Máscara Inefable (saga Disfraz #1)

Capítulo X

Las cartas sobre la mesa.

Llegamos al frente del club donde hay un taxi esperando a un cliente, bien, puedo mandarlo a su casa, al llegar donde está el taxi abro la puerta con dificultad y lo obligo a entrar, él se acomoda, su cabeza se va de lado y al fijarme bien me doy cuenta que está dormido. Perfecto. Empiezo a chasquear los dedos en frente de su rostro y con la otra mano lo muevo.

── Derek, ¿dónde vives? Dime rápido. ──Lo muevo bruscamente para abra los ojos.

El apenas abre los ojos, cuando sus ojos se posan sobre los míos, sonríe.

── ¿Ya tan rápido quieres llegar a la última base, Friki?

── Muy gracioso. Hablo en serio, tu dirección.

── Ten en cuenta que me gustan que sean atrevidas.

── Lástima que yo no lo soy.

── ¿Y si lo hacemos aquí ahora? ──Me mira haciendo un puchero y no puedo evitar sonrojarme por su comentario, pero a la vez me enoja. Sólo lo dice porque está ebrio.

Miro al taxista y puedo notar que se está hartando de nosotros o solamente de Derek, espero desesperadamente que sea la última opción, vuelvo a ver a Derek de nuevo, sólo sigue balbuceando cosas sin sentido sobre mujeres, es como si estuviera contando los nombres de con quienes ha estado.

Vale, no queda de otra.

Me termino de subir acomodándome a su lado, cierro la puerta mientras le indico al taxista mi dirección. Cuando acelera Derek acomoda su cabeza en mi hombro, ruedo los ojos, pensando en que lío me he metido.

Llegamos y el taxista se estaciona, esperando a que le pague, me dispongo a sacar de mi dinero, pero antes de hacerlo volteo a mi izquierda, Derek parece estar en otro mundo, una sonrisa malvada se extiende por mi rostro. Cierro nuevamente mi bolso y comienzo la búsqueda de la billetera de Derek, no está en los bolsillos de su chaqueta, tampoco en sus bolsillos delanteros, solo queda... rayos. Con delicadeza toco el bolsillo trasero y siento la billetera adentro, cuando la saco cuidadosamente, Derek lo siente y gruñe en mi cuello. No sentí que se había movido.

Y casi me muero al escucharlo.

Una vez con la billetera saco el efectivo y se lo paso al taxista agradeciéndole, quien me dedica una mirada de diversión al ver lo que hice. Abro la puerta, me bajo rápidamente acomodando mi bolso, guardo mientras tanto la billetera ahí y tomo el brazo de Derek, tratando de hacer que salga, pero no me hace caso.

── Derek, ¡sal de ahí y camina!

Él se endereza para observarme con un puchero.

── No.

Señor, te lo suplico, paciencia.

Me acerco y me inclino para hablarle al oído. Su olor inunda mis fosas nasales mareándome ligeramente. Debo admitir que huele muy bien.

── Si sales, y entras a mi apartamento te diré los precios y paquetes, pero sólo si sales en este momento lo haré todo totalmente gratis. ──Digo tratando de parecer coqueta aguantando la risa.

No hizo falta decir más, él se levantó de pronto, cerró la puerta del taxi, empezó a caminar tomándome del brazo, adentrándonos al edificio.
Llegamos a la puerta de mi apartamento y yo me repito mi plan de lo que haré a continuación para que no se me escape ningún detalle, lo ayudaré con sus heridas le daré una taza de café para que se calme y yo tomaré tres para aliviar mi ansiedad. Sé que es malo acudir a mis adicciones, pero necesito estar serena si este hombre va a pasar la noche aquí.

Apenas y abro la puerta y no lo pienso dos veces para salir volando a la cocina, sintiendo una enorme necesidad de poner distancias o me voy ahogar con tantos sentimientos contradictorios. Fue una terrible idea traerlo, pero ya lo hice así que no hay vuelta atrás.

Saco el café de la despensa, abro la cafetera y preparo una cucharada, de pronto dos manos se posan en mi cintura, me tenso, entonces siento como Derek huele mi cabello. Sin pensarlo dos veces le doy un codazo en el abdomen, escucho su quejido mientras se separa. Vierto el agua en la cafetera, la cierro y la enciendo para que esta máquina haga mi elixir de vida eterna.

Me volteo y observo a Derek, quien tiene su mano en donde lo golpee, una ola de culpa se aproxima, especialmente cuando recuerdo que lo han golpeado, pero debo mantenerme firme.

── ¿Quién te crees para tocarme de esa manera? ──Le pregunto con molestia por creerse capaz de hacer lo que quiera.

── Tú fuiste la que se insinuó hace un momento. ──Mierda tiene razón.

── Si no lo hacía aún estarías sentado en aquel taxi. ──Subo mis brazos con exasperación. Recuerdo que tiene heridas y me decido por hacerle la cura── Como sea, te voy a curar esas heridas. Quédate quieto en aquel sillón.

── Oblígame, Friki. ──Arqueo una ceja ante su desafío de doble sentido.

Lo tomo de la mano guiándolo hasta el sillón, lo obligo a sentarse, corro hasta el baño y tomo un agua oxigenada, unos cuantos algodones, gasas y adhesivos. Regreso a donde está él, me arrodillo justo al frente, acomodando todo en el suelo a mi lado. Tomo un algodón, lo mojo con un poco de agua oxigenada y lo paso delicadamente por su rostro, limpiando la sangre que tiene en la sien y la mejilla izquierda. Él tiene una mirada serena, como si estuviera acostumbrado, sin embargo, no puede evitar hacer una que otra mueca.
── Lo siento. ──Me disculpo, paso el algodón por su mejilla con más delicadeza── Y me disculpo también por golpearte el abdomen, había olvidado lo que pasó.

── Tranquila, eso no es nada. ──Me sonríe de lado── Estoy bien.

Ladeó mi cabeza al escucharlo, es obvio que no está bien, mínimo su torso debe de estar peor pero no creo que pueda pedirle que se quite la camisa con lo pícaro que está en este momento. Dejo los algodones y recojo un poco apartando las cosas, me enderezo sobre mis rodillas tomo su chaqueta con mis manos quitándosela.

── Me estas excitando. ──Dice de pronto.

── ¿Puedes callarte? Gracias. ──Le pido con amargura.

Me obedece y se queda callado, sigo con su camisa, con los dedos algo temblorosos voy desabotonando su camisa algo torpe, puedo sentir como la respiración de Derek se entre corta. Cuando empiezo a quitársela no sé por qué pero levanto mi mirada topándome con la suya, su mirada parece estar desvistiéndome y esa idea me desagrada. Tomo su camisa entre mis puños, molesta.




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