Sentía la sangre hirviendo recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Si el pensaba que podía hacerme esto, estaba muy equivocado. No sabía bien el porque me ponía asi por esto, pero me enfurecía.
Me levante de mi asiento, por poco tiro la silla. Lucía hizo un intento en vano de defenderme, pero no la deje.
-¿Se puede saber a ti que diablos te pasa?- pregunte furiosa y con los puños apretados a cada lado de mi cuerpo.
-Estoy disfrutando el único dia que tengo de soltero.- me sonrió hipócritamente y como si fuera lo mas obvio en el mundo.
-¿Y lo disfrutas con tantas mujeres?- la ultima palabra casi me dan ganas de vomitarles encima. Las mujeres esas, se le quedaron mirando con cara de enamoradas.- Digo porque si es asi, yo también me puedo besar con quien quiera y me plazca.- lo estaba retando y el solo se limitaba a reír .
Si el no era capaz de creerme iba a hacer que me viera con sus propios ojos. Paso un mesero que no estaba nada mal, sin esperarlo lo jale hacia mi y lo bese. Si, tal ves es lo mas ridículo que haya hecho, pero quería que viera lo que yo sentí. El mesero se quedo sin reaccionar, pero sin ser tonto coloco sus manos alrededor de mi cintura. Unos segundos después ya no sentí esos labios sobre los míos.
Abrí los ojos y mire como Christian golpeaba al mesero, el chico salió huyendo. Pobre, se que el no tenía la culpa.
-¿Qué es lo que te pasa? ¡Estás loco!- exclamé mas alterada de lo que pretendía.
-Nadie toca lo que es mío.- aclaro con los puños cerrados y la mandíbula apretada.
Me quede sorprendida ante sus palabras. Lucia lo miraba como si ya lo conociera y admirando el espectáculo que estábamos haciendo.
-Alto ahí.- coloque mi mano ante sus ojos y proseguí.-Nunca te he pertenecido y mucho menos que yo fuera tuya. Tu dijiste que podíamos hacer lo que quisiéramos ¿No?- le pregunte y antes de que respondiera proseguí.- Te besaste con esas mujeres, yo me puedo besar con quien quiera.- me incliné hacia el e hice una seña. Lo desafiaba.
-Tú no vas a besar a nadie que no sea yo.- se señalo mientras se aproximaba a mi con paso lento.
-¿Y eso quién lo dice?- golpeé con mi zapato el piso de madera.
-Yo, yo lo digo.- cada ves estaba mas cerca.
-Pues fijate que no me parece. Tú hiciste lo que se te dio la gana, yo puedo hacer lo mismo.- dije harta y cruzándome de brazos.
-No.- su voz sono ronca.
Acto seguido quedo a centímetros de mi y atrapó mis labios. Primero con una fiereza increíble, mis labios los iba a sentir adoloridos si seguía besando asi de esa manera. Segundos después bajo la intensidad, se tornó en un beso dulce y cálido.
Salí de mi trancé y le di una bofetada.
-No me vuelvas a besar.- saber que con esos labios había estado con esas, me daba asco.
-Quieras o no seremos un matrimonio y te besaré las veces que quiera.- se toco la mejilla adolorida, mientras que con la otra mano me agarraba de la cintura.
-¿Y porque mejor no te vas con esas?- las señalé y me zafe de su agarre. Tomé el bolso de mi mesa y salí de ahí furiosa. La sangre me subía por toda la cabeza.
Lucía tardo mas de la cuenta en seguirme. Respiré el aire fresco de aquella noche, una brisa fresca rozaba mi cuerpo. Subimos al auto y ella lo encendió, mientras que me miraba.
-Nunca te había visto de esa manera.- se burlaba.- Estas celosa.- aseguró.
-Estas loca.- negué con la cabeza tratando de convencerme a mi misma.- Solo quiero que me respete y me de el lugar que yo merezco.
-Como digas.-Sonrió mirando atenta el camino.-Nos vemos mañana. Tu padre me ha llamado para decirme que quería que fuera tu dama de honor. Soy tu amiga con mas confianza.-apretó el volante y yo cada ves entendía menos esta situación.
Mi padre que se creía, ni siquiera quería damas de honor en mi boda y el ya se había dado ese derecho.
-Claro.
Tardamos mas de la cuenta en llegar a mi casa. En esta ciudad había mas tráfico que el desorden que tenía en mi vida. Ya anochecía cuando por fin llegué.
-Te veo mañana.- se despidió de beso.
Yo asentí no tam convencida y baje. La despedí con la mano mientras ella daba vuelta para irse. Abrí la puerta de mi casa en silencio y directamente subí a mi habitación. En mi cama se encontraba una pequeña cajita alargada y de terciopelo azul.
Aventé mi bolso lejos de mi y curiosamente tome aquella cajita en mis manos y la abrí. Dentro estaba un collar de perlas blancas con diamantes pequeños incrustados a los lados. Era precioso, maravillada lo saque de la caja y lo aprecié mejor en mis manos. Una nota se cayó y me agaché para poder ver de quien se trataba.