Un dolor en mi vientre se estaba apoderando de mi, no lo soportaba. Cuando mi padre me tomó en sus brazos, perdí la conciencia, lo único que logré ver, fue a un Christian preocupado.
Abrí los ojos lentamente, pero enseguida la luz hizo que los volviera a cerrar. Asi me estuve durante unos minutos, tratando de procesar que era lo que pasaba. Se escuchó como una puerta se abría.
-Buenos días, señorita.- una enfermera se colocó en mi campo de visión.
-Hola.- logré contestar, tenía la garganta demasiado seca.
-¿Cómo se encuentra?- me preguntó, mientras checaba algo en unos papeles.
-Bien, creo yo.-volví a cerrar los ojos y me encogí de hombros.
-Perfecto, en unos segundos vendrá el doctor para revisar que todo este bien.-asentí sin tantas ganas de hablar.
No entendía bien que era lo que me había pasado, el miedo corrió por mis venas temiendo a ver perdido a mi bebé. No, no quería ni podía pensar en esa posibilidad.
-Buenas.-entró el doctor saludando.
-Hola, doctor.-saludé tratando de tranquilizarme y no imaginarme cosas que no era.
Volvieron a tocar la puerta antes de que el doctor pudiera proseguir en su explicación. Por aquella puerta entraron la personas que yo esperaba ver. Excepto Lucia y Daniel.
-¡Oh, hija!- mi madre corrió a mi lado y me abrazo, para después besarme en la mejilla.- Por algún momento temí haberte perdido.
-Estoy bien, tranquila, mamá.- le correspondí el beso en su mejilla y tomé sus manos.
-¿Qué es lo que tiene mi hija?, doctor.- mi padre pregunto, quien estaba a lado de mi esposo.
-Su hija estuvo a punto de perder al bebé.- Gabriel maldijo por lo bajo y mi madre se echó a llorar más, mientras que Chris permanecía callado, pero sorprendido.-Supongo que estas semanas su hija ha estado sometida a mucho estrés o se exalta de mas en muchas situaciones u ocasiones. Le recetaré unos medicamentos que los pueda tomar mientras esta en este estado. Eso no dañará para nada al bebé, es para fortalecerlo y que pueda nacer en perfectas condiciones. Su hija tendrá que estar en reposo absoluto y no tener situaciones que la hagan perder los nervios.
Todo esto no me lo esperaba, la alegría inundó mi vida. Me alegraba que mi hijo estuviera bien y que con todo lo que dijo el doctor, iba a poder estar bien.
Mis padres se habían ido a una esquina a preguntarle no se que cosas al doctor, agradecia mucho el estar a salvo en todo esto.
-¿Quieres que llame a Daniel? Para que le cuentes como esta tu hijo.-mi marido fue hacia la puerta con la intención de irle a hablar.
Suspiré y me arme de valor para hablar con el, no podía seguir sosteniendo esta mentira.-Mamá, papá.- los llamé y me miraron al segundo.-¿me podrían dejar a solas con Christian?-ambos asintieron y depositaron un beso en mi frente, para asi salir junto con el doctor.
Él permanecía con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Confundido por querer hablar con el, tome una larga respiración profunda y me digne a ponerle frente a esta situación.
-Chris, lo que te voy a decir puede ser que te afecte o que te enojes, te sorprendas. No sé cual es la actitud que tomarás en esto. Pero no puedo seguir mintiendo, no cuando daño a otras personas. No soy así.- rompí en llanto y no se si esta situación me hacía perder los nervios o era mi estado. Inmediatamente el se puso a un lado y me rodeó con sus brazos, dándome consuelo.
-¿Qué es lo que pasa?- pregunto ya preocupado.
-Daniel no es el padre del hijo que espero- miré mis manos, nerviosa.
-¿Entonces de quién es?-bueno, este hombre era idiota o fingía serlo.
-Es tuyo, esa vez tuvo consecuencias.- me digné a mirarlo y sentí como mis mejillas se sonrojaban.
Sonrió y con una simple muestra de amor, me lleno de besos por toda la cara. Haciendo que sin querer una sonrisa se me escapará de los labios.
-No sabes lo feliz que me hace tu respuesta, dentro de mi sabía bien que era mío.-sus ojos brillaban.
De repente la puerta se abrió sin siquiera pedir permiso para entrar, interrumpiendo asi mi conversación. La culpable de que yo estuviera aquí, estaba ahí de pie.
-Lo siento tanto, no pensé que algo asi te podía ocurrir.- aparentaba estar arrepentida, pero yo a ella ya no le creía nada.
-Solo porque no soy rencorosa ni mucho menos. Te voy a perdonar y esta ves lo pasare por alto, pero en tu consciencia siempre estará que estuviste a punto de matar a mi hijo. No quiero que te vuelvas a acercar.- ella asintió y después miró a mi acompañante.
-Te espero afuera.- él ni siquiera le presto atención y espero a que cerrará la puerta.
-¿Ahora si me dejarás explicarte que fue lo que paso aquél dia que nos encontraste besándonos?- colocó una mano en mi vientre y yo hice lo mismo.
-No, ya no quiero ni siquiera recordar ese dia. Nada cambiará entre nosotros. Podrás ver a mi hijo cuando quieras, pero de mi no esperes nada. Y te voy a pedir que no me vuelvas a besar, pues si no ya no te permitiré verme.- todo lo decía tranquilamente, aunque nada de esto quisiera yo.- Lo nuestro no funcionará, por mas que lo intentemos nuestra relación esta destinada a fracasar. No te molestes en pedirme segundas oportunidades, pues no obtendrás nada.- le agarré la mano.
-Pero, Jessica...- lo detuve antes de que pudiera convencerme.
-Esto es mejor para los dos, yo seguiré con mi vida y ocupándome de que mi hijo este bien. Tú continúa tu relación con aquella mujer o haz lo que quieras.- sonreí falsamente, la realidad es que moría por estar con el. Pero ya no mas.
A los pocos minutos entro el doctor y me dio los medicamentos correspondientes. Checo que mi hijo estuviera bien yy que nada se haya salido de control. Después de unas largas explicaciones sobre mi cuidado y demás, me dejo ir.
Ese dia dormí con el miedo de que algo malo le pasará a mi bebé, no quería sentir esa sensación de nuevo. Los días pasaban y con ellos mis padres me trataban como si temieran que me fuera a romper, cuidados excesivos. No salía a ningún lado, ni siquiera a la planta baja. Era una niña pequeña para ellos, un bebé.