Más Que Sueños

Capitulo 50

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Ángel

Después de estar acostados un buen rato, ambos nos quedamos dormidos. Bueno, Ash había dormido un buen rato, pero yo no pude conciliar tanto el sueño, pues la imagen de mi madre estaba presente. No fue la mejor mamá, debía admitirlo, pero era mi mamá y me dolía pensar que ya no estaba aquí.

Pero debía estar en el presente, debía sacar de mi cabeza a mi madre y enfocarme en lo que realmente me hace bien, que es la chica que se encuentra dormida en mis piernas.

¿Qué habría sido de nosotros si hubiésemos seguido con nuestra relación? Seguramente no seguiríamos siendo pareja, y creo que estoy bien con eso, porque pude volver a encontrarme con ella y sé que si intentamos algo ahora mismo, sería algo muy lindo. Espero no equivocarme.

Agarré su cabello y comencé a acariciarlo; era lo único que necesitaba en este momento, que ella estuviera aquí a mi lado. A su lado, podía sentir una cierta paz que hacía mucho, no experimentaba con nadie a mi lado, ni siquiera con Mon, que siempre estuvo conmigo en muchas ocasiones. Nunca me sentí así.

Me sobresalté al escuchar la puerta abrirse. Era Alfredo, quien estaba entrando a mi habitación, claramente sin mi permiso, ni siquiera tocando la puerta.

—Yo… eh… disculpa por entrar así. No pensé que tuvieras visitas.

—Alfredo, ¿cuántas veces te he dicho que no entres a mi habitación así sin tocar? Puedo estar hasta desnudo.

—Hermano, crecimos juntos. Además, creí que estabas solo y, la verdad, esperaba verte con cualquier otra persona y no con ella.

—No empieces con eso, y baja la voz que está dormida.

—¿Tan cansada la dejaste?

—No, no hemos hecho nada.

—¿Ángel Comte no lo…? —lo interrumpí.

—Cállate, que la vas a despertar.

—Dios mío, ¿qué pasó con mi amigo? —rodeé los ojos, ya estaba cansado de este mismo tema.

—Sigo siendo el mismo.

—No es cierto, el Ángel de tan solo hace unos meses se acostaría con la chica y la mandaría bien lejos. No estaría permitiendo que esté acostada en sus piernas mientras él la abraza. Lo peor de todo es que esa persona estuviera vestida, y con su ropa. Dios mío, ni a mí, ni a Mon nos dejas usar tu ropa.

—Ya mejor cállate y vete de aquí.

—No, hermano. ¿Olvidas que hoy es día de películas?

—¿En serio?

—Sí, Niki fue a comprar palomitas y papas, y Mon está abajo acomodando todo.

—Pensé que Mon no vendría…

—La convencí. Creo que, cuando la mandaste muy lejos, pues eso me ayudó para acercarme más a ella.

—Me alegra oír eso.

—Sí, bueno, pues supongo que te vemos abajo.

—Claro, cómo están en su casa…

—Bro, llevamos haciendo esto, hace un buen, no nos vengas a decir que no podemos.

—Si pueden, saben que no me gusta estar solo, pero, pues, ¿quéé puedo hacer si ella llegó primero.

—Bueno, pues bajen, capaz Mon está más conmigo.

—Bien, adiós.

Él salió de la habitación, y yo moví un poco a Ash, a lo cual ella no respondía, seguía dormida. Reí un poco, y la verdad no quería que ella se despertara, pero lo mejor es que bajemos si no quería que Mon subiera y le rompiera más su pobre corazón.

—Ash —le dije en su oído.

—Mmmm —se movió un poco y estaba despertando.

—Despierta.

Esperé unos segundos, y ella estaba abriendo sus ojos. Me miró, y una sonrisa se formó en su rostro.

—¿Qué hora es?

—Las 7 de la tarde.

—Dios, es bien tarde. Debo irme a mi departamento.

—Creí que te quedarías hasta el lunes.

—No quiero molestarte con mi presencia, Ángel.

—Hoy es noche de películas con los chicos, puedes quedarte.

—Seguro es con tus amigos, menos quiero molestar.

—No molestas, Ash. Por mí, mejor, quédate conmigo. Necesito a alguien abajo para no enloquecer y gritarles a todos.

—Son tus amigos, no creo que enloquezcas.

—Sí, lo hago. Es más, ahorita están abajo haciendo quién sabe qué cosas, y si no bajamos, seguro me destruyen la casa.

—Bien, vamos, pero como habíamos quedado, yo dormiré aquí.

—Claro que sí.

Bajamos las escaleras y pudimos ver a Alan, Dominik, Alfredo, Christian, Alejo, Fátima, Vera y a Mon ya tomando lugar en la sala. Al ver a Vera aquí, me puse algo incómodo, pues esta chica quería algo conmigo. Yo, claramente, ya le había dejado las cosas claras, pero creo que no le habían quedado del todo claras cuando me vio.

—Angelito —cerré mis ojos y suspiré—. Ven, cariño.

Llegó a mi lado y me jaló, dejando atrás a Ashly.

—Necesitamos de tu ayuda, guapo, que queremos poner la tele desde el cel de Alfredito, pero no podemos.




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