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Realmente no sé qué hora es, pero desde que llegué no he podido conciliar el sueño. Cada vez que cierro los ojos, la horrible cara de Oswaldo aparece. Nunca creí que pudiera encontrarme con él después de unos años.
Desde que rompimos, debo admitir que me costó mucho trabajo poder superarlo, pues en ese momento solo quería que alguien me quisiera y me aceptara. Sé que fue un error, pero aun así pasó y no estoy orgullosa de haber dependido de una persona que solo me hizo daño.
Tenía un gran nudo en la garganta, debía llorar, de eso estaba segura, pero no podía hacerlo, algo me lo impedía.
Quería bañarme, me sentía sucia. Aún sentía cómo sus labios tocaban mi cuello, cómo sus manos subían por mi estómago y cómo su entrepierna rozaba mi cuerpo. De verdad me daban ganas de golpearlo, pero me da miedo que, por hacer eso, él me golpee como lo hizo en el edificio. Aún me dolía la mejilla.
Me levanté de la cama para verme en el espejo. El golpe no lo tenía tan horrible, la verdad; solo una pequeña herida en mi labio y mi mejilla estaba algo roja. Me agarré, y me dolía un poco; esto seguramente se pondría morado en unas horas.
Me sobresalté al escuchar la puerta. No sé qué hora es, pero supongo que es lo suficientemente tarde como para que alguien esté despierto.
No quería abrir la puerta, capaz estaba Oswaldo detrás.
—¿Ash? ¿Estás despierta? —me tranquilicé al escuchar a Ángel, pero aun así no respondí—. Sé que estás despierta, ¿puedo entrar?
—¿Cómo sabes que estoy despierta?
—Escucho tus pasos; estoy en la habitación de al lado. Me levanté por agua y vi la luz prendida, ¿todo bien?
—Sí, todo está bien.
—¿Segura?
—Sí.
—¿Puedo pasar?
Apreté mis labios; no quería que me viera en este estado, no quería que me viera mal.
—Prefiero estar sola…
—Lo entiendo, pero quiero que hablemos…
—¿No puede ser mañana?
—¿Es lo que tú quieres?
¿Es lo que yo quiero?
Muy buena pregunta; por una parte, quería hablar con alguien, quería que alguien me apoyara, y ese alguien podría ser Ángel. Siempre le tuve mucha confianza, nada más espero que no haya cambiado como para traicionarme o juzgarme.
—Bueno, yo… —abrí la puerta y al verlo me quedé callada; se veía tan bien despeinado y con esa playera negra… debo concentrarme—. ¿Crees que pueda meterme a bañar?
—¿A las 3 de la mañana quieres bañarte?
—Pensé que era más tarde… pero sí, claro, si me das permiso.
Ángel me miró unos segundos; solo espero que diga que sí, lo necesitaba. Me sentía sucia y si no me bañaba no podría dormir, y mañana tenía clase.
—Claro, ve a mi cuarto, está el baño.
—Muchas gracias —le dediqué una sonrisa.
Fui a su habitación, y él venía detrás de mí; no dijimos nada en ese pequeño transcurso. Sacó una playera y me dijo que me la pusiera si es que quería; claramente no me negué.
Al salir de bañarme, Ángel estaba acostado en su cama, ya dormido. Sonreí y salí de la habitación ya con la pijama puesta. Aunque me costó un tiempo poder dormir, por fin lo pude hacer; el baño me ayudó, ya me sentía menos sucia.
Al levantarme de la cama, ya que mi alarma no dejaba de sonar, no quería ir a la escuela; mejor dicho, tampoco es que pueda ir a esta, no tenía uniforme ni nada para poder ir.
Miré a mi alrededor y suspiré al recordar por qué estaba aquí…
—¡ASH! —di un pequeño saltito al escuchar la puerta, me levanté con cuidado y vi a Mon al abrir la puerta—. ¿Vas a ir a la escuela?
—La verdad, no tengo muchas ganas de ir…
—¿Por qué? ¿Qué fue lo que pasó?
—Me da miedo ir — bajé la mirada.
—¿Miedo? Ash, puedes confiar en mí, ¿lo sabes, no?
—Lo sé —un nudo se formó en mi garganta.
—Cuéntame qué te pasó ayer.
—Es que yo… bueno, mi hermana hizo una fiesta en el departamento —ya no podía guardarme todo esto, así que decidí contarle. No sé por qué me sentía muy segura con Mon— y yo solo salí por algo de comida… cuando él se acercó a mí, como pude me alejé, pero él me siguió hasta mi cuarto. Comenzó a besarme y a tocarme... —Unas lágrimas salían de mis ojos, me dolía mucho recordar lo que pasó—. Él fue el que me golpeó cuando esperaba a tus amigos… no sabía qué hacer.
—¿Quién fue?
—Mi exnovio…
—¿Oswaldo? ¿Qué rayos hace aquí?
—No lo sé, pero no quiero verlo… ayer, no pude dormir bien, su rostro estaba en mi mente, todo lo que me hizo…
—Ese idiota quiso abusar de ti… no, él lo hizo, te tocó.
—Pero fue mi culpa, yo no podía ni siquiera gritar o alejarlo…
—No fue tu culpa, no supiste cómo reaccionar, pero el único culpable aquí es ese idiota, me las va a pagar el imbécil.
Editado: 13.10.2024