Yo ya estaba desesperada. Me estaba angustiando y tocando la frente desesperadamente. Coloqué mi bolso en el carrito de compras y me dediqué a separarlos.
-Christian, déjalo ya. No vale la pena.- lo tome de los hombros e intente levantarlo.
-Te vuelves a acercar a mi mujer y te juro que te vas a arrepentir.- yo lo empujaba para alejarme lo mas posible de ese hombre.
La gente alrededor nuestro nos veía mal. Mi marido estaba sangrando de la nariz y mandíbula. Lo aferré bien a mi y disimuladamente agarré una botella de alcohol para poder curarlo y algodón.
-Te hiciste daño, de verdad que no valía la pena que te pelearás.- lo miré preocupada por el aspecto en el que se encontraba.- Voy a pagar lo que compre y nos vamos. Espérame en el auto.- me miro pensativo y yo con cara de angustia fui directamente a la caja para poder pagar todo lo que llevaba.
Cuando el señor colocó la ultima bolsa en el carrito de compras sonreí agradecida y le di un poco de dinero gracias a su ayuda. La imponente presencia de mi marido llego y me ayudo a llevarme el carrito hacia afuera. Metimos todas las cosas en la cajuela del taxi y enseguida me abrió la puerta. Le dimos la dirección al señor y fuimos en silencio. De verdad que se veía mal, estaba todo manchado de sangre y lo único que yo pude hacer fue tomarle la mano.
No sabía realmente que le pasaba, estaba muy callado y él no era asi. Tal vez realmente si sentía mal y yo pensando que algo le pasaba conmigo. Disfrute un poco el camino hacia la casa, el calor era sofocante. Que podía esperarme en una playa. Llegamos a casa y bajamos las compras que habíamos hecho. Escondí el alcohol y algodón en un lugar para que no se diera cuenta. Este era un hombre terco y seguramente me diría que se sentía bien.
Saqué todo de las bolsas y acomodé en cada lugar lo que iba. Me detuve en el salón y miré hacia las escaleras. Tenía que armarme de valor y subir a curarlo, no quería que nada malo pasará, no una situación que yo no pudiera controlar. Tomé lo necesario para curarlo y subí las escaleras, mis piernas temblaban con cada escalón que iba subiendo. Esto era realmente extraño.
Tomé una bocanada de aire y toque la puerta. Al segundo me abrió y me miró.
-¿Puedo pasar?- pregunte tímidamente.
-Si.-respondió mientras dejaba totalmente la puerta abierta. Me miraba confundido.
Se que a lo mejor esta pregunta iba a sonar un poco estupida.-¿Puedo curarte las heridas?- mi voz temblaba y me quede sin aire. No entendía exactamente lo que me pasaba, no solía comportarme asi con el.
Christian se paso las manos por el cabello nervioso y minutos después asintió. Se sentó al borde de la cama y yo camine los pocos centímetros que nos faltaban para estar cerca. Dejé lo que necesitaba en la cama y agarré un pequeño algodón con alcohol, me agaché un poco para quedar a su altura. Con mucho cuidado empecé a limpiar las heridas. Tenía unas cuantas en la mandíbula, mejilla y bueno la nariz por suerte ya le había dejado de sangrar.
De vez en cuando ponía muecas y cerraba los ojos. Obviamente le ardía y sin mencionar que mis manos temblaban al desinfectar cada herida. Coloqué unas cuantas vendas pequeñas en las heridas mas profundas que tenía. Cerré el alcohol y me puse en mejor postura para ya no estar en tan incómoda posición. Tomé las cosas para tirarlas a la basura y cuando estaba por darme la vuelta, me tomo por los brazos y me empujó suavemente hasta que quede completamente recostada en la cama.
-¿Qué haces?- la voz apenas y salía de mis labios.
-Shh.- puso un dedo sobre mis labios, silenciándome.
De un momento a otro se colocó encima de mi y me acórralo con sus fuertes brazos. La saliva la sentía tan espesa que me era muy difícil pasar trago.
-Por favor, no.- murmuré con la poca voz que logro salir de mis labios.