Me desperté un sábado con la esperanza ingenua de tener un día tranquilo, sin cámara, sin memes, sin #RachBoss. Pero mi celular tenía otros planes: 2350 notificaciones.
--No--murmuré, con el corazón encogido.
Abrí Twitter, lo primero que ví fue un video en la puerta de mi edificio: un grupo de adolescentes gritando mi nombre como si fuera una cantante de K-pop. Carteles, pancartas, y hasta globos con el hashtag.
Y sí, en uno de los comentarios alguien me etiquetaba:
"Somos #TeamRachBoss, venimos a verte salir.💕"
Yo quería mudarme a marte.
Me asomé por la ventana. No era broma: al menos veinte personas estaban abajo, coreando canciones de amor, y sosteniendo carteles con mi cara y la de mi jefe.
Tomé lo primero que encontré: gafas de sol gigantes, gorra de béisbol y bufanda. Parecía una espía mal disfrazada.
Intenté salir por la puerta lateral, pero ahí también había un grupo. Una chica de quince años me reconoció y gritó:
--¡Es ella!¡Es Rachel!
Corrí como si me estuviera persiguiendo un ejército. Literalmente me persiguieron. Y sí, alguien grabó la persecución. Y sí, fue viral.
"Rachel huyendo de sus fans es la nueva Britney escapando de los paparazzis.🏃🏻♀️📸 #RachBoss."
✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨
Pensé que el lunes sería más tranquilo, ERROR.
Cuando llegué a la oficina, había flores en mi escritorio. MUCHAS. Cientos. Una selva tropical de ramos y peluches.
Y cada tarjeta decía lo mismo:
"Para RachBoss, con amor.❤️"
Mis compañeros se carcajeaban. Sofía me mostró un TikTok donde explicaban que los fans se habían organizado para "apoyar nuestra relación enviando regalos corporativos."
Yo me hundí en la silla.
--Esto ya no es gracioso.
--Claro que lo es.-- replicó mi jefecito, con esa maldita sonrisita-- Es publicidad gratuita.
Quise estrellarle un oso de peluche en la cara.
Cómo si todo esto no fuera suficiente, me invitaron a un podcast sobre "historias virales de amor moderno".
--No voy-- dije.
--Si vas.-- contestó él , con la calma de siempre.
Y allí estábamos, sentados frente a dos micrófonos y una anfitriona que parecía haber esperado este momento toda su vida.
--¡Bienvenidos RachBoss!-- nos saludó como si fuéramos una pareja confirmada.
Intenté aclarar, pero cada vez que decía "no somos novios", la anfitriona replicaba con un "¡Ajá, claro!." lleno de ironía.
Lo peor fue cuando preguntó:
--¿Qué fue lo primero que pensaron del otro cuando se conocieron?
Yo respondí:
--Que era insoportable.
Él dijo, sin pestañear:
--Que era brillante.
Silencio incómodo, mi corazón decidió dar un brinco olímpico.
Obviamente, esa parte del podcast se recortó y viralizó como clip independiente:
"Cuando él la llama brillante y ella se derrite en vivo.💞#RachBoss."