➷ೃ༄*ੈ✩ ✧ ➷ೃ༄*ੈ✩ ✧ ➷ೃ༄*ੈ
Ambos salimos del coche después de estacionarlo en el estacionamiento del edificio. Subimos por el elevador a mi horrible departamento. Al llegar, abrí la puerta y me sorprendió mucho lo que estaban viendo mis ojos. Bueno, no lograba ver nada siendo honesta porque estaba oscuro y había unas cuantas velas.
—Eh... Seguro que mi hermana anda teniendo una cita romántica —dije nerviosa— deberíamos correr para que no me odie por arruinarla. ¿Quieres ir mejor a tu casa? Te aseguro que va a ser mejor soportar a tus amigos que a mi hermana enojada. Si ve que estoy aquí y arruino lo que sea que planeó, me va a odiar de por vida.
—Vaya, creo que me esforcé demasiado como para que pienses que es para alguien más.
—¿Te esforzaste? —Lo miré—. ¿Le hiciste esto a mi hermana?
—¿Qué? Noo —comenzó a reír, y lo miré algo mal—. Bueno, a ver, Ashly, Dios mío, no imaginé para nada esto.
—No te entiendo.
—Todo esto es para ti, y si seguimos caminando, podremos llegar a la sorpresa.
—¿Es para mí? —Un sentimiento comenzó a invadirme, genial, ahora quería llorar.
—Sí…
—¿No es una broma? —dije viéndolo a los ojos.
—¿Por qué te haría una broma?
—Para vengarte o algo así…
—Ven, caminemos a tu cuarto.
—¿A mi cuarto? Yo… No…
—No haremos nada que tú no quieras, ven.
Agarró mi mano y me guio a mi habitación. Al entrar, había pétalos de rosas y velas; mi cuarto estaba recogido. Me dio tanta vergüenza, tan solo pensar que había visto mi desorden.
—Qué bonito… —A lo lejos logré ver una cajita color azul. Me acerqué y la miré.
—Ábrela.
—No, espera —me levanté y me paré frente a él—. Esto es muy bonito, Ángel, de verdad que me encantó —me limpié una lágrima que estaba cayendo— y creo saber que es lo que viene a continuación, y siendo honesta, yo quería decírtelo primero. Tuve un sueño y desde ese momento yo quería decirlo, pero no sé cómo. Creo que primero debería saber si realmente estamos bien y que los dos sentimos lo mismo. No quiero quedar como tonta, la verdad, y tampoco quisiera arruinar lo que sea que tenemos.
No pude continuar porque sentí cómo pegó sus labios con los míos en un tierno beso. Solo me dejé llevar por el momento y le seguí el beso. Agarré su cuello y sentí cómo su mano rodeaba mi cintura. Toda tensión abandonó mi cuerpo al sentir sus labios. Cuando menos me di cuenta, él se había separado de mí. Yo solo quería tenerlo cerca de mí.
—Primero, estamos bien, Ash. Segundo... no quiero que me robes mi momento, así que yo quería saber si puedo ser tu novio... Lo miré algo sorprendida, apreté mis labios y negué con la cabeza.
—Yo quería decírtelo...
—¿Es un sí?
—Es que yo quería... —nuevamente, sentí sus labios contra los míos, pero ahora en un corto beso—. ¿Entonces tú quieres ser mi novio?
—Me encantaría ser tu novio. ¿Tú quieres?
—Sí, quiero —sonreí y lo abracé fuertemente.
—La verdad quiero que me abraces más seguido, y claro, no andes abrazando a más personas.
—No empieces con eso, Ángel…
—Solo quiero dejar claro eso, Ash. Y espero no te moleste, porque a todos les voy a andar diciendo que no se acerquen a ti tanto —comencé a reír. —Bien, si quiero eso, la verdad. Para que las chicas se alejen de ti.
—Claro que sí —sentí cómo me dio un beso en mi frente—, abre la cajita.
Me separé de él y abrí la cajita. Venía una llave y una carta. Ángel prendió la luz de mi habitación.
—Prefiero que tú lo leas en privado…
—No, no… es broma, Ángel, la verdad es que no sé qué decirte.
—Fácil… ¿Irás a mudarte conmigo?
—Sí quiero, Ángel… —Él sonrió.
—Y… dormiremos juntos hoy… Reí y lo abracé.
—Claro, pero tú del lado donde puedes caerte.
—Bien, dudo caerme, pero está bien…
—Ponte la pijama que te compré —lo vi algo extrañada—. Son iguales, mira —agarró dos prendas que estaban en la cama; eran de Marvel. Una sonrisa se me formó al ver su rostro de felicidad.
—¡Están geniales! Agarré una muy felizmente y le sonreí.
—Me la pondré en el baño, no tardo.
—¿Podrías hacerlo aquí…?
—Bueno, pero tú en el baño.
—Pero…
—Sip, baño.
Muy indignado, salió del cuarto y fue al baño, mientras que yo me ponía la pijama. Me acosté de mi lado de la cama, y ya estaba tapada; estaba algo cansada.
—¿Puedo entrar?
—Sí.
Cerró la puerta, ambos nos acostamos y nos arropamos. Lo abracé, y él solo me miraba de reojo, claramente también abrazándome. No me había dado cuenta de lo mucho que había extrañado estar a su lado.
Editado: 13.10.2024