Máscara Inefable (saga Disfraz #1)

Capítulo XX

Fuertes Declaraciones

── Quiero que voltees y dejes de trabajar un momento.

── No, no me voltearé, si no quieres aceptar mis condiciones allá está la puerta. Y cuando salgas recuerda poner el seguro.

Lo escucho suspirar y maldecir en voz baja, con eso sé que gané la discusión.

── De veras eres demasiado terca. ── Se queja.

Ignoro el sentimiento de dolor que me inunda al escuchar sus palabras y me concentro en aplicar el turquesa.

── ¿Vas a hablar o no? ──Pregunto con fastidio. Carraspea su garganta.

── Primero quiero disculparme por la forma tan horrible en la que todo terminó entre nosotros.

── Disculpas rechazadas, continúa.

── Tenías razón esa noche, Alexandra… ──Lo escucho suspirar── Soy un cobarde, un cobarde con problemas de ira y que por alguna razón no puede contradecir a su padre.

Quiero preguntarle cuantos años tenía como para seguir obedeciendo ordenes de esa manera, pero no quería meterme en eso.

── Si, lo eres. ──Concuerdo.

── Admito que tengo un problema.

── Y uno muy grave.

── Pero tú también lo tienes.

¿Es que... es idiota?

Volteo para encararlo.

── ¿Y por qué se supone que tengo un problema?

── Tanto tú como yo, usamos un Antifaz para ocultar lo que sentimos.

Ja, con que se dio cuenta.

── Yo le llamo Máscara. ──Murmuro.

Toma una bocanada de aire como si algo le costara. No comprendo por qué lo hace, pero continúa.

── No recuerdo muy bien parte de mi niñez, mi... ──Sonríe con tristeza── Madre, fue una mujer codiciosa que sólo pensaba en el dinero. Eso la llevó a perder su empresa, era una mujer muy superficial, bueno aún lo es. Mi padre, como un tonto enamorado que era, no quería ver la realidad. Pero poco antes de que la empresa de mi madre cayera, nací yo. Al parecer yo no fui suficiente para unirlos, porque al tiempo se divorciaron y mi madre me llevó con ella a vivir un infierno, que no es mejor conocer los detalles.

Mi cuerpo tiembla cada vez más a medida que voy escuchando lo que dice, me cuesta creer todo aquello.

── ¿Por qué me estás diciendo esto?

── Porque quiero que confíes en mí y entiendas un poco del caos en mi mente. ──Responde── Y porque papá se retractó de lo que pensó de ti en un principio.

Ladeo mi cabeza.

── ¿O sea que solo por eso has venido a hablar conmigo?

No dice ni una palabra y aquello me enfurece.

── Déjame seguir, por favor.

Asiento. Él prosigue.

── El punto es que... mi padre no quiso decirme exactamente porque retiró todo lo que dijo sobre ti, nunca se había retractado. Que mi padre haga algo como eso... es algo que simplemente no logro comprender. Solo puedo llegar a la conclusión de que simplemente él no quería que fueras como mi madre.

── ¿Por qué?

Él mira por un momento el techo y con la luz noto claramente que tiene lágrimas acumuladas en los ojos, cosa que me rompe el corazón.

── No me cuidaba, no le importaba. Es sorprendente como una madre puede darle tan igual su hijo, su prioridad en aquel entonces era drogarse. Si, con el tiempo ella se volvió una drogadicta, además de que dejaba que los hombres... bueno, ya debes hacerte una idea. Y la mejor parte de todo, es que ella al principio, vale, no dejaba que nadie se me acercara, pero de a poco hubo un hombre que si pudo lograr hacerme daño. Hasta que un día, papá logró sacarme de ese infierno. ──Mis lágrimas salen sin control al escucharlo, no me molesto en limpiarlas. Él se acerca y las limpia con cierto temor a que lo aparte, pero no lo hago── Desde entonces fui alguien muy reservado, problemático a pesar de los años. Papá se volvió estricto, no quería que me pasara algo como eso, aseguró que sólo podía salir con alguien que él apruebe. De lo contrario me echaría de la casa para que aprendiera a la mala.

Bueno eso explica muchas cosas.

── Entraba en tantas peleas que él ya no sabía qué hacer conmigo, decidió inscribirme en la universidad. Quise estudiar arte, pero no me lo permitió porque mi madre también amaba pintar. Pero entrar a la universidad tuvo el efecto contrario, todo lo que hacía lo tripliqué. Un año después, te vi entrar por aquella puerta principal, una mirada baja, humilde pero lo que más llamó mi atención fue tu semblante inexpresivo y que llevabas un suéter con la temperatura a 38 grados. Al ver que estabas siempre al lado de ese niño bonito me hizo sentir... celoso. La primera vez que estuve frente a ti, mi primer impulso fue llamarte Friki.

── Los rumores empezaron, me repugnaba la idea de que me llamara la atención de aquella forma una zorra cualquiera que podía conseguir en cualquier momento. Te traté fatal, yo... también dije rumores falsos de ti.

Mi expresión se endurece.

── ¿Qué?

── Sólo para demostrarme que tú no significas nada y que no eras nadie importante. Logré lo contrario de lo que me propuse, me llamabas la atención cada vez más, no podía frenarlo y eso me aterraba. Cuando te vi que estuvieron a punto de... tú sabes. ──Aprieto los labios sabiendo a que se refiere── Comprendí que... mierda, quería cuidarte, protegerte, intenté cambiar mi actitud contigo, pero el bastardo de Ryan siempre se atravesaba en mi misión.

── Te lleve a cenar con mi padre porque estaba ansioso de saber si te aprobaría. ──Me tenso cuando llega al centro del problema── Claramente todo salió mal, papá dijo cosas… te hirió en frente de mí y me sentí incapaz de hacer algo. Estuve con Jenna para olvidarte, pero... ¡Mierda!

── ¿Qué? ──Cuestiono confundida.

── ¿Por qué entre todos los hombres, tenía que ser ese niño bonito perfecto? ──Frunzo el ceño sin entender todavía, él lo nota── Alexandra, me vuelve loco que estés con él.

── ¿De qué hablas?

── ¿Por qué tienes que salir con él? ¿Quieres castigarme?

Pongo los ojos en blanco.

── Eso no tiene nada que ver contigo. ──Aseguré.




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