Máscaras

¿UN COMIENZO EFICAZ?

 Título: Lo que alguna vez fue perfecto.

Años atrás.

April

—Te quiero mucho, papá—dijo mi yo de 7 años a su papá abrazándolo como si su vida dependiera de aquello, mientras que mi mamá tomaba su teléfono para captar el momento.

—Yo no—dijo un papá cariñoso a su hija—yo te amo.

Ese te amo, era una de mis palabras favoritas, ambos estábamos abrazados recostados en la cama mientras me decía lo mucho que me quería, (¿en qué momento todas esas palabras se volvieron un arma letal?), o como diría yo en qué momento se volvieron una total (desconfianza), mientras mi papá me después de llegar del trabajo, solo podía decir para mí misma lo tanto que amaba este tipo de días.

Mamá tomaba su teléfono tratando de que no la viéramos, nos tomó una foto, a lo cual me separé de mi papá y corrí donde estaba mi mamá parada en la puerta de la habitación con su teléfono en mano, di saltos para poder alcanzarla y ver la foto.

A lo que mi mamá se apresuró a agacharse para estar a mi pequeña altura, con su mano izquierda me paso el teléfono para que observara la foto, en la foto papá me estaba abrazando de lado y yo me veía como esos teletubbies, nada mal, cuando observé nuevamente la foto le devolví el teléfono a mi mama la cual me dedicaba una sonrisa tierna. La cual cambio una vez recordó algo.

—¿Hiciste tus tareas? —la voz de mi mamá casi en un pequeño susurro preguntó, a lo cual yo negué divertida con la cabeza, la voz de mi mamá era cálida era entre un susurro era bajita en vez en cuando claro está.

—¡Oye tú!, por qué no has hecho tus deberes ¿eh? —me señaló papá, fingiendo una mueca de enfado.

La voz de mi papá era fuerte, tipo como la de un locutor, de lejos mi papá se ve como esa persona la cual te mira como si te quisiera descabezar o esa persona que apenas haces algún gesto que no le guste te fulmina con su mirada, pero a mi yo de 7 años nunca le tuvo miedo porque en el fondo sabía que él me cuidaría y que no sería capaz de pegarme, al igual que sabía que él sería incapaz de desconfiar de mí o dudar de mí. En poca palabra era la consentida de papá.

(Oh eso creía yo).

Mi mamá era una mujer muy bonita y lo sigue siendo, es un poco bajita su nariz era bien perfilada sus ojos son un café claro, a lo cual la hacía ver más bella de lo que era, cuando se ponía el sol en sus ojos eran uno de mis lugares seguros y favoritos, su cabello era un negro oscuro super oscuro y ondulado, su rostro era en forma de corazón su tono de piel era canelita, era un color hermoso para mí ya que hacía resaltar sus mejillas las cuales tenían pecas al igual que yo, simplemente para mí era perfecta, y lo sigue siendo que quede claro.

Ah pero mi papá no se queda atrás, él también tiene su toque encantador, papá era un poco alto que mamá, pero cuando mi mamá se ponía tacones ella le ganaba, el cabello de mi papá era un negro un rubio oscuro y lacio, la nariz de papá era como la de un tobogán distorsionado al igual que la de mi abuelo, papá y mi abuelo tenían un gran parecido la forma de caminar, la forma de vestir cunado se trataba de algún evento formar, la forma de peinarse, las mismas expresiones, la misma sonrisa, esa sonrisa gentil, incluyendo esos ojos negros, la verdad es que aún no eh descifrado si son negros o café.

Conclusión: es la viva imagen de mi abuelo.

Al igual que yo era la viva imagen de mi papá, solo que en versión mujer, y mejorada.

—Mamá, ¿mañana nos vamos?

—Si, al igual que mañana tienes una presentación y no has hecho tus tareas—dijo regañándome, definitivamente tenía que ponerme hacer esa tarea que me faltaba.

Mamá es muy insistente, tanto así que si no haces las cosas que ella dice va a seguir repitiéndotelas hasta que lo hagas y al final, terminas cediendo.

Este era mi último día en casa, ya que mañana acabando mi presentación con mis compañeros en la escuela, me iría con mis padres a nuestra nueva casa, la casa en la que vivíamos era alquilada y papá y mamá digamos que siempre habían querido tener casa propia, por lo cual ambos ahorraban todos los días para poder irnos de esta casa, aunque la verdad es que yo no me quería ir, ya que en esta casa habían muchos recuerdos, y con recuerdos me refiero a la veces que venía mi abuela a cuidarnos, la veces que venían mis tías y mis tíos incluyendo a mi abuelo, el cual nos ayudaba muchísimo. Los bailes, las batallas de quien pintaba más paredes si mi primo o yo.

Las veces que mi abuelo venía a casa mi mamá y mi papá peleaban en ciertas ocasiones, él defendía a mamá y la verdad es que, para mí, mi abuelo era como mi ángel, esa persona que a pesar de lo que pasara siempre estaría para mi sin importar que.

—Si ya la voy hacer—dije refiriéndome a la tarea dejando un beso en la mejilla de mi mamá.

 

Estaba nerviosa, definitivamente, mis manos temblaban y sudaban cada vez que me asomaba por la cortina gruesa color rojo, papá y mamá y mi abuela acababan de llegar estaban sentados en la primera fila y en las siguientes había un pocotón de personas que no conocía, bueno algunas personas sí conocía, como las mamas de mis amigas y mis amigos los cuales se estaban alistando tranquilamente mientras que yo era un manojo de nervios.

—Tranquila va a salir bien ¿sí? —solté un largo suspiro al oír a mí profesora atrás mío.

—Y.…y si me caigo—dije nerviosa.

—Para eso sirvieron los ensayos, para que no te caigas—dijo amablemente, no pues vaya respuesta, me ha quitado los nervios.




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