Capítulo VI

Margaret

Los días han transcurrido con cierta normalidad desde lo que ocurrió en el pasillo con aquel chico. Por suerte, no lo he vuelto a ver durante esta semana, lo cual me tranquiliza aunque también me resulta extraño.

Intento no pensar en ello, ya tengo suficiente con Charlie molestándome y con Sophie y Nataniel de su lado. En estos momentos agradezco que la clase sea didáctica, porque es el único momento en que no me mencionan nada y todos parecen concentrados en lo que dice el profesor.

Todos excepto Nataniel.

—¿Y hoy no se quedaron de ver? —Escucho el susurro de mi amigo de cabellera azul.

—Shh, me puedo lastimar si me desconcentro.

—Por favor, Maggie, estás lijando un pedazo de madera.

Lo miro, y él me dedica una sonrisa traviesa. Yo le devuelvo la mirada con desdén.

—Mejor cuéntame de la chica con la que siempre te veo desde el día del concurso de canto.

Veo cómo sus hombros se tensan. Y sin decir palabra, me quita la lija y el pedazo de madera para empezar a lijarlo.

—Shh, me puedo lastimar si me desconcentro.

No puedo evitar reírme ante el mal intento de imitación.

Por su actitud, parece que hay algo entre ellos. Al principio, cuando los vi el miércoles en la actividad "Canta si quieres", pensé que ya se conocían, porque compaginan muy bien. Pero, al parecer, fue la primera vez que hablaron. Han pasado siete días desde entonces y lo único que sé es que siguen en contacto, tanto en persona como por mensajes.

—No entiendo nada de lo que hace —dice Nataniel, encogiéndose de hombros y frunciendo el ceño—. A veces me manda mensajes a cualquier hora, como si quisiera hablar hasta quedarnos dormidos, y al día siguiente ni me contesta. —Suspira—. Me agarra del brazo cuando caminamos, se ríe de cosas que digo aunque no sean graciosas, y a veces me mira de una manera que me hace sentir que quiere decir algo, pero luego cambia el tema de golpe.

—Eso suena a que le gustas —Digo sincera.

—Eso pensé al inicio, pero después actúa como si nada hubiera pasado, como si todo fuera producto de mi imaginación. No sé si eso sea normal o si simplemente quiere que seamos "amigos".

—¿Por qué no le preguntas directamente?

—¿Preguntar? ¿Y si me equivoco y solo quiere una amistad? Uff, me sentiría muy mal. Aunque tampoco quiero ignorar lo que siento, pero no sé qué pensar.

Lo miro y le doy unas leves palmadas en la espalda.

—A veces las personas confunden con sus acciones, pero no está de más preguntar aunque tengas miedo. Es mejor que sea de una vez para que se aclare todo, porque si no quiere nada pues te estás cerrando a más oportunidades.

Nataniel me observa en silencio. Por un instante pienso que mi consejo le dio el valor para intentarlo, pero enseguida sonríe débilmente.

—No, prefiero quedarme así, pero gracias por el consejo.

Vuelve a lijar como si nada y yo solo niego, pero decido no insistir con el tema porque es claro que no quiere retomarlo. Así que cambio de tema y empezamos a charlar sobre cosas sin importancia como lo que cada uno hizo en la mañana, las ideas extravagantes que se le ocurrieron o las eternas discusiones entre Sophie y Charlie, que incluso compiten por ver quién termina primero las actividades.

Entre risas, pequeñas quejas y comentarios sarcásticos, la última clase se pasa volando. Cuando el maestro de cerámica da por concluida la actividad, recogemos nuestras cosas y salimos juntos.

Antes de ir al área verde a comer, nos dirigimos a los lavabos que están afuera del edificio. El lugar siempre está lleno de estudiantes que se detienen un momento a refrescarse o lavarse las manos antes de ir al comedor, pero esta vez no hay tanta gente debido a que otra vez hace un frío terrible y seguramente prefieran ir a los tocadores que hay dentro de los edificios.

Me acerco al grifo más cercano, y antes de abrir la llave siento cómo un chorro de agua fría me golpea a un costado en la cara. Me quedo congelada un segundo y busco de inmediato al culpable entre las personas que se encuentran a mi lado.

No me sorprendería si fuera...

—¿Saliendo de clases?

No, no es él. Es la voz de mi hermano, el verdadero culpable de que ahora traiga la cara mojada.

Me giro y veo a Oliver sonriéndole a mis amigos junto a James, su mejor amigo, que como siempre se muestra igual de amable.

—¡Oliver! ¡James! —Gritan mis amigos emocionados, como si hubieran visto a dos celebridades.

Yo solo suspiro. Desde que se los presenté, tanto Oliver como James se convirtieron en algo así como sus modelos a seguir. No es que hagan nada especial, pero tienen esa facilidad natural para caerle bien a todo el mundo. Son inteligentes, siempre están dispuestos a ayudar y nunca hacen sentir a nadie menos. Lo bueno es que, a pesar de toda la atención que reciben dentro de la escuela, nunca se comportan como "los populares". Siguen siendo sencillos, accesibles, incluso un poco despistados a veces. Supongo que esa mezcla de carisma y humildad es lo que los vuelve tan queridos.

Mis amigos corren a saludarlos y, sin perder tiempo, empiezan a soltar ideas sin parar.

-—¡Chicos, tenemos una idea fantástica! —Dice Nataniel sonriendo ampliamente.

—¡Pensamos en organizar una carrera en patines por los pasillos de la escuela! —Añade Sophie, emocionada.

—¡Y grabarlo todo para subirlo en todas partes! —Sonríe Charlie, con los ojos casi brillando.

—¡Eso suena increíble! —Responde Oliver al instante, dándoles la razón con entusiasmo, mientras James los mira como si acabaran de proponer incendiar la universidad.

—¿Patinar en los pasillos? ¿Acaso quieren que los expulsen?

Nos reímos al ver que se encuentra sorprendido por todo lo que mencionaron. La verdad es que eso de los patines se lo inventaron hace un rato, no es como que puedan hacer eso porque claramente se meterían en problemas. Tan solo es gracioso ver cómo James se espanta y, por eso, inventan cualquier cosa para después decirle qué es lo que de verdad harán.