11 de septiembre de 2017
La niña estaba jugando con sus muñecas.
La cumpleañera y su novio se abrazaban en la entrada.
Los padres, viendo televisión en su cuarto. No se habían acordado del cumpleaños de su primogénita. Nunca lo hacían.
La niña vio a los enamorados. Se acercó a ellos. Divisó unas bocas chocándose entre sí. No sabía lo que significaba, tan solo tenía siete años.
Una idea fue implantada en la mente de la niña.
"Le diré a papá que venga", me dijo Valentina.
"¿Qué? ¡No!, respondí entre jadeos. El beso había sido muy apasionado.
La niña no me hizo caso y comenzó a llamar a papá.
"¡Cállate! No arruines mi único pedazo de felicidad". Samuel trató de intervenir pero no lo dejé. Él se quedó ahí, parado en el borde de la puerta, con mis flores en sus manos.
No podía controlar mis emociones. Nunca me había sentido tan enfadada, tan molesta, tan psicópata...
Cerré la puerta mientras le susurraba a Samuel que se fuera y viniera más tarde.
"Ya he aguantado siete años siendo tu sombra, niña"
"¡Mamá, papá!"
Escuché pasos pero no me importaron.
Me acerqué rápidamente hacia la niña, sus ojos mostraban el pánico que sentía. ¡Eso me gustaba! Agarré una florero que se encontraba a mi costado, lo alcé por encima de mi cabeza y lo rompí sobre su linda carita de porcelana que poseía.
Un golpe más.
Su cara estaba desfigurada en sangre. Ya no quedaría igual.
Mis padres estaban atrás, viendo horrorizados la escena que acababa de realizar.
Había
Matado
A mi
Hermana
no a Valentina porque ella aún respiraba, sino a MI HERMANA INTERIOR.
Editado: 22.10.2018