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Agarré mi mochila y él llegó a la puerta de la oficina, venía con el traje de baño ya puesto, se veía tan jodidamente bien.
—Holaaa.
—Hola y adiós.
—Tengo la sospecha de que me estás evitando.
—Claro que no, te suspendieron una semana, es obvio que no te vería.
—Te invité a mi casa muchas veces, tu hermana me decía que no estabas y claramente sí estabas en tu cuarto. Cuando fui a la casa de Mon porque me dijo que estaba contigo, de pura casualidad ya te habías ido.
—No te estoy evitando — miré detrás de él, no podía verlo a la cara, mucho menos a los ojos.
—Creo que sí lo estás haciendo.
—Bueno, tal vez un poco, pero no… perdón.
—Solo quiero saber qué pasa, ¿te hice algo?
—No, es mi culpa.
—Entonces… ¿Por qué me evitas?
—No puedo estar cerca de chicos, Ángel, después de ese beso yo… entré en pánico.
—Ash, yo no te haré nada…
—Lo sé… pero es algo que no controlo —me abracé a mí misma—. Cuando vienen aquí mismo otros chicos que no conozco… me entra un miedo de que me vayan a hacer lo mismo.
—¿Tienes miedo ahora mismo conmigo? —Lo miré confundida, no sentía alguna señal de pánico.
—No… creo que no.
—Creo que eso significa que debes verme más seguido —dijo riendo—. Tranquila, entiendo que después de lo que te hizo ese imbécil estés así, pero todo pasará. Aun así, debes estar alerta siempre y si algún idiota se quiere pasar contigo, nomás, dime y con mucho gusto, voy y le doy su merecido.
—La violencia nunca es la solución, Ángel.
—Sí que lo es. Con imbéciles como ellos sí lo es.
—No…
—Si lo es, no pienso que hablando con ellos resuelva todo.
—Tampoco los golpes.
—Pues, Oswaldo, creo que sí entendió a que no se debe meter contigo, y si lo hace no me interesa lo que me digas —rodeé los ojos.
—Pues si quieres quedar todo golpeado, adelante.
—No me importa mucho eso, considero que lo vale.
Después de un rato, pude verlo a los ojos. Una leve sonrisa salió de mis labios y las estúpidas mariposas comenzaron a sentirse. No supe qué decir, así que lo abracé.
—Gracias —susurré.
—No tienes nada que agradecer.
Me alejé de él; pude ver que estaba sonriendo. Su sonrisa siempre ha sido tan hermosa y perfecta.
—Ahora mismo, quiero que me perdones.
—¿Perdonarte? —Lo miré confundido.
Después de decir eso, me cargó y comenzó a correr hacia la alberca.
—¡ÁNGEL NO! —dije al darme cuenta de sus intenciones—. No traje ropa, Ángel.
Fue demasiado tarde porque, cuando menos me di cuenta, ya estaba sacando mi cabeza del agua; lo miré mal. De mala gana, me quité mis tenis.
—Esto puede merecerse una sanción.
—Pero yo solo quería que la entrenadora de natación me ayudara…
—Pero podía hacerlo desde afuera.
—Aun así te hubiera ayudado un poco para que te metieras.
—Ángel, si entra alguien y me ve, pueden hasta correrme.
—No hay nadie, son las 7:45, Ashly, no creo que alguien venga a estas horas.
—Tú qué sabes… si viviera aquí, vendría hasta en la madrugada.
—Bueno, es que tú amas esto…
—Pues sí, pero…
—¿Podemos hablar de otra cosa?
—Sí, claro… ya debo irme —me iba a salir de la alberca, pero él me detuvo.
—¿Por?
—Porque es tarde y no quiero que me agarre la noche.
—Quédate a dormir conmigo… —Lo miré.
—No…
—Por favor, odio estar en esa casa solo.
—Tienes a tus amigos.
—Sí, pero yo no quiero estar con mis amigos.
—No sé…
—Me enteré de que tu hermana hizo una fiesta… no creo que quieras estar en ese lugar.
Cerré mis ojos; había olvidado la fiesta de mi hermana.
—Vamos a mi casa, comemos algo, vemos alguna película y después vamos a dormir.
—No quiero molestar.
—No me molestas, Ash —se acercó a mí—. Por favor, mañana es fin de semana, no creo que tengas algo mejor que hacer.
—No tengo ropa ni pijama…
—Vamos a tu departamento, agarras ropa y nos vamos a mi casa.
—¿Y no puedes solamente ir a dejarme a mi departamento?
—No, tampoco quiero dejarte sola con un montón de idiotas.
Editado: 13.10.2024