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Me levanté algo tarde, ya que hoy no había clases debido a un día festivo. Me alegraba tener este día sin estudiar, aunque no me sentía del todo bien de salud y no sabía la razón. Con esfuerzo, logré levantarme de la cama para dirigirme a la cocina.
Desde que llegué a mi horrible departamento, no he dejado de pensar en Ángel. Han pasado tres días sin verlo, pero la idea de su ausencia parece afectar mi bienestar. Tal vez sea por eso que me duele la cabeza; mi madre siempre decía que el sobre pensarlo todo quemaría mis neuronas, causando dolores de cabeza. Uno tiende a pensar demasiadas cosas.
Volviendo a mi desafortunada vida, hoy precisamente hay una fiesta en mi horrible departamento. Creo que Ana se ha tardado en organizarla, ya que desde que la amenacé con contarle a mamá, no ha realizado ninguna fiesta. Solo pequeñas reuniones. Sin embargo, para mi desgracia, se enteró de que doy clases de natación. Si mis padres se enteran, me regañarán mucho y podrían hacer que deje el trabajo. Preferiría evitar esos problemas.
Así que sí, debo aguantar esta estúpida fiesta para que no diga nada.
La música está bastante fuerte, y no sé qué hacer. Lo único que sé es que tengo hambre, así que salí de mi habitación con cuidado para dirigirme a la cocina. El departamento casi está lleno, a pesar de no ser muy grande.
Al abrir el refrigerador, me di cuenta de que ya no había comida, solo cerveza. Maldición. Cerré el refrigerador y miré alrededor; seguramente, todos se habían comido la comida. Me recargué en algo y observé a mi alrededor. Ya estaba decidida a regresar a mi habitación cuando un chico más alto que yo se puso frente a mí. Lo único que pude ver fueron sus ojos, y al hacerlo, una sensación de pánico me invadió.
—Tanto tiempo sin verte, Ash.
Tal vez había cambiado demasiado, porque incluso su voz no me resultaba familiar. Pero si no fuera por esos ojos, esos ojos que jamás pude olvidar...
—Tú... ¿Qué estás haciendo aquí?
—¿Aún me recuerdas? —no respondí, no quería hacerlo—. Estudio aquí, tu hermana fue mi guía cuando llegué. Nos hicimos buenos amigos.
—Quiero que te vayas.
—Pero sí tú no me has invitado.
—No, pero también vivo aquí. Vete.
—No... vine aquí para pasarla bien.
—Bien, vete a divertirte con esos chicos, permiso.
Como pude, comencé a caminar hacia mi habitación. Solo quería encerrarme en mi cuarto, no quería estar cerca de él. Al llegar y querer cerrar mi puerta, él entró en ella, haciendo que me sintiera peor que antes.
—Vete de aquí...
—Como te dije, vine a divertirme.
—Sal de mi habitación, Oswaldo.
—¿Y si no qué? —cerró la puerta con seguro.
Él se iba acercando a mí mientras yo retrocedía, pero terminé chocando con la pared y él se quedó frente a mí. Quería gritar, golpearlo, llorar, pero nada me salía. Simplemente, me quedé parada, mirándolo con mucho miedo.
—Aléjate... —fue lo único que salió de mis labios al tenerlo tan cerca de mí.
—Me debes una, Ash —agarró mi cabello—. Aún recuerdo cómo ibas a la escuela para provocarme.
—Yo nunca quise provocarte...
—¿No? —su rostro ya estaba en mi cuello, mi respiración estaba agitada, quería que se alejara de mí.
—No.
—Aun así, ibas como una zorra. Solo ibas así porque te había dejado, si no ni al caso.
—Déjame, por favor...
No dijo nada, solo empezó a besar mi cuello. Realmente quería empujarlo para que se alejara de mí, me daba asco... pero no lo hice. No podía ni moverme. Como pude, puse mis manos en su pecho para apartarlo, pero era inútil; este sujeto era más grande y fuerte que yo.
Mientras besaba mi cuello, él estaba levantando mi playera. Sentí su mano en mi piel, quería alejarlo pero no podía. Mi mano parecía pesada, y no tenía control de mi cuerpo. Como pude, traté de moverme.
—Quédate quieta.
Me pegó más a la pared, y cuando lo hizo, sentí cómo su entrepierna chocaba con mi cuerpo. Una sensación de odio y asco me invadió.
—¡ASHHHHHHLY! —escuché como mi hermana tocaba la puerta como una loca. Al parecer, eso hizo que Oswaldo se alejara un poco de mí. Lo empujé y abrí la puerta rápidamente —Por favor, mándale un mensaje a mamá...
No dejé que terminara porque salí de mi cuarto para irme del departamento. No quería estar en ese estúpido lugar. Unas lágrimas salían de mis ojos mientras mandaba un mensaje a la única persona que conocía y sabía que me ayudaría: Mon.
Tal vez no es nuestro mejor momento, pero necesitaba a alguien a mi lado que pudiera venir a ayudarme, y ella era mi única amiga más cercana en estos momentos.
Mon, por favor, ven a mi departamento.
Hay una estúpida fiesta y la verdad no me siento cómoda.
Por favor, no tardes.
Ella lo vio a los pocos segundos. Yo solo pedía que ya me respondiera con un sí o no sé. Quería que se apurara, pero cada maldito segundo
Editado: 13.10.2024