Máscara Inefable (saga Disfraz #1)

Capítulo IX

¿Sorpresas buenas o malas?

Llego a mi apartamento, lo primero que hago es darme un baño exprés, al salir del baño busco en mi armario hasta encontrar una caja plateada, la abro para sacar un poco de dinero, cuento dos veces, asegurándome de que llevo lo necesario. Lo más probable es que mi psicólogo me corte la cabeza al estilo de Alicia en el país de las maravillas por lo que estoy a punto de hacer, pero en lugar de asustarme me divierte la idea.

Ignoro la razón de por qué estoy ahorrando y me concentro en lo que haré hoy, lo que menos quiero es volver a deprimirme de nuevo.

Me pongo un vestido rojo con un escote sutil, seguido de unos tacones negros y me pongo una chaqueta de cuero coqueta. Me miro al espejo, suelto mis rizos, colocándome algo de fijador para que estén firmes, doy unos retoques más y listo. Tomo mi perfume y me echo un poco.

Descarto la idea de usar maquillaje porque hoy no quiero parecer un payaso, aparte de que siempre he considerado el maquillaje como algo inservible nunca he aprendido a usarlo y por eso prefiero ahorrarme esa vergüenza.

Tomo mi bolso junto con las llaves, busco mi celular pero antes de entrar en pánico recuerdo que lo dejé en el estudio a propósito. Extrañaré esta noche mi juego de solitario pero del resto no hay nada importarme.

Recuerdo por un momento lo de Ryan, causa que mis ojos se cristalicen un poco, pero sacudo la cabeza y me concentro.

Al cerrar la puerta de mi apartamento, el pánico me inunda ante mi idea, camino lentamente hasta llegar a la puerta de mi vecina, levanto mi puño para tocar pero queda suspendido en el aire cuando pienso que debí preguntarle antes de vestirme. Bajo y subo la mano un par de veces más hasta que bufo con fastidio por mí misma por mi estúpida pena.

── Que tonta eres, Alex. ──Refunfuño.

Cuando me voy a dar la vuelta para irme sola, la puerta se abre y yo doy un mini salto del susto. Ella al verme se muestra sorprendida.

── ¿Alex?

Al verla como está, noto que también está vestida para salir.

── ¿Vas a salir? ──Cuestiono con cierto temor.

Ella observa mi vestido.

── Pensaba en salir sola a enloquecer un poco para ignorar mis problemas. ──Dice y casi me río al ver que compartimos razones.

── ¿Puedo ir contigo?

Ella me mira con sospecha.

── Lo siento, pero los hombres son lo mío.

Siento como mi rostro por poco y parece un tomate.

── ¡Por Dios! ──Exclamo horrorizada── Claro que no, yo...

Su risa me interrumpe.

── Tranquila era broma. Ya sé que te gusta Derek.

Ahora sí sé que debo parecer un tomate.
── ¡¿Qué?! ¡Claro que no!

── Sí, lo que digas. ──Cierra la puerta de su apartamento y empieza a caminar── Vamos.

Ruedo los ojos para dejar toda molestia atrás y seguirla, ella hace uno que otro comentario burlón cuando bajamos las escaleras pero lejos de molestarme me rio a carcajadas por sus ocurrencias. Si alguien me hubiese dicho que ella me caería bien, nunca lo habría creído.

Ya en el taxi cuando estamos camino a un antro que ella asegura que me gustara, estoy hecha unos nervios, no he tenido buenas experiencias con lugares así, y la verdad es que espero que hoy sea diferente. Ella comienza a hablarme sobre su rutina diaria, trabaja en una editorial, como asistente de un editor, por lo que nació un sueño, escribir un libro. Me sorprende escuchar que decidió intentarlo, pero hago una mueca al saber que es terror.

── Si me pasas tu correo puedo pasarte una copia para que lo leas y me digas qué tal te parece. ──Al escuchar su petición abro mis ojos con horror── Por fis, necesito opiniones que no sea de mi editorial, siento que se burlarán de mí.

── No es... mi género favorito. ──Hago una mueca, ella al verla se echa a reír.

── ¿Te da miedo?

── Claro que no. ──Me cruzo de brazos indignada de haber sido descubierta.

── No seas así, dame tu correo y tu número celular. ──Saca su celular y me guiña un ojo, con un suspiro resignado le dicto mis datos. Al ver que no tengo intención de hacer lo mismo con ella, cuestiona── ¿Tú no me vas a pedir nada?

── Dejé mi celular, lo siento. Déjame un mensaje para saber que eres tú.

── Está bien.

Llegamos a algo enorme donde se puede ver las personas haciendo fila para poder entrar, entorno mis ojos a la idea de tener que hacer fila. Siento como ella toma mi mano sacándome
del auto y al mismo tiempo del trance, me lleva al comienzo de la fila logrando que las personas que están esperando nos miren mal.

── Hola, Jackson. ──La escucho saludar al hombre intimidante que está en la entrada, él al verla se hace a un lado para dejarnos entrar.

── Hola, preciosa.

Eso me hace pensar, en cuantas veces habrá venido Jess para que la dejen pasar como si nada.
Entramos al club y la música de David Guetta no tarda en hacerse notar, nunca había visto tanta gente reunida, y mucho menos a las nueve de la noche. Las luces parpadean haciendo que me maree un poco pero lo soporto. Ella aún sin soltarme la mano, me lleva a lo que es una barra, escucho como pide dos tragos.

Les juro que lo que pidió en mis oídos se escuchó como wichu wichu.

Yo también sé de bebidas, pero se bebidas simples que pueden destrozar tu cordura en menos de diez minutos pero no así. Bebidas afeminadas que no te hacen ni cosquillas en el estómago. El chico nos sirve los tragos, ella lo toma bebiéndolo en una sola toma, imito su acción y siento como arde mi garganta, dejándome en claro que no es lo que pensé en un principio. No sé qué es esto, pero en definitiva quiero otro.

── ¿Vienes mucho aquí? ──Cuestiono jugueteando con el vaso vacío.

Ella asiente con tristeza.

── Sí, me ayuda a despejar la mente. ──Dice y mira al frente── Él único lugar donde no me dicen que no soy lo suficiente buena.

── ¿Quién dice eso?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.