Mas que una jefa, mi amor

capitulo 10 a epiogo

CAPITULO X

Melina al fin sentada en la cómoda butaca de primera, trataba de recrear en su imaginación lo ocurrido en el día, porque se sentía algo mejor, Edmundo tenía fiebre al despertar, se rió con él de los efectos de la medicación y se dormía con gran facilidad. ¿Un hombre en esas condiciones, podía tener un encuentro sexual con una mujer? Cuando y como la llamó. Le parecía que no. Sus lagrimas habían sido innecesarias.

Estaban preparando un refrigerio, y el olor de la comida le provocó unas ligeras nauseas. “! Ay! Espero, que Edmundo no me pegara su gripe.” Respiro profundo varias veces, tomó un poco de agua y se calmó. Comió el refrigerio con apetito y se quedó profundamente dormida.

Abrió los ojos y la cabina estaba completamente oscura, ella estaba empapada en sudor, del sueño erótico que acababa de tener, le decía cuanto añoraba a Edmundo tal vez demasiado. Miro la luz verde en el sanitario y se levantó para ir allá. Luego de hacer sus necesidades se lavó un poco y regreso al asiento, el avión no iba muy lleno y apenas cuatro pasajeros todos dormidos en primera. Encendió la lámpara individual para leer un poco y a los pocos minutos el libro caía en su regazo, la tensión de lo ocurrido la había agotado y se durmió de nuevo.

Melina abrió los ojos y miró a su alrededor, la claridad del día entraba por las ventanillas del avión, se dirigió al sanitario y pocos minutos después salía renovada, maquillada ligeramente y medianamente aseada. La azafata se acercó con una bandeja con el desayuno, pero algo pasaba con su estomago, lo sentía revuelto. Probó el jugo de frutas y lo dejó, solo comió, el pan tostado y el té. No entendía que le pasaba, nunca tenía malestar de estomago y comía de todo.

Aterrizaron a las 9.34 am, tal y como estaba previsto, llegó a inmigración, recogió su maleta y se dirigió a la salida. Se sentía francamente mal las nauseas aumentaban a cada paso. Vio a su hermano y corrió hacia él, pero casi a su lado pregunto “el sanitario por favor“-  La mujer al lado de su hermano señaló el camino y hacia allí corrió, unos minutos después una Melina pálida llegó hasta ellos, abrazando apretadamente a su hermano.

-Luis perdónenme, me sentía horrible devolví lo poco que comí. No sé qué me pasa.

-Deja que te presente a mi esposa, ella es obstetra, así que podrá ayudarte. Victoria Barbosa descendiente de los portugueses del Reino de Portugal que poblaron estas tierras en años pasados y mis hijos Theodore, ese nombre lo elegí cuando aun no recobraba la memoria, mira lo que es el cerebro humano, ahí estaba el nombre de papá y Mireia que es la mamá de Victoria.- Las mujeres se abrazaron y luego abrazó a los niños.

-Vamos a casa tenemos mucho que hablar. Hermana.

La casa era  sencilla pero hermosa en una zona residencial de casas todas muy similares.

-Vas a estar en una habitación que Victoria, eligió para mi familia si un día recobraba la memoria.

Melina sonrió a Victoria las dos mujeres conectaron desde el primer momento y la empatía entre ellas se percibía.

-¿Quieres comer algo? A ver si tu estomago ya se normalizó.

-No, solo agua. Más tarde veré.

-¿Y no quieres dormir, ese vuelo es largo? Melina antes de que lo olvide, yo estaba retenido en la embajada, hasta poder constatar que era Luis Martin y entonces mi hermanita tuvo la genial idea de enviar con el acta de nacimiento fotos de familia y fotos de mi graduación de Suma cum laude, donde se ve claramente, que soy yo, más joven y con la fecha de graduación al pie de la misma, de inmediato solicitaron la fecha de entrada al país y la fecha apenas era dos meses después de la graduación, pude relatar la razón de mi viaje y mi último recuerdo, resbale cruzando un riachuelo cuando regresaba de un grupo Ebo, a quienes ayude a mejorar la construcción de sus viviendas. Al caer me golpee la cabeza y tuve una conmoción cerebral.

-Yo acababa de regresar de España con cuatro amigos que deseaban conocer Lagos, también recién graduados en obstetricia lo encontramos y pudimos salvar su vida. Estuvo un mes en coma y al despertar, sorpresa no sabía quién era, pero lo llamamos Luis por las etiquetas que tenía cosidas a la ropa que llevaba puesta, ni bolso, ni morral. Yo estaba fascinada con él debo reconocerlo y como estaba en mi hospital, lo visitaba a diario. Como verás ya había decidido que era mío, que mas puedo decir

-¡Que increíble! ¿Y cómo se casaron sin identidad?-   Las carcajadas de la pareja sorprendieron a Melina que los miraba asombrada.

-Yo soy Victoria de Luis y los niños son Theodore Luis y Mireia Luis. Luis tiene unos papeles provisionales, tan pronto tenga un pasaporte de su país tenemos que arreglarlo todo, las actas de nacimiento, de matrimonio. No fue nada fácil, contratamos un abogado y poco a poco se solucionaron los problemas, pero Theo fue una de las razones, cuando me embarace las cosas se suavizaron.




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