11 de agosto de 2017
Cuando entré a la adolescencia mi hermana aún no sabía escribir.
Es gracioso que posteriormente ella se haya convertido en la mejor escritora de su colegio.
La diferencia de edad entre nosotras era inmensa. Nueve años lo decía todo. Éramos muy opuestas. Valentina, puesto que toda su vida había sido consentida por la familia, poseía una personalidad un poco egocéntrica. Creo que poco se queda muy corto. Valentina era la niña más egocéntrica del universo entero.
Se parecía a mí yo antes de su nacimiento pero en más grandes proporciones.
¡Mira! Mi hermana tenía apenas cinco años y toda su escuela estaba en la palma de su mano. Amigos, ni que decir. Ella podría compartir a todos sus amigos, no obstante, aún le habrían sobrado la mitad. A veces esperaba que me regalara algunos ya que ella había sido la culpable de haberme quedado sin amigos desde los nueve años.
Claro que nunca lo hizo.
La odiaba porque además de quedarme sin amigos por su culpa, Valentina había conocido más gente que yo en sus cortos cinco años.
Qué bueno que ahora está sola, pudriéndose.
Editado: 22.10.2018