Jonah
Sigo pensando en lo que Margaret me contó en la mañana. No sé por qué eso sigue rondando por mi mente. Aún siento algo de preocupación, sobre todo al recordar que aquel tipo le marcó el jueves después del taller.
¿Por qué volver a buscarla después de tanto tiempo? ¿Quiere disculparse de verdad?
Es una sensación rara. Ni siquiera conozco la cara de ese tal Zack, pero imaginarlo haciéndola llorar me sienta mal.
No me gusta cuando hacen sentir mal a mis amigos.
Es como con Sophie, que hace un rato nos contó con lujo de detalle la forma tan cruel en que Nick jugó con sus sentimientos. Al parecer solo la usó para darle celos a su ex, y la ex novia de Nick, hizo lo mismo con Nataniel. No puedo imaginar lo mal que la está pasando.
—Uy, ese gesto de enojo te queda perfecto. Así quédate. —Dice Karl mientras le hace señas a Sophie para que me tome una foto.
Ni siquiera me había dado cuenta de que tengo el ceño fruncido y la mirada perdida en mis amigos.
Siento el flash directo en la cara y parpadeo cuando Sophie dice que la foto quedó bien.
Por un momento olvido que estamos en plena tarea de fotografía. Me metí tanto en mis pensamientos que ni sé en qué momento me pusieron accesorios.
—¿De dónde salió esta bufanda de lentejuelas? —pregunto, rascándome el cuello.
—No te muevas. Esa pose es increíble, solo alza un poco más el mentón e inclina la cabeza. —Dice Sophie rápido, como si temiera que me moviera. Le hago caso.
Me toma tres fotos y por fin puedo rascarme.
—Jonah, naciste para esto. —Comenta mientras revisa las imágenes.
Yo solo carraspeo y evito mirarlos, o seguro termino poniéndome incómodo.
—¿Puedo quitarme esto? Me da mucha comezón. —Suplico, y Sophie asiente, así que me lo quito rápido y suelto un suspiro cuando por fin soy libre.
—Mínimo espero un diez después de esto. No quiero que el sarpullido que me salga sea en vano. —Añado, mientras sigo rascándome.
Entonces noto otro flash, pero esta vez viene del celular de la de cabello rizado.
—Es que Maggie me preguntó cómo íbamos —dice Sophie, mirando su celular.
Alzo las cejas. —¿Y al menos salí bien?
—Saliste siendo tú, eso es lo importante.
Me muestra la pantalla y me acerco para ver lo que envió.
Ay no. Aparezco con los ojos cerrados y el cuello rojo de tanto rascarme.
Entonces veo que Margaret le responde: “¿Se quiere arrancar el cuello?”
Pongo los ojos en blanco mientras Sophie se ríe, vuelve a mirar su celular y Karl se asoma curioso.
Aprovecho para sacar el mío y enviarle un mensaje a Margaret.
"Tenía comezón. Además, te dije que te mandaría mi mejor foto."
Me tomo una foto improvisada y antes de que pueda arrepentirme, la envío.
Ella lo ve rápidamente y ya no tengo tiempo para borrarlo así que le escribo enseguida al ver que ese claramente no era mi mejor ángulo.
"Olvídalo, la foto que tomó Sophie es mejor."
—Bueno, ahora ponte los lentes y este collar. —Dice Karl, acercándome algunas cosas.
Suspiro resignado y le hago caso.
La tarde se pasa así: ellos poniéndome mil accesorios exóticos y yo posando de todas las formas posibles.
Al final llego a la conclusión de que prefiero tomar fotos; modelar requiere mucha confianza en uno mismo y yo solo me limité a hacer poses no tan arriesgadas.
Todo parece haber salido bien. Por fin dejan de usarme de maniquí y me siento en el sofá individual mientras ellos revisan cómo quedaron las fotos. Yo, por mi parte, aprovecho para descansar y revisar mi celular.
Veo que Margaret me mandó un mensaje hace un rato y me apresuro a leerlo:
"Estoy de acuerdo. Pero al menos superaste mi expectativa."
Sonrío y le respondo: "¿Eso es un cumplido? ¿O debería ofenderme?"
—¡Jonah! —Escucho gritar a Karl, y volteo a verlos rápidamente.
—¿Qué pasó?
—¿Qué tanto haces? —Dice el de cabello negro, acercándose a mí.
Me levanto enseguida y voy junto a Sophie.
—Solo hablaba con Margaret, es todo. —Digo mientras me inclino un poco para ver las imágenes en la laptop.
—Ya veo. —Dice divertido, y prefiero no mirarlo; no quiero que empiece a imaginar cosas extrañas, lo conozco.
—No es por presumir, pero me veo muy bien. —Cambio de tema y Sophie suelta una leve risa.
—La cámara sí que ayuda. —Comenta ella, y yo la miro mal antes de negar, sonriendo.
Karl llega a nuestro lado y comenzamos a revisar todas las fotos. Entre bromas y comentarios tontos, vamos eligiendo las mejores y descartando las que salieron borrosas o con expresiones raras. Sophie se encarga de organizar los archivos.
Después de un rato, por fin logramos ponernos de acuerdo y nos dividimos las fotos para editarlas. El ambiente se siente relajado; hay risas y algo de música sonando bajito
Cuando Sophie mira su celular, suspira.
—Mis papás ya llegaron.
Nos levantamos para despedirla y ella promete mandarnos las fotos editadas cuando las tenga.
Cuando se va, el lugar queda más tranquilo. Solo quedamos Karl y yo, con la mesa llena de cosas regadas: cables, vasos con agua y un par de galletas a medio comer.
Empiezo a juntar todo mientras Karl guarda su laptop, tardamos unos minutos más entre pláticas sin sentido y bromas hasta que todo queda más o menos ordenado. Justo entonces cuando me estoy despidiendo escuchamos la puerta abrirse y la voz de su madre saludarnos.
—Hola, chicos. —Dice con una sonrisa amable. —Veo que trabajaron duro.
—Hicimos nuestro mejor esfuerzo. —Respondo, y ella sonríe.
Después de despedirme de ambos, salgo de su casa. El aire de la tarde está fresco, con ese olor a tierra húmeda que queda después de que llueve.
Camino un par de cuadras hasta la parada del camión. Mientras espero, reviso mi celular; Margaret no ha vuelto a escribir.