Matrimonio a cambio de Dinero

Capítulo 26.

Todo a mi alrededor se paralizo al escuchar las palabras que mi casi, ex marido había dicho. No podía creer que el seguía empeñado en un matrimonio que ya no iba a funcionar.

-¿Qué? ¿Escuché bien?- pregunté mirando al abogado.

-No me voy a divorciar y creo que no se puede hacer nada si las dos partes no están de acuerdo.- me toque la frente cansada ya de todo esto. Un mareo repentino llego a nublar mi vista. Ya estaba sentenciando como si nada.

-¿Porqué? ¿Para que quieres que sigamos casados si lo nuestro no funciona?- miré a mis padres y en mi cara no había mas frustración que en estos momentos.

-No quiero alejarme de ti.- se cruzo de brazos y me penetró con la mirada. Le entregó el papel y el bolígrafo al abogado.

No podía seguir aquí.-Me parece absurdo lo que estas diciendo.- exclamé.- Es ilógico que aun quieras seguir casado conmigo, después de todo lo que ya hemos pasado. La relación ya no funciona. ¿No crees que merezco ser libre y feliz? Con una persona que si me ame de verdad y no me este lastimando.- lo miraba esperando alguna reacción de el. Nadie en la mesa se atrevía a objetar nada.

-Tu felicidad esta a mi lado, conmigo. Como una familia.- que descaró tenía este hombre.

-Mi felicidad contigo hace mucho que ya se acabo y yo no pienso seguir con algo que no lleva rumbo.- recorrí la silla hacia atrás y me puse de pie.-Te divorcies o no, esto- nos señalé-, ya no volverá a ser lo mismo.

Dejé la servilleta en la mesa y tome mi bolso. Salí del restaurante pidiendo disculpas a los presentes y huí del lugar. Salí al exterior tomando una gran bocanada de aire. Hacerme la fuerte y no hacer notar lo que dentro de mi había, era demasiado difícil. Detuve a un taxi y le indiqué la dirección de mi casa.

-¿Todo bien, señorita?- el señor muy amable que estaba ante el volante me miro por el retrovisor.

-Si, gracias señor.-miré hacia la ventana y trate de distraerme. Se detuvo en una heladería y baje para comprarme uno. Desde que inicié mi embarazo anhelaba por un helado, le pague al taxista y decidí tomar mi rumbo caminando.

De ves en ves tocaba mi barriga para saber si le gustaba el helado a mi hijo, y si. Me pateaba cada ves que yo comía. Parejas pasaban a mi lado, muy acaramelados y yo solo trataba de ignorar todo lo que alrededor había. Niños corriendo y sus papás yendo tras de ellos.

-No vayas a ser tu como ellos.- rei y masajeé mi barriga.

Mientras caminaba y admiraba la naturaleza, los edificios, el tráfico pasar y las personas. Recibí un mensaje de texto. Miré de quién se trataba y era nada mas que mi prima Beatriz. Lo leí.

Betty:

¡Hola! Prima, te extrañamos mucho. Ven a visitarnos. Anna te extraña.

Sonreí ante lo que leí y nada perdía con ir a visitarla.

*Cuánto tiempo sin saber de ti, pásame la dirección y en minutos llego.

Camine un poco mas y divisé a un taxi. Me fije en la dirección y enseguida se la di al conductor. Estaba muy feliz, hacia tanto que no la veía y saber que aun se acordaba de mi. Me daba mucha ilusión verla ya. El taxi se estacionó en la entrada de su casa.

La casa a simple vista era gigante. Tenía grandes ventanales y contaba con tercer piso. Desde afuera me le quede viendo maravillada. Le pagué al señor del taxi y me baje. Subí las escaleras con piedras, pues asi estaban hechas. La puerta era de madera oscura y tenía un jardín enorme.

Toque el timbre y a los segundos la puerta se abrió.

-¡No puedo creerlo!- se tapó la boca con emoción. Me abrazo tan fuerte que por un momento ya se me dificultaba respirar.

-Me alegro de verte, Betty.- me hizo pasar el interior de la casa.

-¿Estás embarazada? Por dios, de cuanto me he perdido ya.- se sorprendió al verme con semejante barriga.

-Si, estoy embarazada. Te has perdido de mucho, pero ya estamos aquí para ponerte al corriente.-le guiñé el ojo. De pronto unos grititos se escucharon desde arriba.

-Tía Jess.-una pequeña Anna apareció en mi camino.

-Hola, linda.- la tomé en mis brazos y le di un beso en la mejilla.

-¿Vas a tener un bebito?- pregunto con su ceño fruncido, mientras que tocaba mi barriga.

-Si, cariño. Voy a tener un bebé al que vas a tener que mimar.- la deje en el suelo y me siguió mirando.

-¿Puedo tocar mas tu panzita?- pregunto tímidamente y yo era imposible poder negarme ante la pequeña. Mi bebé le daba unas pequeñas pataditas provocando la risa de ella y de nosotras.

-Bueno, amor. La tía Jess tenemos que hablar mucho. Ve a jugar, anda.- mi sobrina hizo un puchero.

-Yo juego cuando termine de hablar con tu mamá, ¿Esta bien?- ella asintió dando saltos y gritando.

-¿Ya comiste?- fui rumbo a la cocina con ella, no tenía mucho apetito.

-Desayune hace poco y no tengo tanta hambre.- me senté en una de las sillas de la cocina y miré como terminaba de preparar la comida.- Tu mensaje me ayudo mucho, andaba sin rumbo fijo y no quería llegar a mi casa. Mis padres llegarían y se iba a armar un caos. Fuiste mi salvación.- reímos. En lo que terminaba de hacer sus cosas, le conté toda la historia. De principio a fin, lo que ambos habían hecho. Como habían jugado conmigo.

-Como es posible que aun por todo eso, no se quiera divorciar de ti. Las idioteces que le has aguantado, me parece increíble. Que loco esta ese hombre.- negó mientras se sentaba a mi lado y tomaba de su agua.

Suspiré.-Ni yo misma entiendo lo que pasa. Pero ya le deje en claro lo que yo quiero.- revolví mi jugo y lo tome de un trago.

-Aunque si lo quieres, deberías de pensar mejor las cosas. Porque si no, será demasiado tarde cuando ambos reaccionen.- me advirtió.

-No lo sé, estoy confundida.- me encogí de hombros.

Después de comer y estar un rato poniéndonos al corriente de todo lo que había sucedido en este tiempo. Se escucho como la puerta de entrada se azotaba. Indicando que alguien había llegado.

-Cariño.-gritaron. Era la voz de un hombre.



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Editado: 17.09.2019

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