-¡No papá, no puedes hacerme esto, no me puedes obligar a casarme con diecisiete años de edad! -grité muy fuerte que mi padre ya estaba por pegarme.
-Aquí tú las decisiones no las tomas, no eres mayor de edad así que harás lo que yo te diga -dijo apretando la mandíbula.
-Es que no papá. Te lo suplico, cancela la boda, quiero tener mi juventud ¡Disfrutarla! Estaré atada a un hombre que yo no amo ni el me ama -sollocé, exasperada.
-Jessica tiene razón, no puedes obligar a casarla ¡Es apenas una niña! -dijo mi madre.
-No Aurora, tú también no empieces, sabes cómo están las cosas por eso las hago no le impulses las cosas -respondió mi padre señalándome.
-¿Eso seré yo? ¿Un simple negocio? Eso no se le hace a ninguna hija y menos a esta edad ¡Ni siquiera conozco al tipo! Si quieres trabajaré, pero no me obligues a casarme.- enfrenté a mi padre, rogando su comprensión.
-Lo siento Jessica, esa es mi última palabra. Mañana le conocerás al igual que a sus padres, te casarás en una semana y espero que te comportes -dijo saliendo de la habitación, dejándome con la palabra en la boca.
-De verdad lo siento hija, no pude hacer nada- mi madre se acercó, dándome ese abrazo que tanto anhelaba.
-No te preocupes, haré lo posible por no casarme.
-No hagas ninguna tontería cariño.
-No mamá -respondí, para luego salir de la habitación.
Regresé a mi habitación, giré sobre el espejo buscando algún defecto, no estaba nada mal, tenía el cabello negro azabache, unos ojos color azul que te hacen recordar el frío lago en invierno, delgada con una pequeña cintura y no poseía tanto busto; eso me alivió, puede ser que a él no le guste y no quiera casarse conmigo ya que a los hombres le gustan las chicas dotadas.
Agarré mi celular y empecé a jugar para entretenerme y no pensar en lo ridícula que era mi vida, cuando de pronto mi habitación fue abierta y por ella entró mi padre.
-¿Qué quieres papá? -dije lo más fría posible.
-La cena se adelanta. Hoy conocerás a la familia Sandoval, arréglate porque te quiero presentable, Abby te llamará cuando la cena esté servida -dijo autoritario.
-No me queda de otra.
-Bien, entonces levántate y apúrate -terminó con un portazo.
Me levante de mi cama desganada y de mi armario, saqué un vestido gris corto de mangas largas y unos zapatos negros de piso.
Entre a mi baño y abrí la llave del agua caliente, me despojé de mi ropa y me di una ducha rápida.
Cuando salí me envolví en una toalla, sacando de mi cajón ropa interior negra con encaje.
Me coloqué el vestido y los zapatos y luego de secarme el cabello dejándolo con pequeñas ondas, me puse un poco de brillo labial y un collar a juego.
-Jessica, tu padre y los señores Sandoval te esperan en el salón.
-Gracias Abby, en un segundo bajo.
<< Aquí vamos>> pensé, veremos cómo es esa tal familia y cómo será el hombre con el que me casaré. Suspiré, después de varias bocanadas de aire, preparándome mentalmente.