𝓚𝓮𝓮𝓷𝓪𝓷
─¿Dónde se queda Blair?
Mi hermana me contesta de mala gana que está en su casa.
Así que sigue en el mismo lugar.
Eso no quita que este molesto con mi hermana porque ella sabía dónde estaba Blair y no dijo nada. Aún viendo que la busqué cómo un loco.
Y todavía ahora me pregunto si esta bien que la busqué ¿por qué tengo que pasar esto de nuevo? No tengo ni puta idea pero quiero respuestas que solo ella puede darme. También saber qué era eso tan importante que debía decirme.
Conduzco hasta la casa de ella, no sé si se encuentra sola o su amiga Winona está ahí, aunque si es así, es mejor porque necesito hablar a solas con ella. Toco a la puerta y tardan unos segundos en abrir, ella misma.
─Keenan.
─Hola, Blair. ¿Podemos hablar?
Asiente y me deja pasar. Tengo un deja vu, si ella hubiera hecho esto hace un año, las cosas de ahora serían diferentes.
─Siéntate, ¿Quieres tomar algo? Tu hermana me dijo que tu papá está mejor, me alegro.
─Sí, ya se encuentra fuera de peligro.
─Dijiste que querías hablar…
─Me dejaste pensando con lo de ayer ¿Qué es eso tan importante que querías decirme?
Ella se sonroja y agacha la mirada un momento.
─Es algo muy serio ─murmura. Se acomoda mejor en el sillón ─Yo no quería que te enteraras de esta forma.
─¿Qué tan grave es?
─Eso me lo tendrás que decir tú mismo.
─No estoy entendiendo.
─Recuerdas aquella noche que estuvimos juntos, yo te pregunte si te habías cuidado porque… dos meses después me enteré qué estaba embarazada.
¿Embarazada? Debe ser una broma.
─¿Y por qué no me lo dijiste? Blair. ¿Y qué pasó?
─Pues… pasó lo que tenía que pasar. ─coge aire antes de seguir hablando ─Genevieve es también tu hija. Ella es producto de aquella noche.
Llevo ambas manos a mi cabeza. Aún no sé cómo procesar lo que acaba de decir. No aparece alguien de la nada y dice que tiene una hija tuya.
Pero no es cualquier hija y ella no es cualquier persona. Es Blair, la mujer que más he amado en el mundo.
─¿Por qué no me lo habías dicho? Por una mierda. ─me exaltó.
─Temí que no quisieras que la tuviera.
─¿Por eso te fuiste? ¿En qué momento te enteraste? Son tantas preguntas ─susurro. Me está empezando a doler la puta cabeza.
─Lo supe el mismo día de la boda, solo que no encontré forma de decírtelo. Imaginé lo peor y decidí mantenerlo oculto.
─Una pésima decisión, Blair.
─Lo siento, Keenan. Sé que me equivoqué en eso, lo lamento. Temía que me dijeras que no querías tenerlo, que me obligaras a deshacerme de él.
─¿Me crees capaz de eso? ─escupo molesto. ─Sé ve que no me conoces ni un poquito.
La rabia que siento es magnánima.
─Después, decidí que iba a decírtelo pero te empecé a buscar y no te encontré. Tu mamá dijo que te habías ido y que no sabía nada de ti, hasta ayer…
─Me alejaste tanto tiempo de mi hija, mi propia hija…
─Lo hice por protegerla.
─¿De mí? ¿Me crees capaz de hacerle daño a mi propia sangre?
─No lo sé, Keenan. ¿Eres capaz?
Debo tomar aire.
Salgo de la casa sin decirle nada, ella conoce perfectamente que primero necesito que entre aire a mi cerebro para procesar mejor las cosas y no sentirme en un puto hoyo sin salida.
Tengo una heredera con Blair y yo lo sé casi un año después. No sabía de su embarazo y tampoco de su nacimiento. Que porquería ¿no? No podré hablarle a mi hija de cuando estaba en el vientre de su mamá, tampoco del día en que nació.
No podré decirle sobre los antojos que su madre tuvo en el embarazo. Solo le diré que la conocí cuando tenía seis meses de edad.
Esto me cayó como un balde de agua fría.
Regreso a casa de Blair al haberme calmado más, aunque hay enojo todavía en mi interior. Y no con la vida, es con Blair. Porque eligió ocultarme esto y pensar solo en lo que ella quería.
─¿Dónde está la bebé?
─Keenan, por favor no te enojes conmigo.
─A ti es a quien menos quiero ver.
Sé que mis palabras le duelen, la estoy lastimando pero más me lastimo ella a mí.
─En la habitación con Winona.
Voy a la habitación y veo a la bebé en su cuna, con Winona jugando con ella desde fuera pero al verme se mueve rápidamente.
─Hola, Keenan.
─Hola, Winona. ─me acerco a la bebé la cual me sonríe. Es tan dulce.
─¿Ya lo sabes?
─Parece que todos lo sabían menos yo.
─A veces las personas hacemos cosas que aparentan ser buenas ─asegura ─Pero no a los ojos de todo el mundo, las cosas son buenas. Todos tenemos diferentes perspectivas.
─Me gusta como piensas.
─Lo sé. Te dejo a solas con Genevieve.
Cojo a la bebé en mis brazos, a ella le gusta y sonríe cuando toca mi barba con sus suaves manitas de bebé.
─Estás hermosa ─susurro.
No hay nadie más hermosa que ella.
─Tiene seis meses ─dice Blair desde la puerta.
─Saco tus ojos.
─Es preciosa.
─Está bien si no quieres hacerte cargo ─. Lo que dice me hace reír, como no voy a querer hacerme cargo de mi hija, de mi sangre, mi bebé.
─Quiero pasar más tiempo con ella. Reponer el tiempo que he perdido, aunque eso es imposible.
─Puedes venir a verla el tiempo que quieras.
Me río irónicamente.
─No, no estás entendiendo. Quiero que tu y Genevieve vivan conmigo, en mi casa.