Más que tú

Capítulo XIV

Jonah

Viernes otra vez. Es el primer pensamiento que cruza por mi cabeza apenas despierto. Me tapo toda la cara con mi cobija y me pongo en posición fetal para entrar en calor.

Siento como el sueño comienza a apoderarse de mí y entonces es cuando suena la alarma que anuncia que son las siete de la mañana.

—No —Murmuro, con la voz ronca, mientras estiro un brazo fuera del edredón para apagar el horrible ruido que sale de mi celular en la mesa de noche.

Cuando por fin dejo de escucharlo, me vuelvo a tapar. La cobija está tan suave que casi vuelvo a dormirme, pero la voz de mi hermano llega desde el cuarto de al lado, rompiendo mi paz.

Está cantando una canción inventada, lo sé porque ni rima, y dice cosas como "vámonos ya a la universidad".

Me tapo los oídos con ambas manos, decidido a ignorarlo, pero un nuevo sonido me hace rendirme: la notificación de un mensaje.

Perfecto. Ya entendí. Me voy a levantar.

Apartó las cobijas de mi y me paso las manos por la cara con frustración antes de tomar mi celular y ver el mensaje.

Es Karl.

Me ha mandado cinco imágenes con poses en pareja y un mensaje que dice:

"¿Cuál crees que quiera hacer Maggie?"

Frunzo el ceño y abro las fotos.

La primera muestra a dos personas muy cerca, mirándose de frente. Está demasiado cerca así que la descarto al instante.

La segunda es una de esas donde forman un corazón con los brazos. Muy ambigua.

La tercera es más decente: dos personas señalándose entre sí. Tal vez.

La cuarta parece que están jugando piedra, papel o tijera. No sé si tiene sentido, pero es graciosa.

Y la quinta es una selfie suya con cara de dormido. Seguramente la mandó por error, pero igual la guardo. Me servirá para molestarle más tarde.

Escribo: "Tercera o cuarta."

Envío y apago el celular.

No sé por qué Karl anda molestándome desde ayer con eso de que se tomará muchas fotos con Margaret.

No entiendo con qué intención lo hace, pero solo pensar en ella hace que me ardan las mejillas.

Recuerdo el momento de ayer: cuando tomé su mano.

No sé por qué lo hice. Pude jalarla del brazo, pero no, tuve que sujetarle las manos.

Y lo peor es que sentí un cosquilleo raro, como si me hubiera pasado corriente.

Qué vergüenza.

Me cubro la cara con la almohada y ahogo un grito.

Y también, durante la exposición del taller, no le quité los ojos de encima.

Ojalá no la haya incomodado.

No sé por qué sigo recordando eso.

Debe ser porque fue incómodo. Sí, eso debe ser.

Nada más.

—Jonah, voy a pasar —Escucho decir a James, que probablemente ya está a punto de abrir la puerta.

Solo me quito la almohada de la cara.

—Pasa.

Abro los ojos y lo veo entrar al cuarto.

Ni siquiera me mira; va directo a mi clóset como si fuera el suyo.

—No tengo nada ilegal —Digo mientras me levanto y agarro la primera ropa que veo para ducharme.

—Eso ya lo sé. Cada cierto tiempo reviso tu cuarto —Dice, y abro mucho los ojos ante su declaración.

—Es broma. —Añade rápido, sin dejar de rebuscar entre mi ropa. —No entro para nada aquí.

—¿Entonces qué buscas? —Pregunto antes de entrar al baño.

—Un pantalón de vestir. Tengo una exposición hoy, y recuerdo haberte heredado uno hace dos años. —Responde.

—Está doblado en la parte de arriba, hasta el fondo. —Le digo antes de cerrar la puerta.

—¡Gracias! —Escucho que grita cuando lo encuentra y se va del cuarto.

Durante la ducha intento no pensar en nada, pero aún con el agua caliente sigo sintiendo frío, así que me apresuro.

Cuando termino, me pongo una playera negra de cuello alto, un suéter gris y un pantalón negro. Me miro al espejo y analizo mi reflejo por un momento.

Tengo las ojeras un poco marcadas, pero no me importa.

Mis mejillas están sonrojadas por el agua caliente, algo que siempre me ha molestado, pero ya me acostumbré.

Mi cabello castaño sigue mojado y despeinado.

Y mis ojos color azul, algo apagados. Un color normal aquí en Trondheim, nada especial.
Supongo que por eso llaman más la atención los ojos oscuros, o al menos a mí me llaman la atención, como los de Margaret.

Ese tono marrón que parece otoño me gusta mucho.

Me aparto del espejo en cuanto me doy cuenta de lo que estoy pensando.

No, no.
Mejor termino de alistarme. Me pongo las calcetas, los tenis, y trato de pensar en otra cosa, como en la tarea de fotografía.
Terminé haciendo pareja con la última compañera de Margaret, Camila. Ayer me pasó su número, pero todavía no nos organizamos bien. Supongo que el fin de semana decidiremos qué hacer.
Probablemente terminemos con una foto donde se note que solo somos compañeros.

Da igual.

Vuelvo al espejo y cepillo mi cabello hasta que deja de parecer un desastre. Cuando lo logro, salgo del cuarto y voy directo a la sala, donde James está sentado con un traje puesto y bebiendo su leche de chocolate de anoche.

—¿Y es necesario ir así? —Pregunto mientras entro a la cocina a servirme café y agarrar un croissant.

—Sí. Si no, ni me dejan entrar al salón. Es requisito —Responde con calma.

Mientras preparo mi café, él sigue hojeando unas notas. Cuando termino, me siento junto a él.

—Por cierto —Dice, levantando la vista. —¿cómo están tus amigos? Hace días que no los veo.

—Bien. Charlie y Nataniel ya tienen todo planeado para la fiesta navideña. Sophie y Margaret van bien en el taller de fotografía, igual que Karl y yo.

Él asiente y sonríe.
—Me alegra escucharlo. Espero verlos hoy.

Yo solo asiento, y seguimos desayunando mientras me cuenta sobre sus clases y cómo Oliver y él están compitiendo por la mejor calificación.

No entiendo cómo puede gustarle tanto estudiar, pero bueno, es mejor eso que cualquier otra obsesión.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 19.11.2025

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