25 de agosto de 2017
Pronto comenzamos a salir.
Me atrevo a nombrarlo como el mejor año de mi vida.
Samuel cambió mi vida por completo. Ocurrió algo sorprendente: Valentina ya no me caía tan mal.
Durante aquellos meses, Valentina ya no era Valentina, solo era mi hermanita.
Aquella hermanita que había ignorado por seis años y que finalmente, a pesar de los rencores aún guardados en mi corazón de quinceañera, la había aceptado.
Sí, la había aceptado como hermana.
Ya no me importaban las incontables quejas de parte de mamá por no haber estudiado, o los reproches de papá por "no vestirme adecuadamente". No me importaba decirles que tenía novio. Mi mente obviaba aquellas acusaciones y solo se enfocaba en pensar en una persona especial.
Sutilmente, sin darme cuenta, fui sumergiéndome dentro de un mundo desconocido para mí.
El mundo de la felicidad.
Editado: 22.10.2018