Honestidad
Sonó el timbre.
Ryan y yo nos miramos fijamente, claramente tendríamos que posponer nuestra charla para después, no podíamos estar peleados frente a sus padres, no cuando ellos seguramente venían cansados de venir por carretera.
── Yo abriré. ──Dice antes de irse.
Empiezo a sacar los platos cuando escucho chillidos muy conocidos detrás de mí y me doy la vuelta para recibirlos con la sonrisa que puedo.
── ¡Alexandra! ──Chilla y me abraza── Estas muy preciosa.
── Gracias, Anne. ──Le saludo al mismo tiempo que respondo su abrazo── ¿Cómo has estado?
En ese momento terminan de entrar a la cocina Ryan junto a su padre, Joseph. Al verlos juntos es inevitable no pensar en lo mucho que se parecen esos dos.
── Todo muy bien, linda. ──Me guiña un ojo haciéndome reír, entonces me mira con cariño y puedo notar un deje de tristeza── ¿Cómo lo llevas?
Le muestro mi mejor sonrisa tratando de fingir que todo está excelente.
── Sin problemas, Anne. No te preocupes. ──Aprieto sus manos antes de soltarla e ir a saludar a su esposo.
── Hola, Alexandra. ──Me saluda Joseph al estar en frente de él.
Abre sus brazos invitándome a un abrazo y yo lo acepto sin dudar.
── Hola, Joseph.
Él es lo más cercano que tengo a un padre, siempre protector y amable conmigo, sentía que podía confiarle cualquier cosa.
Él me aprieta un poco en el abrazo antes de soltarme. Empezamos a charlar un poco mientras que yo, con ayuda de Ryan, empezamos a servir la comida, ambos intentando ignorar la incomodidad que nos produce estar cerca como si nada.
Sus padres nos cuentan como esta todo por Madrid, y le reprochan a Ryan por no haberlos visitado más seguido como Dios manda. No puedo evitar carcajear al ver la expresión avergonzada de Ryan, quien me devuelve la broma diciendo lo escandalosas que son mis carcajadas, calmando así un poco la incomodidad entre nosotros.
Colocamos los platos en las mesas, Ryan se encarga de servir el jugo como su fuera lo más importante de la mesa y yo me encargo de los cubiertos. Noto de vez en cuando un deje de tristeza en Anne, ya me había dado cuenta de esa mirada nostálgica antes, pero Ryan simplemente me dice que se debe a que siempre quiso tener más hijos, pero por razones que él desconoce, solo lo tuvieron a él.
Cuando estamos sentados todos, uno a cada extremo de la mesa, empezamos a comer y Anne no tarda en halagar la comida.
── ¡Esta comida esta buenísima! ──Chilla de emoción dejando toda tristeza atrás── ¿La hiciste tú, querida?
Iba a negar aquella pregunta, pero antes de que mi boca formulara alguna respuesta Ryan rompe a carcajadas causando que Joseph lo imite.
Los miro indignada.
Sé que cocino horrible pero tampoco es para reaccionar así.
Recuerdo que una vez intenté hacer un pastel para el cumpleaños de Joseph hace un año, siempre lo hacía Ryan, pero esa vez quise ayudar y hacerle un lindo detalle a alguien que me ha ayudado mucho.
Lo cierto es que el pastel se quemó entero, cuando lo probamos estaba salado, y Anne salió a comprar uno diciéndome que no me preocupara, mientras Ryan y su padre se burlaban de lo duro que me había quedado.
── Mamá, por favor. ──Logra decir Ryan entre su ataque de risa── A ella se le quema hasta la leche.
── Hey. ──Exclamo── Sólo me pasó...
── Cada vez que quieres tomar café con leche. ──Me interrumpe.
Ruedo los ojos.
Anne se ríe levemente y yo aprieto mis labios ante la situación, vale lo mío no es la cocina, lo sé.
Los padres de Ryan empiezan a contarnos que quieren abrir en su vecindario una especie de repostería, parece ser que están ahorrando para eso ya que es el sueño de ambos tener un lugar propio donde puedan preparar dulces, siempre he sabido que a Anne se le ha dado hacer esas cosas, que se atreva a intentarlo es algo que emociona mucho a Ryan. Lo sé por su mirada.
Mientras hablo con sus padres sobre la decoración, siento como Ryan toma mi mano acariciando mis nudillos, lo veo de reojo y puedo notar que me está sonriendo.
── ¿Ya tienes novio, linda? ──Pregunta Anne en mi dirección.
Ryan se remueve incómodo.
── Eeh…
── ¿Ya por fin Ryan te dijo lo que siente por ti?
Veo al mencionado ponerse más pálido.
── Mamá…
── ¿O sea que sí? ──Chilla de la emoción── ¡Siempre quise que ustedes dos queden juntos! Hacen tan linda pareja, yo misma doy mi bendición si quieren casarse o…
Comienzo a marearme.
── Anne. ──Interrumpe su esposo.
Ella lo observa, confundida.
── ¿Qué sucede? ──Le pregunta.
── Creo que no está sucediendo nada, los estás incomodando.
Anne se sonroja fuertemente.
── Oh… ──Murmura, la veo encogerse en su pronto asiento── Lo lamento.
Y yo me sentí horrible por ella, ya que, si no fuera por mí, tal vez Ryan y yo si podríamos estar juntos, y así hacerla feliz.
¿Yo sería feliz?
Prefiero no pensar en eso.
Seguimos comiendo en un silencio incómodo, donde veía de reojo la sonrisa apenada de Joseph y la mirada de tristeza de Anne.
Una vez terminada la cena, salto de mi asiento antes de que alguien se me adelante para recoger los platos y cubiertos. Sin dificultad alguna llego a la cocina y me dispongo a lavarlos, a los segundos alguien llega a entregarme los vasos con residuos de jugo, al ver de quien se trata, le sonrío para que deje aquella mirada triste.
── Gracias, guapetona. ──Anne ríe ante el apodo.
── Linda, quiero disculparme contigo. ──La miro de reojo y noto que su mirada triste regresó── Estaba tan emocionada por ustedes que...
── No tienes por qué disculparte, creo que es normal pensar eso cuando Ryan y yo pasamos tanto tiempo juntos.
Anne parece meditarlo.
── ¿Hay otra persona?
Mi mirada vuelve a los platos.
── No la hay. ──Digo con amargura.
#3848 en Novela romántica
#222 en Joven Adulto
peleas celos amistades nuevas romance, amor celos, amor inseguridades deseo drama
Editado: 17.01.2025