Capítulo XVI

Jonah

—¿Estás seguro de que dijo que sí? —Pregunta, demasiado nervioso, Karl mientras limpia sus lentes con una parte de su suéter negro.

Sonrío mientras seguimos caminando por uno de los pasillos de la universidad.

—Las tres veces que se lo preguntaste, esas mismas tres veces te dijo que sí. Puedes estar tranquilo, me aseguré de limpiar bien mis oídos, así que no escuché mal. —Le doy unas palmadas en la espalda y él asiente.

—Entonces es un hecho. Iré con Gracie al baile de Navidad —Dice, como si repetirlo en voz alta lo ayudara a creérselo.

Yo solo sonrío al ver su cara de sorpresa. No lo culpo; yo también sigo sin creerlo.
Hace apenas unos días Karl no sabía ni cómo acercarse a Gracie, y ahora van juntos al baile. Todo pasó demasiado rápido: unas cuantas pláticas, un par de chistes y, de la nada, se hicieron amigos.
Así es él, nunca pierde el tiempo y siempre consigue lo que se propone.

Lo curioso es que el martes me contó que Margaret le dio un consejo sobre cómo hablarle, y no dudó ni un segundo en intentarlo. A la primera hora de clases ya había dejado caer una pluma cerca de Gracie, justo como le dijo Margaret, y gracias a eso empezó la conversación que hoy lo tiene tan feliz.

A veces me impresiona la forma en que Margaret logra influir sin siquiera proponérselo. Tiene esa calma que hace que los demás crean que todo puede salir bien.

Y tal vez por eso, cuando la miro, siento que todo también podría salir bien para mí.

—¡Margaret! ¡Tengo que agradecerte por todo! Dime, ¿qué quieres? ¿Un abrazo mío? ¿Un autógrafo? —La voz de Karl me saca de mis pensamientos. Lo veo correr hacia aquella chica vestida con pantalón beige y suéter blanco: Margaret.

Ella sonríe al notar la emoción de mi amigo. —Si se pueden los dos, estaría bien —Responde divertida, y Karl la abraza sin dudar.

—El autógrafo te lo doy después, pero en serio, gracias. Ya tengo con quién ir al evento de Navidad… y por suerte no será con Jonah. —Al escuchar mi nombre, pongo los ojos en blanco mientras me acerco.

—La suerte es mía, no te confundas —Digo, ganándome la mirada de Margaret cuando se separa del abrazo.

Me sonríe, y sin pensarlo suelto un torpe: —Hola.

—Hola. —Su voz es suave, y por un momento nos quedamos así, frente a frente, a menos de un metro de distancia. Karl nos observa en silencio, pero yo apenas lo noto.

No sé qué me pasa. Hace días que me siento raro, y creo que ella también lo ha notado. Tal vez la he incomodado con mis tonterías… y eso me preocupa. No quiero que se sienta incómoda conmigo. Margaret es una gran amiga, una de las mejores que tengo, y me dolería si dejara de verme igual por culpa de algo que ni siquiera entiendo del todo.

O bueno, tal vez sí lo entiendo. Tal vez lo sé, pero no quiero admitirlo.
No después de haber tomado su mano en clase, ni de quedarme viéndola sin razón, ni de sentir este salto en el pecho cada vez que me sonríe.

—¿Es competencia de miradas? ¿Me puedo unir? —La voz de Karl rompe el silencio, y siento el calor subir a mis mejillas.

—Hablamos por telepatía —Bromea Margaret, y suelto una risa nerviosa.

—Ey, eso solo lo podemos hacer tú y yo —Interviene Sophie, acercándose con su cabello rosa brillante.

—¡Sophie! Ya tengo con quién ir —Anuncia Karl, casi gritando.

Ella me mira, confundida, y yo niego rápido antes de que empiece con ideas raras.

—¿No que no querías ir con nadie? —Le pregunta arqueando una ceja.

—Es que temía que me rechazaran —Responde Karl, inflando el pecho—, pero es oficial: iré con Gracie, una chica de mi grupo.

Lo dice tan alto que probablemente ya lo escuchó media escuela, pero verlo tan feliz me hace sonreír.

—¡Genial! Tres de seis ya tienen con quién! —Escucho la voz de Charlie detrás de mí, y antes de que pueda reaccionar me pasa un brazo por los hombros. —Falta Maggie…

Trago saliva. No me gusta el tono con el que lo dice, como si supiera algo que yo no. Pero antes de que pueda responder, Margaret se adelanta.

—También falta Nataniel, no está exento. —Le lanza una mirada de advertencia al de cabello naranja, que solo alza los hombros y retira su brazo de encima de mí.

—¿Qué yo qué? —Pregunta Nataniel, acercándose al grupo mientras se coloca al lado de Sophie.

—Que vas a estar orgulloso porque ya tengo con quién ir a la fiesta de Navidad. —Dice Karl con una sonrisa enorme.

Nate arquea una ceja. —¿Vas a ir con el pequeño Jonah, no?

—Cambio de planes. —Karl sonríe aún más, claramente disfrutando del momento. —Iré con una compañera. Se llama Gracie.

El moreno abre los ojos con sorpresa, pero enseguida sonríe. —Wow… muchas felicidades, en serio.

—Entonces solo queda buscarle pareja a Nate, Maggie y Jonah. —Dice el de cabello naranja, y sus ojos azules brillan como si estuviera a punto de soltar algo.

—Probablemente Jonah vaya con Camila. Desde la sesión de fotos que hicieron el lunes parece que la flechó. —Bromea Karl, y yo lo miro con los ojos abiertos de par en par.

¿Pero qué está diciendo este?

—En las fotos que nos mostraste parecían todo menos compañeros. —Agrega Sophie con los ojos achicados, analizando mi portamiento.

Algunos voltean a verme, y eso ya me pone nervioso. Pero lo que me descoloca del todo es notar que otros miran a Margaret. ¿Por qué la miran a ella?

Paso una mano por mi cabello y trato de aparentar calma, aunque por dentro siento un revoltijo en el estómago.

—No iré con ella. —Digo más rápido de lo que debería, mirando a Karl—. Esas fotos no significan nada. Solo parecíamos cerca porque ella fingió tropezar justo cuando se tomó la foto.

Y es cierto. Solo la sostuve para que no cayera, no pensé que esa sería justo la foto que pondría en la presentación. Y lo peor fue que, al exponer, dijo que queríamos reflejar una conexión especial. Aún me arde la cara de recordarlo. No quise corregirla en frente de todos; no quería que pasara la vergüenza de su vida. Pero apenas terminó la clase, la enfrenté. Le dije que ya habíamos elegido otra foto, que no debió usar esa, o que al menos me hubiera avisado.