Rápidamente busqué la manera de hacerme con el número telefónico de Karol para intentar llamarla. Por suerte conocía muy bien a sus primos, residían en el mismo barrio dónde nos criamos desde niños y ellos me lo facilitaron muy amablemente. ¡Naaaaahhhhh! Mentira, ellos conocían muy bien mi lado interesado. Jamás me hubieran dado ninguna información de ella por voluntad propia temiendo que pudiera intentar algo deshonesto en su contra. Así qué tuve que engañarlos para que me regalaran una llamada, y grabarme el número de memoria cuando ellos no me miraban. Toda una misión imposible al mejor estilo de las películas. Sin embargo debía al menos intentarlo, ya que podría ser mi único boleto para salir de toda esta pobreza. Fue un poco complicado conseguir quién me prestara un teléfono para comunicarme internacionalmente con mi vieja amiga. Finalmente pude resolver ese pequeño problema, y conseguir la manera de hacer esa importante llamada de una vez por todas. Sabía que necesitaba una buena imagen de fondo, ya que estaría haciendo una vídeo llamada que me permitiera mirar los ojos de Karol mientras le explicaba mi plan perfecto. De esa manera me aseguraría de no recibir un "no" como respuesta. Escogí la playa como fondo de la llamada debido al simple hecho que no encontré una sola casa que pudiera servirme para ello. Subido en una loma con el inmenso mar a la espalda, y las suave brisa marina batiendo mi cabello, crucé los dedos para presionar el botón verde que iniciaría todo.
A miles de kilómetros de esa playa. En una país totalmente diferente. Karol disfrutaba de un exquisito té en uno de los infinitos balcones con los que contaba la mansión de su padre. Ella desde que comenzó a su vivir con su padre, su única preocupación fue respirar puesto que era lo único que los empleados domésticos del señor Thorme no hacían por ella. Su teléfono celular, el cuál por cierto era un modelo totalmente exclusivo que no había siquiera salido al mercado, yacía sobre la pequeña mesa a su lado derecho. Ella jamás hubiera al menos llegado a imaginar que estaría a punto de recibir mi llamada. La pantalla de su móvil reflejaba la llamada entrante de un número de teléfono totalmente desconocido. Karol no entendía quién podría ser. Nadie más tenía su número personal, solamente familiares y amigos más cercanos por motivos de seguridad. Aún así ella decidió constestar, quizás un poco motivada por el aburrimiento que le producía la soledad en la que se encontraba. Abrió la llamada repentinamente encontrándose con mi rostro poco representable lo que causó en Karol una mala impresión automáticamente, en ese momento se me hizo casi imposible afeitarme la cara, y la cabeza. Eso hacía que luciera un poco descuidado, mientras que yo me sorprendía de lo cambiada que estaba ella aunque la reconocí de inmediato.
— ¡Lo siento, no estoy interesada en comprar drogas! — dijo Karol disponiéndose a cortar la llamada.
— ¡Karol! ¡Karol! ¡Aguarda! — grité rápidamente haciendo que se detuviera momentáneamente.
— ¿Cómo diablos sabes mi nombre? — preguntó muy extrañada.
— ¡Soy yo! ¡Soy Ander! ¡Ander Blanco! ¿No me recuerdas? ¡Estudiamos juntos de niños! — expliqué rápidamente para evitar que colgara la llamada que tanto trabajo me costó hacer.
— !¿Ander?! ¿En serio eres tú? ¿Pero qué te pasó? ¿Sufriste un accidente en el rostro o algo así? — preguntó Karol frunciendo el ceño en señal de extrañeza, seguramente le pareció raro, quizás me encontraba un poco descuidado.
— Bueno no te fijes en la barba, y bigote. Sigo siendo aquel chico de la preparatoria que creció contigo aquí en este mismo barrio — sugerí riendo alegremente para que ella pensara que me daba mucho gusto volver a verla, cuando en realidad solamente me fijaba en la impresionante mansión a sus espaldas. Rápidamente entendí que no era exageración de mis padres, realmente Karol estaba viviendo la gran vida de ricos en un país extranjero — no tienes idea de lo feliz que me hace verte, mi visa... Digo mi vida.
— ¡Ya en serio Ander! ¿Qué demonios quieres? — Karol para ese momento ya había cambiado la expresión de su rostro, y ahora se mostraba totalmente seria e inexpresiva — pierdes tu tiempo si crees que te daré un centavo de mi dinero.
— ¡No puedo creer que estés diciendo esas cosas, Karol Thorme! ¿Cómo puedes creer que yo sería capaz de buscarte por interés? — pregunté retóricamente haciéndome el ofendido.
— ¡Quizás por el hecho de que te conozco desde niños! ¡O aún peor! ¡Porque ya has intentado aprovecharte de mi en el pasado para sacar partido a beneficio propio! — gritó Karol a través del pequeño parlante en el teléfono celular haciéndome notar su molestia para conmigo.
— Muy bien, muy bien, muy bien. ¡Tú ganas! Si te estoy llamando por algo de interés económico, pero no es lo que crees. Esto puede ser algo que nos benefie a ambos. Aquí podría estar la solución para tus problemas, y también podría estar la solución para mis problemas — me ví obligado finalmente a confesar mis verdaderas intenciones adoptando mi plan b. Hacer que ella confiara en mí a través de mi sinceridad demostrándole que estaba diciendo la verdad — así que dejemos de una vez todo este protocolo a un lado, y comencemos a hablar de negocios de una vez por todas.
— ¡Muy bien! A ver, Ander Blanco. ¿Bajo que motivo, razón, circunstancia, y/o escenario, podría yo beneficiarme en algo que provenga de tí? — Karol se tornaba sarcásticamente expectante esperando a escuchar la respuesta que tenía para contestar a esa pregunta que acaba de hacer — ¡A ver! ¡Te escucho!
— Bueno Karol, por acá en el barrio se escuchan muy fuertes rumores de las condiciones que te puso tu padre, a tí, y a tu hermana para poder heredar ese tan anhelado puesto como la gran encargada de sus empresas transnacionales — expliqué.
— ¿Y qué hay con eso? ¡Todo el mundo lo sabe! No es un secreto para nadie — Karol comenzaba a mostrarse algo fastidiada. Al parecer, la estaba perdiendo. Necesitaba pasar rápidamente a la parte jugosa del plan para engancharla.