Lo miraba y miraba. Simplemente no podía creer que después de tanto tiempo el estuviera enfrente mío. En ese instante me dieron ganas de abrazarlo, pero me contuve. No quería que se diera cuenta que de verdad lo extrañe.
Me levante un poco rápido.-¿Qué haces aquí?- fui la primera en romper el silencio, mientras me sacudía el vestido.
Sonrió de lado y se metió las manos en los bolsillos del pantalón. Mi boca estaba seca.-Esa pregunta la debería hacer yo.-rio un poco.
Ni siquiera notaba que mi barriga ya estaba mas grande.-Lo sé, tu madre siempre me ha querido mucho, pero de todos modos ya me iba. Estoy cansada.- me encogí de hombros y pase por su lado.
-Espera.-dijo un poco mas alto de lo normal y me tomó del brazo.
-¿Que quieres ahora, Christian?-lo miré a los ojos y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-Necesitamos hablar, quiero que sepas lo que paso con Lucia.-él aun asi seguía intentando explicarlo. Yo internamente estaba derritiéndome por mi marido.
-Sé lo que paso, la misma Lucia vino a decirme. Siento mucho si no te dejé hablar, pero también quiero que entiendas que aun duele hablar de esto. Aún asi haya sido mentira.-le toqué la mejilla y el sonrió al tacto.
-Gracias por escucharla tan siquiera a ella. No merezco nada y se que ya nada volverá a ser igual.-lo decía con tristeza. Bajo la mirada hacia mi barriga y abrió los ojos sorprendido.-¿Cuántos meses tienes ya?-mi respiración se aceleró y yo me empecé a poner nerviosa. No dejaba de mirarme a mi y después a mi barriga prominente.
-Los que tenga que tener, Christian. Suéltame.-me quise zafar de su agarré, pero fue algo imposible.
-¿Puedo?- nervioso y seguro de si mismo me pregunto si podía tocar mi barriga.
Pase saliva despacio y asentí. Colocó su mano y empezó a dar suaves masajes. Se agachó hasta que sus rodillas tocaron el jardín y beso mi panza. Sin yo esperarlo, le hablo a mi hijo.
-Hola, mi amor. Soy tu papá y ya quiero que estés aquí con nosotros. Anhelo tenerte entre mis brazos, para asi cuidarte y mimarte.-su voz alegre me contagiaba a mi, pero yo estaba muy sentimental. Unas cuantas lagrimas viajaron por mi rostro. Levantó su rostro y me pregunto.-¿Sabes ya que es?
-Si, es un niño.-susurré mientras que me limpiaba discretamente las lágrimas.
A mi marido le brillaron los ojos y sonrió ampliamente. Dio un último beso en mi panza. Se levanto y me tomó de la cintura, acercándome un poco, ya que mi barriga no dejaba para mas.
-Te he extrañado tanto.-pegó su frente a la mía y sentí su aliento cálido.-Es el mejor regalo que me pudiste dar. ¿Cuántos meses tienes?-preguntó mirándome intensamente. Mis ojos estaban aún con lágrimas en ellos.
-Siete meses han transcurrido ya.-no contesté a lo otro que me había dicho. Si, tal ves era una idiota, pero no quería ilusionarme ya.
-Solo faltan dos meses para tenerlo aquí, con nosotros.-recorrió mi mandíbula con uno de sus dedos y yo cerré los ojos.
Pase saliva despacio.-Si, muy poco tiempo para tenerlo aquí.- contesté en voz baja.
Christian empezó a acercar sus labios a los míos y yo moría porque ese momento llegará ya. Extrañaba tenerlo asi de cerca y que me hiciera sentir algo querida. Estaba por besarme cuando yo me quejé.
Hice una mueca.-¡Auch!- me queje llevando una de mis manos a esa parte.
-¿Qué? ¿Que pasa?-pregunto preocupado por mi reacción.Sonreí y tome la mano de él para colocarla en mi vientre. Que sintiera como mi hijo daba pataditas.-Es lo mas lindo que he sentido. Una sensación indescriptible.-los ojos se le pusieron cristalinos y yo también ya estaba de esa manera.
-Hija, es hora de irnos.-mis padres hablaron detrás mío, interviniendo asi, el mas lindo momento que estábamos teniendo.
-Hasta luego, Chris.- me despedí con un beso en la mejilla y mis padres con un apretón de manos.
A mitad de la noche se quedo ahí, solo, pensando. Fui hacia la puerta para despedirme de sus padres. Su madre no quería dejarme ir.
-¿Te dio una explicación del porqué se fue?- mi padre preguntó mientras nos encaminábamos para el auto.
-No, pero no quiero que me la de. Esto me lo he ganado yo solita.- me encogí de hombros con desgano.
El camino a casa fue tranquilo, no paraba de pensar en el. De su reacción, de lo atractivo que se veía y de como había reaccionado con mi embarazo. Suspiré mirando hacia el exterior.
En cuanto llegamos a casa, subí hacia mi habitación. Me desmaquillé e hice las cosas normales que toda mujer hace antes de dormir. Dejé una pequeña luz encendida y acomodé mi cama para poderme acostar. Me cubrí con aquellas sábanas suaves y respiré profundo. En segundos, caí dormida.
Unas voces estaban haciendo que yo despertará ya. Tenía mucho sueño aún.
-Es hora de levantarse, hija.-mi padre hablo y abrió las cortinas dejando que la luz del sol, iluminará mi rostro.
-Déjame dormir.-me quejé y me cubrí con la almohada.
-Tienes treinta minutos para arreglarte.-salió azotando la puerta de mi recámara.
Después de hacer mis estiramientos y quedarme pensando en la luna unos cuantos minutos, decidí que ya era hora de levantarme. Hice un soplido y con algo de pesadez me levante. Lave mis dientes y acomodé mi cabello de la mejor forma. Estando embarazada mi sueño era mas profundo, delicioso. Me era algo complicado levantarme temprano en las mañanas. Mi padre me había comentado muchas veces ya, que no era necesario que siguiera trabajando, pero me aburría demasiado en casa.
Bajé las escaleras ya lista y fresca. Entré a la cocina. Mis padres ya se encontraban ahí desayunando. Me brillaron los ojos cuando divisé mi plato con fruta fresca ya lista.
-Buenos dias, cielo.- mi madre tomó un poco de su jugo y me miro.
-Hola, mamá.-le besé la mejilla y fui a devorar mi plato.
Gabriel no me había dejado disfrutar mi desayuno, todo el tiempo estuvo carrereándome. En cuanto termine, nos fuimos hacia la oficina. Mi padre tenía demasiado trabajo ya y ¿yo? Mas trabajo.