Más Que Sueños

Capitulo 47

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Ángel.

Al momento que Ash se fue de la cocina, comencé a enfadarme. No podía creer que la había corrido así porque sí.

—Así que ahora dejas que las chicas se queden a dormir en tu departamento.

—¿Qué…?

—Esa clase de chicas no te convienen, hijo. Solo son unas interesadas. Si no es por dinero, solo es por placer.

—¿Qué quieres dar a entender sobre Ash?

—Que gastes mi dinero en otra cosa, o en otra persona que de verdad lo valga.

—Eres un idiota. Ella no está aquí por dinero. No la encontré en una esquina necesitada, así que por favor te pido que no te expreses así de ella.

—Como quieras, hijo, pero bueno, confiaré en que no le estés dando mi dinero solo por placer. Pero ignoremos a esa chica insignificante. Quiero hablar de tu madre.

—¿Qué parte no entendiste, padre? Te dije que no me interesa… —me interrumpió.

—Ella está muerta, Ángel.

Esas palabras me dejaron mudo. No supe qué decir o cómo reaccionar. Un simple susurro salió de mi boca.

—Sí, ella se suicidó por el dinero que el juez…

—Es tu culpa.

—No, no es mi culpa. Seguro es tuya.

—Ella me abandonó. Tú le trajiste problemas a su vida…

—Pues si el mayor problema siempre fuiste tú, pero no es mi culpa que tu madre no pueda mantenerte.

—Mi madre me mantuvo más de 4 años sin tu ayuda.

—Y mira cómo acabó.

—Vete de aquí.

—No, ella te dejó una casa y necesito que la pongas a mi nombre.

—No haré eso, ni loco.

—Hazlo.

—No, vete de mi casa.

—Solo quiero que dejes esa maldita casa a mi nombre. Yo la compré y no me quieren respetar eso.

—No es mi problema. Si la puso a mi nombre, es mía, no tuya. ¿No te basta con todo lo que tienes? Ya arruinaste su vida, y ahora la mía, no sé qué más quieres, tienes todo.

—No sabes ni qué dices. Tú arruinaste todo. Por tu maldita culpa tuve que estar con tu madre.

—No es mi culpa de un maldito error que cometiste, salí de ti. Fue tu culpa.

—La culpa la tiene tu madre por abrir esas piernas —no pude más y le solté un puñetazo en su rostro; sé que mi madre no era la mejor conmigo, pero no iba a permitir que hablara así de ella.

—No hables de esa forma de ella.

—Hablaremos cuando estés más tranquilo, adiós.

Se fue de la cocina muy enojada. Yo, del enojo, comencé a llorar. No podía creer que mi madre estaba muerta. No podía ser cierto. Si me abandonó, no era para que ella se muriera, o, mejor dicho, se matara.

Todo rastro de enojo hacia ella se esfumó en un instante. Ella dio todo por mí, me dejó, pero supongo lo hizo para que pudiera ser más fuerte y me dieran lo que no pudo darme eso, quería pensar que ese había sido el motivo.

—Ángel… ¿Estás bien?

Alcé mi vista y la vi. Lo único bueno era que ella estaba aquí, no se había ido, se había quedado.

Como pude, la abracé.

Era lo único que necesitaba en este momento, un abrazo.

—Mi mamá murió… —La abracé más fuerte.

—Yo… lo lamento, Ángel… ¿Quieres hablar de eso…?

—No, solo quiero que estés conmigo… ¿Puedes?

—Claro que sí —sentí cómo su cabeza estaba recargada en la mía.

—Hice hot cakes… —sentí cómo se separó de mí—. ¿Quieres eso o…?

—Está bien eso… —ella me miró.

—Si quieres, sube a tu cuarto y yo llevo el desayuno.

—Te ayudo —me limpié las lágrimas y comenzamos a calentar todo nuevamente, al igual que a servirlos.

Al terminar, fuimos a mi habitación; ella acomodaba la cama mientras que yo fui al baño, me lavé la cara y solamente comencé a llorar nuevamente. Quería verla una última vez para preguntarle por qué me había abandonado. Sé que siempre fui una carga para ella, pero no como para que se matara…

—¿Todo bien? — escuché.

—Sí —dije volviendo a abrir la llave y lavarme la cara nuevamente.

Salí del baño y vi a Ash sentada en la cama.

—Y bueno, ¿qué haremos?

—Solo quiero que estés conmigo.

—Eso lo sé, pero ¿qué quieres hacer? ¿Tienes ganas de ver algo o de qué?

Apreté mis labios y me senté en el otro extremo de la cama. Un leve recuerdo apareció en mi mente y una sonrisa triste apareció en mis labios.

—¿Recuerdas la vez que fui a tu casa por primera vez, dis que para hacer un trabajo… pero realmente era porque no quería estar en mi casa?

—Sí, estuvimos todo el rato abrazados… fue lindo.




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