Capítulo 25

Muchas emociones se mezclaron en mi al ver el contenido de la revista. Estaba atónita, en grande, brillante y claramente sobresalientes; estábamos Christian y yo. Con imágenes pequeñas alrededor. Una dónde la noche de ayer, él me tomaba de la cintura, otra donde estábamos a punto de besarnos y la última, agachado hablándole a mi hijo.

Hice una exclamación, sorprendida. Mientras que mi marido que estaba detrás mío, las admiraba igual que yo. Me pareció interesante seguir ojeando la revista, hasta que una imagen me impacto mas que la anterior.

-¿Qué es esto?- susurre tan bajo que pudieron escucharlo. Me cubrí la boca.

-¿Que cosa, Jess?- él todavía no se daba cuenta de lo que yo estaba mirando. Comencé a sentir mis mejillas hirviendo.

Me puse de pie.-Esto.-respondí, estampándole la revista en la cara.

Abrió los ojos como plato, al ver el contenido que esta traía. Negaba con la cabeza, antes de levantar su mirada y mostrarme su cara nerviosa. Suplicante.

-Puedo explicarlo, de verdad.-colocó la revista en la mesa de vidrio y se tocó el cabello nervioso.

Ya no soporté mas, ¿quién se creía que era yo? Exploté de coraje, como nunca antes lo había hecho.

-Para todo tienes explicaciones, ¿no? O tal vez sean justificaciones. Estoy verdaderamente harta.- me toqué la frente con la mano, muerta de nervios, de coraje e impotencia.-Soporte lo de Lu. El verlos besándose. El que te hayas ido por meses y ahora regresas, veo esto.-enumeraba cada cosa con mis dedos y le señalaba la revista. Mantenía los ojos abiertos, observándome. Trate de contener mis lágrimas, de verme fuerte ante el.-Soy demasiado estupida para seguirte creyendo. Ya no más, Christian.- negué con la cabeza y abrí la puerta.-Olvídate de que existimos, no quiero saber mas de ti. ¿Lo oyes? He aguantado suficiente tus idioteces y no quiero que mi hijo crezca en este ambiente.-retiré unas lagrimas que sin querer, se escapaban de mi rostro.-Mi abogado te contactará para el divorcio, esta ves lo digo enserio.- lo miré por última ves y cerré la puerta demasiado fuerte.

Me encaminé hacia el ascensor. Contuve las lágrimas en todo el camino. Caminaba pensando en todo lo que él me había hecho. Ya, ya era demasiado y yo no podía seguir asi. Retiraba las lágrimas que sin querer se esparcían por el suelo de cemento por donde yo caminaba. La gente que pasaba a lado mío, me miraba raro. Al llegar a casa, no me importó ver quien estaba. Subí corriendo a mi habitación. Aventé mi bolso y me deje caer en el piso, abrazando mis rodillas, mientras que el sentimiento salia sin poder controlarlo.

Estaba harta de todo, de mi marido, de Lucia. De lo mentirosos que eran los dos. Siempre me decía una cosa y terminaba haciendo otra que no. Al final estaba comprendiendo, que estaba enamorada como una idiota de él. Por más que yo lo quisiera, ya no aguantaría mas humillaciones. Me divorciaré de el y seguiría con mi vida, a lado de las personas que si valían realmente la pena.

Dejé que todo lo guardado que tenia dentro de mi, se fuera en mis lágrimas. En ese instante entro mi madre, sin tocar la puerta. Al verme de esa manera, fue corriendo hacia mi lado.

-¿Que tienes, mi amor?- su suave caricia en mi mejilla, me hizo sentir un poco mejor.

-Es Christian, culpable de todo lo que me pasa.- un sollozo salió sin poder evitarlo.

-¿Que paso ahora?- me abrazo y me hacia cariños en el cabello.

-No quiero hablar por ahora de eso, solo quiero que llamen al abogado y le digan que quiero el divorcio cuanto antes.

No iba a ver marcha atrás, era el camino que yo ya quería tomar. Mi madre asintió y me siguió consolando hasta que quede dormida en sus brazos.

Hoy por fin era sábado, dos dias después de lo que había sucedido. Me sentía un poco mejor, pero no del todo. Mis ojos estaban rojos e hinchados. Hoy no tenía porque levantarme temprano de la cama. Seguía acostada, mientras miraba una serie en netflix.

Mis padres entraron al mismo tiempo que yo me acomodaba mejor para seguir viendo la televisión. Los miré de reojo.

-Hija, arréglate. Vamos a salir a desayunar.- depositaron un beso en mi frente.

Yo fruncí el ceño ante su actitud demasiado rara.- No, quiero estar en cama todo el dia. Al igual que mi hijo.- toque mi barriga.

-No sean flojos, anden.- rieron ante el puchero que les puse yo.

-Miren, ¿Mi amor, verdad que quieres que tu mami descanse?- los miré a ambos y les coloque la mano en mi barriga. Si daba una patadita, era que si quería quedarse aquí y si no, quería salir.

-Ves, quiere que te levantes y le des de comer.-contestaron los dos y yo rodé los ojos. No obtuvieron respuesta de mi hijo.

-Eres un traidor.- moví un poco mi panza y rei sin querer.

Me levanté con algo de pereza y fui directo a ver que me ponía. Opté por unos jeans beige, una blusa bonita azul marino y zapatos de piso. Me ondulé un poco el cabello y salí de mi habitación lista.

Bajé las escaleras y me dirigí a la puerta de salida, pues mis padres ya me esperaban adentro del auto. Vi pasar restaurante, uno tras otro y en ninguno nos deteníamos. Las tripas ya me estaban exigiendo comer y mi hijo igual, pues no dejaba de patearme la barriga. Nos detuvimos en uno mucho mas elegante de lo normal, se podía haber detenido en uno mas económico. Rode los ojos y abrí la puerta.

-Su mesa les espera.- giré a ver a mi padre y negué con la cabeza. Hasta reservación habían hecho. Nos guiaron a nuestra mesa y tomamos asiento. Pedimos de desayunar, yo fruta, junto con unos huevos rancheros y frijoles.

-¿Porqué hay tantas sillas?-pregunté mirando a mi alrededor. La mesa que nos habían dado, tenían cuatro sillas más. Mi pregunta quedo en el aire, pues enfrente mío se contestaba sola. La señora Mel, Nick y el dueño de mis desgracias, estaban de pie.

-Hola, linda.- me saludó su madre con amabilidad y cariño.

-Hola, señora Mel.- respondí tratando de sonreír y entender un poco la situación.