Masamune- No te preocupes, chica. Quienquiera que sea, te protegeré.
MC- Lo sé.
(Estaremos bien.)
Me quedé cerca de Masamune y observé con él el bosque. El sonido de los cascos de los caballos se intensificaron. Las hojas crujieron, y alguien apareció en la oscuridad.
Ieyasu- ¡Masamune! ¡MC!
MC- ¡Ieyasu!
Masamune- Oh, sólo eres tú.
Ieyasu- ...están bien.
Ieyasu desmontó de su caballo, parecía aliviado.
MC- Viniste a buscarnos. Gracias.
Cuando me acerqué para darle las gracias, Ieyasu de repente miró hacia otro lado.
Ieyasu- Te advertí sobre Masamune, MC.
Estaba haciendo un esfuerzo para sonar duro, pero sabía que era porque estaba preocupado. Incluso si no quiere admitirlo en esta vida.
(No habría venido hasta aquí a buscarnos si no lo estuviera. La negatividad de Ieyasu es pura palabrería.)
Ieyasu le entregó una espada a Masamune. Fue la que Masamune dejó caer cuando saltamos.
Ieyasu- Por cierto, dejaste esto en el acantilado.
Masamune- Gracias por traerla. Iba ir a recogerla cuando volviera.
Ieyasu- ¿Cómo sobrevivieron a un salto como ese? Eso es inhumano. Eres inhumano. Por lo menos, tú deberías haber sido arrastrado por el río. Me refiero a ti solo. MC puede quedarse.
Masamune- Sabes que este río desemboca en un lago, ¿cierto? no habría sido arrastrado al mar.
Ieyasu- Entonces vete al lago.
(Ieyasu no se detiene por nadie. Creía que era sólo yo.)
Pero obviamente su ira era una máscara de su preocupación.
(Realmente dice lo contrario de lo que quiere decir. Significa que Ieyasu realmente se preocupa profundamente por los demás.)
Sabía lo suficiente sobre él como para que no me echaran de la forma en que se pinchaban el uno al otro. Ieyasu nos hizo un rápido examen de heridas mientras acercaba el caballo de Masamune.
Ieyasu- Toma. Volvamos a casa. Tu ropa aún está mojada. Si merodean por ahí, ambos se resfriarán y yo tendré que ser el que los cuide.
Masamune- Trajiste mi caballo. Gracias de nuevo.
Masamune se subió a su caballo.
Masamune- MC, tu mano.
Masamune me tendió la mano y, como siempre, me estire para tomarla...
Ieyasu- Tú vienes conmigo.
(¿Oh?)
Cuando extendí mi mano hacia Masamune, fue Ieyasu quien me tomó la mano. Y me llevó a su caballo. Luego me levantó y me colocó sin decir una palabra.
MC- Um, Ieyasu...
Ieyasu- Ahora, siéntate.
MC- Estoy sentada. ¿Por qué estoy cabalgando contigo?
Me acomodé en la silla de montar. Ieyasu se montó con gracia detrás de mí.
(Órdenes del doctor y todo, supongo. ¿Pero...?)
Masamune- Sí. ¿Por qué está cabalgando contigo?
Masamune montó su caballo junto al de Ieyasu mirándole con desdicha.
Ieyasu- Porque tú todavía estás mojado y frío y yo no, genio. Se calentará más rápido conmigo.
Masamune- ¿Y estás bien dejándome mojado y frío? Pensé que te preocupaba que me enfermara.
Ieyasu- Sí, bueno, si te enfermas estarás bien. Siempre lo estás. Nada puede matarte... ustedes dos me dieron un susto de muerte.
Su voz era suave. Instó a su caballo a que volviera por donde había venido.
(¡Él estaba realmente preocupado! Dicho esto, Ieyasu puede ser agradable en secreto, pero realmente puede morder. Me alegro de no haberme metido en esa discusión. Gracias por estar tan preocupado por nosotros.)
Susurré un silencioso agradecimiento, pensando que era más seguro que decirle algo en voz alta.
Masamune- Seré feliz si la chica se mantiene seca. Asegúrate de sacarle todo el calor que puedas, MC.
Una sonrisa tranquila estaba de vuelta en el rostro de Masamune. Todos regresamos a Azuchi. El bosque estaba vibrante después de la lluvia nocturna.
Cuando volvimos, me desplomé en la cama y me quedé dormida. A la mañana siguiente...
Nobunaga- Realmente eres un amuleto de la suerte.
Yo, junto con Hideyoshi, Ieyasu, y Masamune, tuvimos una audiencia con Nobunaga.
MC- ¿Qué quieres decir?
Nobunaga- Tuviste éxito en traerme a Kennyo. Y como siempre, lo hiciste sin intención alguna, o con el propósito de ganar.
MC- Eso es cierto. Definitivamente no quise salir con la intención de ser secuestrada por uno de tus locos acosadores.
Nobunaga- Y eso es lo que considero suerte. Si lo hubieras planeado te pondría a cargo de las tácticas. Pero no parece ser el caso.
(Tenías que decirlo como un insulto, ¿no?)
Le di una mirada desagradable por esa sonrisa siempre presente de diversión que llevaba.
(Aunque no tiene sentido replicarle a Nobunaga.)
MC- ¿Qué le pasó a Kennyo, por cierto?
Pregunté sobre ello en general.
Hideyoshi- Está en las mazmorras.
Fue Hideyoshi quien me respondió.
Hideyoshi- Lo mantendremos donde no pueda hacer daño hasta que el objetivo de Lord Nobunaga de la unificación se haga realidad. No tiene su libertad, pero tiene su vida.
(Así que todavía está vivo.)
No me lo esperaba. Quizá fue extraño, pero me sentí aliviada al oírlo.
(Sí, las cosas que le hizo a Masamune y a los demás fueron horribles.)
Pero yo también había estado dispuesta a hacer algo horrible, por miedo a perder a Masamune. A diferencia de mí, Kennyo había estado consumido por ese miedo y tristeza, y ahora que había cruzado la línea estaba demasiado perdido para volver. Al menos, esa era la impresión que tenía de él.