título: Cerra la boca.
Presente
Maldije por mis adentros, una y otra y otra, y así sucesivamente, pero estar con Alexander....o en conclusión haber escapado con Alexander de ese infierno, me hizo sentir segura a su lado y a la vez una adrenalina que se había apagado desde hace mucho tiempo.
Alexander me hizo sentir mil cosas en un solo momento. No estaba al 100 segura que era, pero quería descubrirlo.
Ahora él está aquí...conmigo frente a una montaña rusa y miles de juegos de tracción y arriesgados y él abrazándome por detrás estrujando mis caderas con su cuerpo tonificado y su aliento caliente en mi cuello haciéndome temblar y enrojecer mis mejillas más de lo que ya estaban.
Con Alexander sentía algo inexplicable, algo...que no podía descifrar solo sabía que cada día que pasaba la tensión sexual aumentaba y otras cositas más también iban aumentando.
—¿Cuántos tatuajes tienes?
SIP esa soy yo preguntando cuántos tatuajes tiene el pelinegro al lado mío que cada día me hace tener sueños húmedos con él. Su mirada se encontraba en mis mejillas delatoras y mis ojos perversos
conciencia sucia.
Me miró divertido formulando poco a poco una lenta sonrisa coqueta, las manos de Alexander se movieron ágil hasta enterrar una de sus manos grandes en mi abdomen a través de la tela masajeó leve y a la vez duro paso su dedo por la curvita haciéndome soltar un gemido que sonó más un murmuro, sus dedos se movían despacio a medida que pasaba sus manos acariciando y apretando.
—201. ¿Otra pregunta más señorita April Carter? - Preguntó en un susurro cerca de mi oído mordiendo el óvulo de mi oreja el cual me hizo pegar un saltito de la tensión y emoción.
Maldito.
—Alexander Jonhs estamos frente a una montaña rusa, y a usted se le ocurre cortejarme de una forma tan extraña y exquisita justo aquí.
Su mirada se oscureció haciendo que sus ojos resaltaran mientras que una de sus cejas se alzaba divertida por el hecho de que no pudiera controlar mis quejas y leves gemidos.
Cretino.
Como se atreves a dejarme con la calentura a mil.
Descarado.
—Ojalá te tuerzas el pie— susurre a lo cual él me mira de reojo con un sentimiento inconfundible solo se quedó mirandome.
—Las personas bajitas primero—dijo haciendo una reverencia mientras le daba los tickets al señor que atendía las sillas en el aire giratorias, mi presión subió al 1000 de solo ver la altura y.…no ahora, aguanta el vómito April eres fuerte...tú puedes.
—Te odio— dije, a lo cual Alexander reprimía una sonrisa.
—Aquí entre nos ambos sabemos que me amas—dijo, su mano fue a mi mandíbula haciéndome mirarlo a los ojos tal y como había hecho esa noche en su departamento y el muy descarado se acercó desprevenido a mi rostro y por un instante pensé que me besaría, pero hizo lo contrario sus labios tocaron mi frente. Estaban tan tibios y cálidos, me dejo con las ganas.
MALDITO.
—Oh no, tu no me vas a dejar así —dije agarrándolo de la corbata para que se agachará pose sus labios en los míos, ganándome un mordisco y lamida placentera de parte de su boca sonrió a través de mis labios descaradamente complacido.
—Ahora sí subamos a esas sillas y tómame de la mano o del cabello cuando acabe porque sé que vomitare —dije, aunque más sonó una orden a lo cual Alexander solo respondió con un:
—Como usted diga—dijo.
Una vez sentados en las sillas mientras una chica nos ajustaba los cinturones de seguridad yo miraba a Alexander el cual estaba tan tranquilo igual que yo. Pero la chica que abrochaba los cinturones llego a él, siendo coqueteado por la chica la cual, cuando se acercó a abrocharle el cinturón subió un poco su blusa y busto para que estuviera a la altura de la vista de Alexander los cuales la ignoraron por completo con total indiferencia.
Pero la chica no se rendía por lo cual me miro descarada y le dio un papelito a Alexander el cual lo había sacado de su busto, el agarro el papelito y lo rompió frente a ella la cual se quedaba como una total estatua intentando entender qué había pasado, la voz firme de Alexander confirmó todo su cortejo.
—¿Vez a la señorita al lado mío? —preguntó, a lo cual la chica me miró rodando sus ojos, quería sacarle la lengua —Es mi esposa así que te pediré amablemente que le vayas a proponer tus servicios a otro, gracias.
Y con esas palabritas la muy descarada se fue molesta, yo solo me concentraba en los ojos y labios de Alexander los cuales estaban mirándome de reojo llenos de lujuria y deseo, toque mi cara la cual estaba hirviendo como una taza de té, dios nunca pensé que Alexander fuera a causar esto en mí. Apenas lo conocía
April ya cállate ya no es tan desconocido desde que le metiste tu lengua en su garganta. ¿No crees?
sh.
—Deja de mirarme Carter. Está usted haciendo que mi mente imagine escenarios excitantes con usted roja encima de mí mientras la torturó bajando lento a su punto débil —dijo sin ninguna expresión alguna, si todo tranqui claro es que como él no es el que se le están bajando las bragas por la humedad de aquellas palabras.