sí —sonreí, y ella también me regaló una gran sonrisa.
Esta chica era muy linda. Su cabello era más oscuro que el mío, de color castaño; se le veía brillante y muy lindo. Su tono de piel, al parecer, era similar al mío; éramos algo morenas. Al ver a todo el salón, deduje que ella era de las chicas más lindas de este. Solo esperaba que ella no cambiara o me dejara de hablar. Lo he visto mucho en películas y no quisiera que me pasara eso de que te cambian.
Después de un rato, entró un señor al salón diciéndole algo al profesor.
—Buenos días, alumnos. Soy el rector Francisco. Les explicaré cómo es que manejamos esta escuela —se empezó a proyectar en la pantalla que estaba en el salón—. Todos ustedes podrán usar cualquier instalación del campus con la documentación adecuada. Esto no contendrá costos extras. En la residencia de la escuela, aún pueden adquirir una casa. Recuerden que, por ser de la escuela, es más barata que las que rentan por fuera.
Siguió dando más explicaciones y resolviendo dudas. Cuando por fin nos dejó salir, al parecer hoy no se consideraba clase, así que nos habían dejado el resto del día libre para ver si nos metemos en alguna actividad.
—¿Dónde vives? —le dije, saliendo apenas del salón.
—Yo... bueno, am...
—¿No quieres hablar de eso? No te juzgaré. Yo vivo en un departamento horrible —bajamos las escaleras—. Mi madre lo renta para mi hermana y para mí. Duermo en un cuarto más pequeño que nada.
—Yo vivo en la residencia... —abrí mis ojos con sorpresa; creí que costaba algo de dinero.
Editado: 13.10.2024