Más que tú

Capítulo XII

Jonah

—Y de eso tratan las normas oficiales del dibujo técnico. —Por fin termino mi exposición individual y miro a mis compañeros, que me observan con atención.— ¿Alguna duda?

Por favor, que nadie pregunte. Por favor, por favor. Suplico en mi mente.

Entonces veo cómo Karl está a punto de levantar la mano, así que lo fulmino con la mirada. Él capta el mensaje, baja la mano de inmediato y yo respiro aliviado.

—Bien, buena exposición. Puedes sentarte —Dice la maestra.

Gracias, Dios.

Regreso feliz a mi asiento. Karl se voltea, levanta el pulgar y me guiña un ojo. Le devuelvo el gesto y volvemos a fingir que estamos poniendo atención.

A pesar de ser lunes y apenas las nueve de la mañana, estoy más despierto y contento que nunca. Y tengo mis razones: primero, papá ha estado mucho mejor desde ayer, y eso ha traído paz a todos en casa.

Segundo, las fotos del sábado para el taller de fotografía quedaron geniales. A pesar de que Sophie y Karl me llenaron de accesorios, y en algunas fotos apenas se me ve la cara, aun así todo salió increíble y más con las ediciones que hicimos.

Y tercero, me encontré un billete cuando venía a la escuela con mi hermano. El rubio intentó quitármelo, pero al final me lo quedé. Más tarde lo cambiaré por unas frituras.

—Ahora, Karl, pasa a exponer —Dice la maestra, ajustándose los lentes.

Karl se levanta, se acomoda su cabello y sus lentes, y de inmediato varias compañeras lo siguen con la mirada, como si de repente la clase se hubiera puesto interesante. Él ni se inmuta y empieza a explicar los formatos de hoja y demás cosas que normalmente me dan dolor de cabeza, aunque debo admitir que lo hace tan bien que hasta yo le entiendo.

Su exposición es excelente. Cómo siempre. Desde la primera vez se notó que hablar en público se le da demasiado bien.

Durante las rondas de preguntas, varias chicas lanzan preguntas tan básicas que dan risa. Hacen muy notorio que solo quieren unos segundos de contacto visual con Karl.

Mi amigo es popular, y él lo sabe. El sábado nos contó que varias compañeras lo invitaron a la fiesta de disfraces de Navidad, pero dice que las rechazará a todas porque “si va con una, las demás se sentirían mal”. También dice que prefiere ir solo.

Yo, en cambio, no tengo elección: iré solo sí o sí. Pero bueno, así puedo huir cuando me abrume la multitud.

—Perfecto, Karl. —La voz de la maestra y los aplausos del grupo me sacan de mis pensamientos. Me uno al aplauso.

—Gracias. —Karl sonríe y regresa a su asiento. Antes de sentarse, levanto el pulgar hacia él; él me lo devuelve con una sonrisa triunfal.

La clase pasa rápido y por fin llega el descanso. Solo la mitad del grupo alcanzó a exponer hoy, así que me alegra haberme librado ya del estrés.

—Tenemos una hora libre, ¿qué me vas a comprar con tu billete? —Pregunta Karl, levantándose y colocándose su mochila.

—Te tengo dos opciones: nada y nada. Escoge. —Me río y caminamos juntos hacia la cafetería.

—La tercera opción suena mejor: galletas. —Dice sonriendo, y yo ruedo los ojos.

Seguimos bromeando hasta llegar a la cafetería. Tomo unas galletas y unas papas antes de hacer fila.

—¿En serio? —Dice Karl, pestañeando rápido. Pongo cara de asco.

—Si vuelves a hacer esa cara, voy a dejar las galletas. —Bromeo, y él se ríe.

—¿Cuál cara? ¿Esta? —Escucho la voz de Charlie detrás de mí. Me volteo y lo veo con los demás. El de cabello naranja me muestra una de las fotos que Sophie me tomó el sábado.

—¡Ey! Esa es mi mejor cara. —Digo, fingiendo estar ofendido. Nataniel y Sophie se acercan.

—Les quedaron increíbles las fotos —Dice Nataniel, el de cabello azul.— Tienes pinta de modelo.

—Los accesorios ayudaron bastante. —Bromea Sophie, y le lanzo una mirada asesina.

—Estoy segura de que al maestro Robert le encantarán —Dice Karl con una sonrisa.

—Así será —Respondo, y entonces noto que falta la de ojos marrones.— ¿Y Margaret?

—Está en las mesas de afuera, nos apartó lugar. Vayan —Dice Charlie, y asiento.

La fila avanza rápido y pronto llega mi turno de pagar. Entrego el dinero, tomo las cosas y le paso las galletas a Karl, que me da las gracias. Nos quedamos un momento cerca de la puerta mientras los demás pagan lo suyo. Cuando terminan, vamos juntos hacia las mesas que hay afuera de la cafetería, donde Margaret nos espera con una sonrisa amable. No sé por qué, pero verla ahí me da cierta calma, se ve muy feliz y eso me deja tranquilo, después de lo que hablamos el fin de semana temía que se encontrara mal.

—Karl, Jonah —Saluda alegre.

—Dime Karl, el increíble ayudante de fotografía —Dice él, sentándose a su lado.

—De acuerdo —Responde ella divertida, y luego me mira.— ¿Y a ti cómo te llamo?

—Pensaré en un título igual de cool —Bromeo mientras me siento frente a ella y dejo mi mochila abajo de la mesa.— Por ahora, solo Jonah.

—¿Verdad que salieron bien las fotos? —Dice Nataniel al sentarse junto a Margaret.

—Sí, te viste genial —Me anima ella.

—Apenas si se me veía la cara.

—Por eso —Responde entre risas. Intento ponerle mala cara, pero termino riéndome también.

Charlie y Sophie se sientan cada uno a mi lado, y los seis empezamos a comer entre risas y comentarios sueltos.

—Jonah, ¿cuándo cumplirás mi sueño? —Pregunta Charlie con fingida decepción.— Vi que la vez pasada le diste un café macchiato a Maggie, y pensé que a mí me darías mi pan.

Todos me miran, y siento cómo las mejillas se me calientan.

La verdad, me había olvidado de lo que Charlie dijo aquella vez. Lo único que se me quedó grabado fue que a Margaret le encantaba el macchiato. Por eso me puse a practicar.

—El macchiato no está en nuestro menú —Digo rápido.— Y tampoco los panes, pero la próxima vez que vayas, tendrás uno por parte de la casa.

Charlie sonríe y me da un leve empujón en el hombro.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 01.11.2025

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