-No me interesa escucharte. Me has dejado muy en claro que no puedo contar con una persona como tú.- le respondí sin interés.
-Pero, es necesario. Escúchame. No quise arruinar un matrimonio.- me miraba suplicante, esperando a que yo la escuchará.
Lo pensé durante unos segundos, nada perdía escuchar su versión. Si me convencía y la veía sincera, iba a escucharla. Si desde un principio la notaba nerviosa y poniendo palabras que no. Terminaría la plática.
-Esta bien.- me rendí ante sus palabras y esperé de pie a que hablará.
-Por donde empezar.-movió sus manos nerviosa y empezó a contar la maravillosa historia.-Mi padre me había dicho que si no conseguía novio o me casaba, iba a quitarme todos mis bienes. No iba a aparecer en su testamento si no llegaba con alguien de buen ver.- fruncí el ceño ante su declaración.-Mis padres los vieron a ustedes cuando Chris te pidió matrimonio en aquella plaza, él dijo que si no llegaba con tu marido. Las puertas de mi casa no iban a estar abiertas para mi.
-¿Porqué aceptaste? ¿Tan importante es el dinero para ti?- pregunté al tiempo que me sentaba. Sentía que me mareaba y que en cualquier momento iba a perder la estabilidad.
-Perdóname, nunca supe que esto iba a ocasionar. Sabía bien que tu te habías enamorado de él y no sé, quise hacerte la vida imposible hasta quitártelo de encima.-su mirada estaba en el piso y yo ya no podía seguir escuchando mas esto.
-Lucia, ¿jamás pensaste en las consecuencias? ¿en lo que podrías causar? ¿en si alguien saldría lastimado?- subía el tono de mi voz con cada pregunta. No esperé a que contestará y continúe.-Yo no hubiera aceptado lo que tú, por lo visto te interesa más el dinero y por eso mismo lo hiciste. Sin pensar en mi.- mi voz se rompió.-La relación de Christian y mía iba bien, llegaste tu y arruinaste todo lo que yo ya tenía ganado. No te perdonaré, pero agradezco el que me lo hayas contado.- me levanté de mi lugar y empecé a tomar aire. Me asfixiaba con todo esto.
-Gracias y no merecía ni siquiera que me escucharás, pero se que a tu marido jamás le diste la oportunidad. Me sentía mal con todo esto y no merezco tu perdón.- se puso de pie al igual que yo y me miro.
-A la próxima ves, que espero ya no dañes mas matrimonios. Que te valga lo que diga tu padre. No siempre se vive de dinero y eso no compra la felicidad. Espero algún dia encuentres a alguien que si te quiera y no se interesé por lo que tienes.- un enojo quiso salir de mi.
-Tomaré en cuenta tus palabras y espero algún día me perdones.- me tomo de las manos y después fue hacia la puerta.
-Yo también espero algún dia tener el valor para perdonarte.- dije triste y queriendo estar sola ya.
-Hasta luego, Jess.
-Adiós, Lu.-me miró por última ves y se fue.
Tantas veces que Christian quiso explicarme y yo nunca lo dejaba. Aún no estaba lista para perdonar. Me lastimaron y esto no iba a ser fácil olvidarlo. Sin embargo, espero poder perdonarla algún dia y dejar estos rencores a un lado que se no me llevarán a ningún lado. Entré el y yo, nada va a cambiar. Cada quien va a seguir con el curso de su vida. No volveré a estar con el o al menos eso espero. Soltera estaba mejor, y con ayuda de mis padres, mi nana y demás. Saldría adelante con mi hijo y sin ayuda de mi marido.
Días las pasaba muy decaída, sin ganas de nada. Muchas veces no quería ni comer, la pasaba en mi cuarto viendo películas románticas y llorando sin parar. Mis padres ya no sabían que hacer para ayudarme. Mi marido me había hablado por el celular un par de veces y yo no quería atender sus llamadas.
Las semanas transcurrían y con ellas se formaban ya en meses. Si, algunas veces salia con mis padres a comprar ropa para mi bebé, a alguna plaza y a comer. Mi ánimo, si bien, no se encontraba del todo bien, pero trataba de no caer en depresión. Cinco meses transcurrieron tan rápido para mi, mi barriga ya se encontraba mas grande de lo normal. Había ido al ginecólogo a ver como se encontraba todo y me encontré con la grata sorpresa.
-Es un adorable niño.-aquellas palabras del ginecólogo se repetían cada ves en mi mente.
-¿Es enserio?-unas lágrimas cayeron por mis ojos y estaba que no podía creerlo.
-Si, todo esta en orden jovencita. Enhorabuena.- me limpiaron aquél gel de mi barriga y después de unas cuántas preguntas salimos de ahí.
Yo ya estaba ansiosa porque ese pequeño llegará a mi. Me hacía mucha ilusión tenerlo en mis brazos y poderlo abrazar, besar las veces que yo quisiera. Mis padres cada dia estaban mas entusiasmados por su llegada. Daniel y yo, si salimos un par de veces, pero lo nuestro no funcionaba. Me molestaban o mejor dicho no me gustaban los hombres que no tenían tema de conversación. Dejamos de intentarlo cuando vimos que no congeniábamos y mejor decidimos ser amigos. Me ayudaba y me consolaba en todo lo que yo necesitaba.
De Christian no había vuelto a saber, lo único que si supe fue que el se había ido de viaje o algo asi. Por lo que entendí, desapareció de la noche a la mañana. Tal ves si entendía el porque quiso hacer eso, creo que hasta yo misma de ver tantas veces como te rechazaban, hubiera tomado la misma decisión que el. El año de matrimonio ya casi se cumplía, lo que significaba que en unos meses más podía yo estar divorciada de el.
Me entristecía ya no ver sus llamadas o notar un poco mas su interés. Se había tomado demasiado enserio lo que le dije ese dia en el hospital y que no le preocupe su hijo.
-Hija, los archivos que hace un rato ya te pedí.- mi padre me grito desde su oficina.
-Ya voy.-me levante con mucho cuidado. A estos meses la panza que me cargaba, era tremenda. Tome los archivos en mis manos y los dejé en la mesa de su escritorio.
-¿Cómo está mi nieto?- pregunto mi padre tocando mi barriga y colocando su cabeza ahí.
En ese instante mi hijo dio unas pataditas, como si con eso ya haya contestado a la pregunta de su abuelo. Al mismo tiempo rompimos a carcajadas.