Jonah
Han pasado varias semanas desde que papá casi cae. Lo llevamos al doctor pero aún no nos han dado un diagnóstico claro por lo cual sigue trabajando en lo que dan una respuesta.
A pesar de que él dice estar bien y que no necesita más ayuda, he logrado convencerlos de que me dejen ayudarles en la cafetería. Les mostré que mis calificaciones siguen bien, y que en el taller de fotografía no me ha ido nada mal. De hecho, al profesor le gustaron mucho algunas de las fotos que Margaret y yo presentamos aquella vez. Se rió un poco al ver las tomas en las que salimos nosotros, pero al final admitió que estaban bien logradas. Gracias a eso, me gané de nuevo el permiso para volver a la cafetería.
Desde entonces, voy todos los días después de clases, excepto los jueves, que tengo el taller. Aunque, si soy sincero, esos días también termino pasándome unas horas por ahí.
Como hoy.
Estoy en el taller, trabajando en una actividad en equipo. Para mi suerte, esta vez me tocó con Karl y Sophie.
La tarea es hacer una serie de fotografías de estilo profesional, como las que aparecen en las revistas.
Durante la clase el profesor nos ha estado enseñando cómo capturar mejor a una persona, cómo ajustar la luz, la distancia, el enfoque e incluso nos ha mostrado cómo posar.
—Yo pido ser el fotógrafo —Dice Karl apenas el profesor nos deja organizarnos —. Entonces Sophie será la modelo y Jonah el asistente. Listo.
Sophie cruza los brazos mientras niega.
—¿Y quién te nombró líder? —Replica, tomando una hoja de su libreta y escribe nuestros nombres—. Yo seré la asistente, Jonah el fotógrafo, y tú el modelo.
Karl la mira, indignado, preparado para discutir, pero intervengo antes de que empiecen.
—¿Qué les parece si Sophie toma las fotos, Karl ayuda con la iluminación y yo modelo?
Ambos se quedan en silencio, mirándose entre sí, como si se comunicaran por telepatía. Yo solo espero su respuesta, la cual no tarda en aparecer.
—Nos parece bien —Responden al mismo tiempo.
—Perfecto. —Levanto las cejas y tomo la hoja—. Escribo lo que hará cada uno, ¿sí?
Sophie se encoge de hombros.
—El profesor ni siquiera pidió listas. Yo solo quería escribir algo, pero me quitaste mi hoja.
Río, un poco avergonzado, y se la devuelvo.
—Tienes razón, perdón.
Karl suelta una carcajada y Sophie lo imita, mientras yo ruedo los ojos para disimular la vergüenza que quiere comenzar a aparecer en mi cara. Luego cambiamos de tema y empezamos a planear el lugar de las fotos. Karl propone hacerlas en su casa el sábado por la tarde, y aceptamos sin pensarlo demasiado.
La clase termina poco después.
—No se preocupen por la cámara ni por el equipo —Dice Karl, guardando sus cosas—. Yo tengo todo lo necesario.
—Yo puedo llevar algunos accesorios —Añade Sophie—. Así tendremos más variedad.
—Y yo supongo que practicaré mis mejores poses —Digo, solo para fingir que también haré algo.
Escucho la risa de Margaret detrás de mí y doy un pequeño brinco.
—Al menos ustedes se ponen de acuerdo —Dice, suspirando—. Nick nos asignó nuestra actividad sin preguntar: él será el modelo, Camila la asistente, y yo tengo que tomar las fotos.
—¿Y tú qué querías hacer? —Pregunto.
—Ser la modelo —Responde con una sonrisa resignada—. Pero bueno, será para la próxima.
—Hace falta que alguien baje de su nube a Nick —Dice Sophie, cruzándose de brazos con evidente enojo—. Cree que solo por ser guapo tiene más derecho que los demás.
Sigo la dirección de su mirada y veo a Nick, apoyado contra una mesa, hablando con su grupo de siempre.
Por lo que sé, desde el último trabajo en parejas las cosas entre ellos quedaron mal. No llegué a enterarme del todo, pero lo que supe es que Nick solo se acercó a Sophie para darle celos a su ex novia ya que ella estaba haciendo algo similar, pero con Nataniel. Al final ninguno de los dos tuvo interés real en Sophie y Nataniel. Y cuando la de cabello rosa lo descubrió, decidió terminar todo. Desde entonces no se dirigen la palabra.
Margaret también mira en la misma dirección, con el ceño fruncido. Pero antes de que alguien pueda decir algo más, su celular vibra sobre su mano, rompiendo el momento.
Ella mira la pantalla por instinto y de un momento a otro su expresión cambia por completo.
—¿Todo bien? —pregunta Karl, notando su tensión.
La de piel pálida niega con la cabeza, apretando los labios mientras sostiene el teléfono con ambas manos.
—Ya es la sexta vez que este número me llama, pero no quiero contestar.
—Yo contesto por ti —Dice Sophie con una sonrisa traviesa, y Margaret, sin pensarlo mucho, le entrega el teléfono.
Todos la observamos mientras responde.
—¿Quién habla? —Pregunta Sophie.
No se alcanza a oír nada, pero la expresión de Sophie cambia: su ceño se frunce y su voz se vuelve dura.
—No vuelvas a llamar.
Cuelga. El silencio se instala por un segundo.
—Era Zack —Dice, mirando a Margaret.
¿Zack? ¿Quién es Zack?
La curiosidad me mata, pero no pregunto. Margaret se ha quedado pálida, como si la sangre se le hubiera ido del rostro. Me acerco un poco, preocupado.
—¿Estás bien?
Ella asiente y sonríe, aunque esa sonrisa se ve forzada.
—Sí, no pasa nada. Solo hace tiempo que no escuchaba ese nombre.
Sophie bloquea el número, y Margaret prefiere cambiar el tema y fingir que no pasó nada. Lo cual es aún más extraño, pero nadie menciona nada, en cambio ella propone ir a la cafetería de mis padres. Karl acepta encantado, y salimos rápido del salón ya que afuera nos esperan Nataniel y Charlie.
El pasillo está lleno de ruido y conversaciones. Sophie y Charlie ya están discutiendo por algo, lo cual es normal. Nataniel camina junto a Margaret, y aunque no escucho lo que le dice, parece intentar tranquilizarla.
Karl, a mi lado, me cuenta con entusiasmo que desde que se anunció la fiesta de disfraces de Navidad varias chicas lo han invitado.