Más tuyo que mío (libro 3 Saga Mas)

Capítulo 1

Ben despertó emocionado. Sus amados padres regresaban a casa ese día, por lo que, desde muy temprano, les estuvo preparando una sorpresa de bienvenida, a escondidas de los empleados de la lujosa mansión Gay Neiman.

El niño tenía motivos de sobra para irradiar felicidad porque, además de recuperar a sus padres, al fin, comenzaría clases presenciales. No más cursos introductorios con tutores estrictos, ni más días solitarios, encerrado en casa. Ahora podría interactuar a diario con otros niños de su edad y tener amigos de verdad. Su abuela le compró uniformes más útiles escolares y, desde que los recibió, revisaba a cada rato para que no le faltase nada. Según lo que él creía que podía necesitar y lo que había visto en la mochila de su primo Lance.

Se fingió dormido cada vez que Honey, su niñera, fue a buscarlo, pero estuvo largo rato mirando por la ventana, esperando la llegada del vehículo de sus padres y, tan pronto lo vio, se escabulló para ingresar a la habitación de estos y esconderse debajo de la cama.

Ben vivía sorprendiendo a su mamá Carmín y ella, después de pasar el susto, lo reprendía llenándolo de besos y abrazos. Extrañaba demasiado sus sonrisas y sus muestras de afecto, sentía que había pasado una eternidad desde que recibió la última.

Se esforzaba por mantenerse quieto y no mover tanto sus pies, también cubría su boca con ambas manos para no reírse, preso de la emoción, al sentir pasos acercándose. La puerta de la habitación fue abierta y, desde su escondite, reconoció los zapatos de sus padres. Sus ojos brillaron y su sonrisa silenciosa se expandió, al igual que su pecho inflado de ilusión.

Se preparó para salir y sorprenderlos, pero antes que pudiera hacer nada, escuchó el grito alarmado de su madre cuando algo de vidrio cayó al suelo, convirtiéndose en un montón de astillas, varias de las cuales fueron a parar hasta su refugio.

Ben no podía saberlo, pero el crucero por el Mediterráneo había sido de todo menos relajante porque sus padres no dejaron de discutir ni un solo día. Carmín traía entre sus manos un oso de cristal que contenía muchos dulces coloridos como regalo para su hijo. El mismo que se deshizo en el suelo cuando Benedict la abofeteó para luego inmovilizarla contra la pared.

El niño escuchó más gritos que lo hicieron salir presuroso de su escondite y, una vez afuera, abrió sus ojos de par en par, asustado, cuando observó la turbadora escena en la que su furioso padre agredía a su madre, apretándole el cuello mientras ella lo golpeaba buscando liberarse.

—¡No, Papá!

Se acercó corriendo para alejarlo de su mamá, pero, cegado por la furia, en un acto impulsivo ante la inesperada llegada de su hijo, Benedict lo golpeó lanzándolo al piso. Ahora fue el turno de Carmín para expandir sus ojos, ante la espantosa visión de su pequeño, cayendo sobre el lugar repleto de astillas de vidrio.

Solía reprenderlo severamente, pero era la primera vez que su padre le pegaba, por lo que Ben, desde el suelo, comenzó a temblar, mirándolo aterrado. Su pecho subía y bajaba precipitado, producto de su respiración errática y sus lágrimas pulsaban por salir, pero sabía que su progenitor se enojaría más si lo veía llorar.

—Hijo… —Benedict liberó a su esposa, al darse cuenta de lo que había hecho, no obstante, el niño le temía por lo que, al intentar acercarse a él, este se levantó con rapidez y corrió para escapar de esa habitación.

Carmín lo siguió presa de los nervios, preocupada, tanto por el golpe como por las posibles heridas que pudo ocasionar esa caída.

El culpable agresor permaneció en la habitación, arrasando con todo lo que encontró sobre la cómoda, furioso por quedar expuesto de semejante forma.

 

Ж

 

Ben no se lastimó de gravedad con las astillas de vidrio que yacían por todo el piso, solo tuvo leves rasguños, pero la pálida piel de su mejilla no corrió con tanta suerte, lucía muy enrojecida y comenzaba a inflamarse.

Benedict se encargó de ocultar los hechos, limitando y amenazando al personal alrededor de su hijo, mientras que Carmín no paraba de colocar compresas frías y pomadas cada cierto tiempo sobre el área afectada. Inclusive, fue necesario un certificado médico falso para justificar la ausencia del niño durante la primera semana de clases, siendo que sus primos preguntaban por él con insistencia.

El no asistir a la escuela, tampoco visitar ni conversar con Lance y Lester, incrementaba la tristeza en el niño, haciéndola notable para los pocos empleados de la casa que podían interactuar con él. Ben comenzó a inhibirse, inconscientemente, cada vez que se encontraba frente a su padre. Uno que nunca fue cariñoso, pero verlo en esa faceta tan violenta, haciéndole daño a su madre, fue algo que le hizo comenzar a temerle.

 

Ж

 

Llegado el viernes, otro día de clases fallidas. Quinta inasistencia por estar de reposo después de sufrir un fuerte resfriado… o eso fue lo que Benedict le ordenó a Ben para que dijera.

A diario, el pequeño se miraba en el espejo, respirando cada vez más aliviado al notar que el golpe en su rostro ya no era visible. Manteniendo la esperanza de asistir a la escuela la siguiente semana.




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