Más Que Sueños

Capítulo 20

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Ángel.

Al llegar al salón, nos sentamos al final. Alfredo estaba mirando su celular y yo la puerta para ver quiénes entraban. Esperaba que la chica de la alberca entrara, era estúpido, ni siquiera la había visto bien.

—La verdad, no conozco a nadie del salón.

—¿Y Alan y Niki?

—Están en otro grupo. Se siente feo al estar solo la verdad. En la mayoría de las clases me sentía solo; me tocaba con Mon, pero ella solo se la pasaba con Ash.

—¿Ash? —Lo miré confundido.

—¿No te dije cómo se llamaba?

—No.

—Bueno, ya lo sabes. Se llama Ashly. Es una muy buena onda, muy linda y algo rara, la verdad.

—¿Rara? ¿Por qué lo dices?

—Sí, algo. Siempre se la pasa en la biblioteca haciendo tarea y esas cosas de inteligentes, no sale a fiestas, es algo antisocial.

—Oh... vamos, Alfredo, solamente está haciendo su obligación, así que no le digas rara por eso.

—Lo sé, pero es una matadita, es de las mejores de la clase.

—Y eso está muy bien.

—Pues sí, pero una matadita con los de fútbol como que no va mucho.

—¿En serio? —alcé los hombros—. Esos son clichés muy estúpidos de que populares y nerds, eso no, Alfredo.

—Bien, tienes razón. Estoy exagerando las cosas, pero Ash es linda e inteligente, lo que todo hombre quisiera, bueno, lo que tú quisieras.

Sonreí en respuesta, negando con la cabeza. Al escuchar el nombre de Ashly, se me vino a la mente aquella niña de la que me enamoré en primaria. Recordarla me daba una mezcla de sentimientos confusos. No sabía nada de ella desde que acabamos la primaria, y me causaba curiosidad saber de ella.

—Oye, hermano —miré a Alfredo que estaba con su celular— y esta chica Ashly... ¿Cómo dices que es su nombre completo?

—No me sé su nombre completo, hermano. Apenas me acuerdo de su nombre.

—¿Tienes su Facebook?

—Su Facebook... ¿Por qué tanto interés por ella? Si ni la conoces.

—Por nada... solo curiosidad.

—No estarás pensando en tu ex...

No dije nada, porque yo sabía que Mon y él le habían agarrado un leve coraje desde que me terminó. Debo admitir que yo nunca la odié por haberme terminado y bloqueado. No veía la razón de hacerlo. Me había hecho feliz por 8 meses. Sí, me destruyó en tan solo un día, pero aun así, no le tomé odio como mis amigos.

—Deberías preguntarle directo a ella.

—No creo que sea buena idea.

—Oh, vamos, de aquí a cuando Ángel le tiene miedo a una chica.

—No es que le tenga miedo. Bueno, es diferente y es complicado, ¿sí?

—A ver, ¿por qué complicado? Nunca en la vida te había costado hablarle a una chica, a menos que te gustara mucho, como tu ex de la primaria. Tardaste mucho en hablarle, pero aun así lo lograste.

—No quiero hablar de ella.

—Ni yo, cómo pudo dejarte. Por Dios, literal, eres el chico que cada una de las chicas quisiera tener, y ella te dejó así, sin más.

—Sí, bueno, no me lo recuerdes, por favor. Además, tú sabes muy bien que no me gusta que te expreses así de ella...

—Bro, ¿en serio? Esa chica te hizo llorar...

—Éramos unos niños, no sabíamos sobre eso del amor...

—Aun así tú la querías y ella a ti no.

—Alfredo, por favor, no sigas. Tú sabes muy bien que no pienso igual que tú. Yo no tengo idea si de veras me quería —me interrumpió.

—¡NO LO HACÍA! Si te quisiera, te habría dado una explicación del porqué te rompió...

—Pues si tanto quieres saber, pregúntaselo.

—Pues no la conozco, idiota.

Lo miré furioso. De un momento a otro, ya nos estábamos alzando la voz, y la gente que estaba entrando al salón nos miraba algo raro. Debía calmarme.

—Olvídalo.

—No, dime. Sé que no la conozco, pero si me dieras su Facebook porque ella te bloqueó, ¿entiendes? No vales para ella, ella ya te olvidó.

—Tus comentarios me están doliendo, Alfredo. Tú sabes muy bien lo feliz que me hizo.

—Pero también sé cómo te hizo llorar por semanas y también que, por su culpa, no te volviste a enamorar y sigues lastimando a Mon.

Me quedé en silencio y solo negué con la cabeza.

—Perdón, bro, yo... no quería decir eso.

—No

—No importa —miré al escritorio y ya estaba el profesor en el salón—. Debo hablar con el profesor, permiso.

Me levanté, dejando a Alfredo con la palabra en la boca. Fui al escritorio para explicarle mi situación al profesor.

El muy amable me dijo que debía pedir los apuntes para no atrasarme. También debía pedir que me explicaran los temas. Para eso, me dio a elegir entre cuatro personas, y en una de ellas estaba la amiga de Mon.




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