Terminó de cerrar la puerta, y me encuentro observando la pared, pensando en quienes le habrán hecho eso y en la queja que presentaremos en la dirección.
—Ya termine—me informa procediendo a tomar su mochila. Yo la miro y me acerco, ella retrocede.
—No te asustes—le digo, porque solo quería recoger mi chaqueta y quería aclararselo.
Veo que Carolina camina hacia la puerta y saca un poco la cabeza para ver si está uno de los regentes inspeccionando en los pasillos como de costumbre.
—Vamonos, no hay nadie—termino de recoger mi chaqueta y mi mochila que había dejado en lado.
Caminamos sigilosos por los pasillos, para que nadie nos note. Llevo la delantera y noto que el regente Will está viniendo. La tomo de la mano y rápidamente nos escondemos detrás de un contenedor de basura.
Las pasos se oyen cada ves más cerca, esperamos hasta que se vaya.
—Creo que ya fue—me dice casi susurrando.
—Si, salgamos—procedemos a caminar en dirección a la oficina del director.
Carolina se detiene.—¿Por que te detienes?—veo que no quiere acusar a sus agresores.—Esto no puede quedar así, tu lo sabes.
—Lo se, pero no quiero denunciarlas ahora—me dice para luego caminar hacia la salida.
—Sabes que no estas sola, soy tu testigo— le digo interponiendome en su camino.
Me mira, veo que ya no está triste pero ahora parece fría conmigo—Quiero irme a casa, tu tienes clases.
—No iré, a pasar—me toca literatura y esa materia para nada me gusta.
—Como quieras pero no vendrás conmigo—dijo con firmeza. Yo quería estar a su lado.
—No puedes decidir sobre mi, o lo que hare—me mira fastidiada.
Se aleja de la salida y seguimos caminando, digo seguimos porque sigo compañándola.
—Ayer me dijiste que era como alguien de tu familia—le recuerdo, porque me dejó pensando en eso.
—Si, lo recuerdo, te lo dije para que no siguieras preguntando, pero veo que eres muy curioso.
—Y muy sinsero—se detiene y me mira.
—¿Es enserio..?—¿por qué me dijo eso?.
—Oye se que no me conoces bien.
—Y no quiero hacerlo—dijo con resentimiento.—No quiero conocer a ninguno de ustedes.
—Porque estás así, no quieres avisarme quien te hizo esto tampoco quieres acusarlas de lo que te hicieron—digo algo enfadado, pero con ganas de acariciar su cara.
Veo que uno de los regentes nos escucho. "Maldición por qué tiene que pasar esto".
—¡Ustedes que hacen aquí!—se dirige hacia nosotros. Empezamos a correr y no dejamos que nos recozca.
—¡No corran!, ¡Detenganse!—grita a lo lejos.
Por suerte los de aquí no me conocen mucho ya que cada año se cambia de personal, de profesores y hasta de directores.
Involuntariamente había tomado su mano, ya cuando estabamos en la puerta de incendios, suelto su mano.
Abrimos la puerta que directamente daba hacia la calle y como no había seguridad salimos.
Nos percatamos que la lluvia empezaba a caer, corrimos, pero la lluvia fue más rápida que nosotros.
La primera cafetería cerca se encontraba cerrada y no pudimos ni ocultarnos allí. Fue entonces que recordé que había un restaurante cerca como a dos cuadras de aquí.
—¿Quieres almorzar conmigo?—pregunto mirandola directamente a los ojos y luego a sus labios. Pero más que todo a los ojos.
—Aun no son las doce del medio día, mira—me muestra su reloj con la hora exacta.
—Bueno, entonces¿que quieres hacer?—le pregunto.
—Tú solo sigueme—dice caminando en la lluvia.
Llevamos como 15 minutos caminando y la lluvia aún no calma.
—¿Ya llegamos?—pregunto por décima vez. Ella rueda los ojos.
—Aun no, ya te lo dije hace dos minutos.
—¿Que acaso estamos llendo al infierno para secarnos?—digo para fastidiarla.
—No, pero no sería mala idea Danny—esa última palabra me fascino, hace buen rato que no decía mi nombre.
—Y ¿cual es tu apodo Carol?—me interesaba saber si tenía uno.
—Ahora a vos que mosca te picó—replica ella.
—Ninguna, enserio ya dime—da un leve suspiro como respuesta adelantada.
Me río un poco, porque en estos momentos tengo ganas de ponerle un apodo gracioso.
—No, no te rías niño rico—dice viéndome.—Ni se te ocurra ponerme uno.
—Si, ya se, que tal, Tarantula, o si no.—me empuja y yo también quiero hacerlo pero me hecho a correr.
—Oye no corras, ¡te matare, liebre!—grita persiguiendome.
—Ya se, que tal, ¡Tortuga!—entonces viéndome con enfado lanza su única arma en mano. Su zapatilla.
Esa zapatilla hermosa da conmigo debo admitir que tiene buen tiro, finjo caerme. Ella se acerca rápido a mi.
—¿Estas bien?, eres un tonto—comenta ofreciendome su mano. La tomo y con algo fuerza la jaló hacia mi.
Se cae contra mi pecho, y entonces la abrazo. Se me hace tan cálido abrazar su cuerpo en estos momentos.
Carolina
Por qué simplemente dejo que me abrace en estos momentos. Trato de moverme y alejarme pero Danny parace no querer hacerlo.
—Estas loco Danny—digo aún apoyada en su pecho, al cual me acostumbraba poco a poco. Y digo que me acostumbraba porque en realidad no me molestaba eso.
Lo que si me molestaba es que estuvieramos mojados por la lluvia, ya que no tenía ropa para ambiarme en ningún baño.
El se sienta junto conmigo, y no se cómo no lo sentí, creo que estaba tan sumida en mis pensamientos que no lo noté.
—Aun falta para llegar—pregunta por un décima vez mirándome a los ojos. Sentí que el mundo se detenía en ese mismo momento.
Sus labios rosaron con los míos. ¿Que? Me estaba besando.
"Recién te das cuenta" me decía mi conciencia "ya besalo, que esperas".
Sus labios tocaron los míos, y procedió acariciar mi cabello, yo estaba sumida en sus labios y disfrutando el sabor que sabia. No sé porqué, pero encajabamos tan bien en este beso, que parecía eterno. Nos dimos espacio por la falta de aire.
—Te amó—Dijo mirandome detalladamente. Yo aún no podía asimilar lo que estaba viviendo y sintiendo en estos momentos.