Matrimonio Arreglado

Más amores, más decepciones

Mi vida continuó con su acostumbrada decadencia. Una serie de acontecimientos desafortunados que siempre me llevaban a situaciones bastante bochornosas para mí. Parecía que estaba destinado a hacer el ridículo cada vez que podía. Comencé a trabajar en una fábrica de cajas. Por un momento de verdad creí que mi título universitario me ayudaría a salir de esa pobreza tan profunda en la que me encontraba. Un buen empleo era todo lo que necesitaba, quizás me darían el puesto de gerente general, o quizás encargado de la fábrica. Pero una vez más estaba equivocado. Al llegar a ese lugar, me sorprendió el mal estado en el que laboraba esa pobre gente. A mi me dieron el puesto de jardinero, encargado de cortar todo tipo de maleza que pudiera crecer en cualquier parte de la empresa. Pare ser sincero con ustedes, era bastante degradante para alguien con un título universitario tener que hacer estas tareas que no tenían absolutamente nada que ver con jardinería. Incluso tuve que lavar algunos baños. Yo sé que muchos estarán pensando que al menos la paga hacía que valiera la pena, pero no era así. Apenas ganaba sueldo mínimo, y eso era realmente muy poco.

Mientras todo esto pasaba en mi vida. Del otro lado del planeta, en un país del primer mundo. Mi mejor amiga de la infancia, Karol Thorme. Terminaba todos sus estudios graduándose con los mejores honores que podía ofrecer la mejor universidad que existía en esa nación. Disfrutando de los beneficios de ser hija de un hombre millonario, y haber salido de un país que se hunde en la crisis. Su padre era un poderoso empresario dueño de una importante empresa de seguros. Su nombre era Roberto Thorme, quién además de Karol, tenía otra hija de nombre Kenia. Ambas era el tesoro más grande y apreciado de su millonaria vida, pero solamente una de ellas podía dirigir su basto imperio. Roberto, también era un hombre de principios quién pensaba que la familia era lo más importante. Así que decidió de manera muy sabia, colocar una condición especial para que alguna de sus hijas pudieran ocupar su puesto al frente de Thorme Seguros C.A. La cuál era la segunda empresa de seguros mas importantes de ese país. La condición era sencilla pero algo anticuada. Consistía en la primera de las hermanas que lograra casarse, y darle un nieto. Entonces ella sería la merecedora del cargo. En ese momento no lo sabía, pero esa condición terminaría convirtiéndose en mi cruz y mi maldición.

Decidí renunciar al trabajo como jardinero debido a los múltiples abusos, y explotacion laboral en mi contra. No sin antes dañarles algunas máquinas cuando nadie me observaba. Una vez más de vuelta al desempleo, una vez más a ser una carga para mis padres quiénes apenas podían mantenerme con el dinero de sus pensiones. Me sentía fatal, era realmente frustrante para mí, mirar como a su edad, aún debían preocuparse por darme de comer. Fue entonces cuando comencé mi travesía por una serie de posibles empleos, o cualquier cosa que pudiera dejarme algo de dinero para ayudar en el hogar. En ninguna empresa querían darle trabajo debido a mi inexperiencia, pero, ¿cómo podía tener experiencia si no me daban la oportunidad de obtenerla?, comencé a bajar un poco mis expectativa. En ese punto estaba dispuesto a aceptar cualquier empleo. Inclusive, solicité en un centro comercial en dónde debía primero pasar un control antidroga que ellos mismo hacían. Era obligatorio una muestra de orina fresca. El problema era que la encargada estaba a tu lado en el baño de caballeros, observándote fijamente para que no hicieras trampa en el examen de orina. Allí me encontraba, apuntando al urinario completamente sonrojado por la vergüenza sin poder hacer que saliera el pis.

— ¿Tardarás mucho tiempo? — me preguntó la encargada mientras me vigilaba atentamente. Ella era una señora un poco pasada de peso, voz ronca, piel blanca, y con una actitud tan intimidante como el grueso bigote en su labio superior. En su gafete podía leerse el nombre Clara — ¡hay mucho más buenos para nada como tú esperando afuera.

— No puedo hacer si me observa, señorita Clara — dije sumisamente con una sonrisa temerosa al mejor estilo de un nerd.

— Si quieres te puedo vender la mía — susurró acercándose a mí y colocando su mano a un lado de su boca para más discreción mientras miraba a todos lados para asegurarse que no la estuvieran escuchando — ¡diez dólares!

— Necesito el empleo, pagaré con tal de entrar — casualmente esos eran los últimos diez dólares que me acompañaban, literalmente, lo único que había en mi bolsillo.

Justo en ese momento me percaté que había tocado fondo. Pagar diez dólares por un poco de orina para pasar un examen antidroga, y lograr quedarme con aquel trabajo, fue un golpe de realidad muy fuerte. Sin embargo ya estaba en ese lugar. Debía seguir con eso hasta el final. Luego de un par de horas esperando a las afueras del centro comercial, finalmente llegaron los tan esperados resultados. Por un segundo pude sonreír aliviado al saber que tendría los mismos resultados de alguien que había pasado ese control. Un sujeto calvo y obeso salía de la tienda sosteniendo unas cuantas hojas blancas en sus manos. Tenía cara de pocos amigos, y una pésima actitud con la que era capaz de intimidar a cualquiera. Luego de gritar varios nombres que no pasaron la prueba, y por ende no eran elegibles para el empleo. Al fin pronunció mi nombre.

— ¡Ander Blanco! — gritó con voz grave y áspera.

— ¡Soy yo, aquí, soy yo! — grité abriéndome paso entre todos esos desempleados para tomar la delantera. La mujer que me vendió su muestra de orina, nos veía desde el interior de la tienda a través del cristal mientras yo moría de las ganas por gritarle "gracias".

— ¡Felicitaciones, está usted embarazado! — informó ese hombre con indiferencia, y continuó entregando resultados.

Rápidamente volteé a ver a la mujer dentro de la tienda, y fue allí cuando noté su vientre levemente abultado. Ella solamente sonrió antes de correr para ocultarse. Mis mas bajos instintos de supervivencia se pusieron al máximo, puesto que eran los últimos diez dólares que seguramente tendría en mucho tiempo así que debía recuperarlos.




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