Jonah
Es viernes por la mañana y la alarma de James no deja de sonar desde hace más de cinco minutos. A pesar de que llevo gritando "¡Apágalo!" desde mi cómoda cama no recibo ninguna respuesta de su parte por lo cual supongo que sigue dormido.
Coloco la almohada encima de mi cabeza esperando que de esta forma ya no escuche ese ruido, pero no sirve de nada, el sonido traspasa la fibra y mis oídos siguen escuchando el insoportable "ring, ring, ring" que viene del cuarto de al lado.
No puede ser que yo lo escuche y él que lo tiene a un lado no.
Aparto mis cobijas en un solo movimiento y me levanto con sueño, pero dispuesto a despertar a ese tipo de 1.80 cm. Con pasos pesados salgo de mi cuarto para entrar al de a lado y es ahí cuando me doy cuenta de por qué ese fastidioso sonido sigue haciendo ruido: James no está, en su lugar hay una hoja con un recado que dice "Hoy tengo que llegar temprano a taekwondo, programé mal la alarma entonces va a sonar como a eso de las once, pero ya voy a estar a mitad de mi clase cuando eso suceda entonces solo apágalo, por favor. Y no, no sé cómo cambiarle la hora, no le entiendo y eso que vi tutoriales en internet, así que de antemano disculpa. Cuando llegue buscaré más, bye".
¿Por qué no me sorprende? Agarro la alarma roja que se encuentra sobre su mesa de noche y lo apago haciendo que por fin cese ese fuerte ruido.
Estiro mis brazos hacia arriba en señal de victoria y me dispongo a volver a mi cama cuando de pronto recuerdo lo que escribió "va a sonar como a eso de las once".
No puede ser. Voy corriendo a mi cuarto y me pongo la playera gris que hace tres días me compró el insoportable rubio, para después ponerme que un pantalón negro.
Miro la hora en mi celular 11:10 a.m., se supone que tenía que estar abajo a las ocho, esa es la hora en la que mis padres abren la cafetería y ya voy tres horas tarde.
Seguro me descuentan.
Me coloco unos calcetines y mis tenis negros lo más rápido que puedo para después ir a la cafetería que se encuentra en la planta baja de nuestra casa.
—¿En qué les ayudo?
Digo mientras me coloco el delantal marrón y depósito un beso en la frente de mamá.
—¿Por qué tan tarde? ¿Te desvelaste jugando?
Pregunta mi mamá mientras me pasa una hoja donde vienen los pedidos y comienzo a prepararlos.
—De hecho no, esta vez dormí temprano, no sé por qué vine despertando a esta hora.
Es cierto, ayer me propuse no dormir tan tarde para poder despertar más temprano y así ayudar a mi papá a abrir el local, pero todo salió mal. Aunque no es común que esto suceda, siempre bajo a tiempo para atender a la gente.
—Parece que quiere que lo despidamos.
Menciona mi papá cuando viene por unas cuantas tazas y vuelve a retirarse.
Río ante su comentario mientras me apresuro a terminar de preparar el café. Sé que lo dice de broma, o eso espero, pero no está de más apurarse y hacer lo que haga falta.
Ya no me resulta complicado preparar distintos cafés o atender gente, bueno, eso último creo que siempre va a costar y más cuando se trata de gente prepotente, pero al menos estos tres meses que he trabajado de tiempo completo me han ayudado a saber cómo tratarlos y no caer en su juego. Antes trabajaba medio tiempo, ya que iba en la preparatoria por lo cual me la pasaba más tiempo en la escuela, así que normalmente no me tocaba atender a ese tipo de personas groseras, pero cuando terminé la preparatoria y comencé a trabajar casi todo el día fue cuando comenzaron a llegar. No es muy común, pero al menos gracias a las pocas personas que han sido así ya aprendí a manejar esas situaciones.
Temía por muchas cosas como preparar mal un café o que la charola se tambaleara, pero ahora parece que nací para esto porque todo sale bien, diría que es perfecto por no ser que me ensucio demasiado y ni yo mismo sé cómo sucede.
—Por cierto, ¿ya desayunaste?
—No, en cuanto me di cuenta que iba tarde solo me vestí y bajé. —Mi mamá niega y me da un ligero manotazo. —¡Auch! ¿Eso por qué?
—Ve a desayunar y ya después nos ayudas —Me voltea a ver y sonríe. —. Y pasas al tocador a echarte un poco de agua en el cabello.
No me lo tiene que decir dos veces, me quito el delantal y voy escaleras arriba mientras maldigo por dentro, ojalá no esté tan horrible. Al llegar al baño me observo en el espejo y veo que mi cabello castaño está despeinado, es muy notorio que desperté e inmediatamente me puse a trabajar.
Abro el grifo y me echo un poco de agua para cambiar la forma tan rara que se creó debido a la almohada. Cierro el grifo, me seco las manos y salgo hacia la cocina en busca de comida.
Me sirvo un poco de leche en un vaso de vidrio mientras busco con la mirada el pan dulce que el día de ayer compraron mis padres.
Agradezco al ver que se encuentra en un plato a un costado del frutero. Agarro el pan junto a mi vaso y me siento en el sofá que hay en la sala para poder ver algo de televisión mientras desayuno.
Le doy un mordisco a mi pan en lo que cambio de canal, después le doy un sorbo a mi vaso y cambio a otro canal, así sucesivamente durante cinco minutos hasta que me termino todo y reniego al notar que nunca hubo nada interesante en la tv. Decido dejar todo y voy a cepillarme los dientes.
Al terminar, me doy una última mirada al espejo para asegurarme de que me veo bien y que mi cabello está en buen estado. Perfecto.
—Tonto, dice papá que te apures porque seguro algunos de la universidad vendrán a tomar algo.
Escucho la voz de James lo cual me deja confundido y salgo hacia el pasillo.
—¿Tú no deberías estar en tu clase de taekwondo?
—Así es, pero resulta que el profesor tenía una reunión así que se canceló todo.
Se sienta en el sitio en el que me encontraba hace unos minutos y saca varios cuadernos junto a su laptop.
—¿Y eso para qué?
—Estoy en un curso de Italiano por línea, en cinco minutos empieza —Saca algunos bolígrafos y enciende su laptop—. Solo dura dos horas, cuando termine bajo ayudarles.