Matrimonio Arreglado

¿Estás lista?

No podía creer que finalmente pude sobrevivir a ese extraño viaje de cacería junto a mi supuesto suegro. Durante esos tres siguientes días las cosas fueron tornándose cada vez más misteriosas dentro de la mansión Thorme. Todos parecían tener una mala idea de mí desde que llegué, sobretodo mi futura cuñada Kenia. Ella era la más empecinada en que me sintiera incómodo en esa gigantesca propiedad. Por su parte Karol continuaba dejándome dormir en ese mueble al cuál comenzaba a acostumbrarme sin darme cuenta. Y así como así pasaron esos tres días para la esperada ceremonia de casamiento. La prensa anunció nuestro matrimonio por todo lo alto siendo una completa sorpresa para todo mundo. La alta sociedad esperaba que fuera Kenia la primera en contraer nupcias, así que al ser Karol la novia que caminaría al altar ocasionaba cierto revuelo entre las grandes familias que siempre se vieron ligadas a la inmensa fortuna del señor Thorme. Las personas más importantes de la ciudad se morían de ganas por ir al casamiento. La intriga por saber quién era yo, y de dónde diablos había salido, era el gran motor que movía el interés de querer asistir de cualquier manera. El señor Thorme se encargó de preparar una selecta lista de invitados dónde solamente estarían lo mejor de lo mejor en cuanto a la alta sociedad se refería. Nuestra boda sería toda una gala que reuniría el lado más glamuroso de la ciudad, y sus adyacencias. Sin darme cuenta el día llegó tan rápido que casi no pude ver cuando me golpeó justo en la cara con una velocidad extraordinaria. En día acordado para la boda llegó haciendo que todos enloquecieran corriendo de aquí para allá. Todos parecían estar muy nerviosos ese día con la excepción de nosotros los novios. Seguramente se debía al hecho que sabíamos la farsa oculta detrás de aquella unión por conveniencia. Eso nos permitía tener tranquilidad puesto que conocíamos cuál sería el desenlace de toda esta novela, mientras que los demás vivían expectante comiéndose las uñas. Karol se aseguró de contratar solamente a los mejores estilitas para que se encargaran de darnos un look especial que nos hiciera destacar. Al fin y al cabo éramos los novios, y debíamos causar un impacto especial que nos diera el poder de sobresalir ante los demás invitados.

Me encontraba parado en el altar mirando a casi cualquier lado para evitar el contacto visual con todas esas personas extrañas, desconocidos que solamente asistían por la curiosas de saber quién era yo. Ander Blanco, el sujeto misterioso que salía literalmente de la nada para casarse con la hija de un poderoso multimillonario, y heredar junto a ella una de las fortunas más impresionantes de todos los tiempos. Sin duda alguna aquella era una historia digna de contar en una telenovela. Por suerte nadie en ese lugar sabía que mi relación con Karol era una mentira del tamaño de la luna. Con excepción de Edrian, todos los demás estaban completamente engañados. Lo nuestro era un matrimonio arreglado dónde no había la más mínima gota de amor para exaltar. Me hubiera gustado poder estar con mis padres en aquel momento. Aunque todo fuera una farsa, habría sido bonito que ellos finalmente me vieran vistiendo un costoso traje elegante, y siendo el centro de atención en un evento tan importante. Todos voltearon repentinamente cuando la música nos sorprendió a todos sonando de manera inesperada. La marcha nupcial era tan irritante como siempre la imaginé. Y justo acá llegamos al momento exacto dónde comenzó nuestra historia. Karol hacía su parte dando la mejor actuación de su vida. Caminaba de manera predeterminada sobre esa alfombra roja trayendo puesto el más hermoso vestido blanco de novia que el dinero de su padre podía pagar. En sus manos yacía un hermoso ramos de rosas blancas que hacían juego perfectamente con su velo, ese velo que significaba pureza, e inocencia en la novia. Junto a ella caminaba el orgulloso señor Thorme, quién se disponía a entregarla en el altar, tal y como se lo juró a la madre de Karol en su lecho de muerte. Kenia no dejaba de mirarme desde el asiento que había elegido en las bancas sagradas de la iglesia. Justo en ese momento aproveché que estaba frente a Diosito crucificado en la cruz para agradecerle que las miradas no mataban, porque de lo contrario Kenia hubiera cometido una masacre en mi contra aquel día. Sus ojos penetraban en mí como dos afilados cuchillos cortando mi carne sin ningún tipo de piedad. Por suerte sabía que lo de esa arpía no eran más que simples celos por el hecho que Karol estaba logrando aquello que ella no pudo ni obligando a los hombres. Por un segundo me sentí orgulloso, y sonreí frente a ella para provocar aún más su ira. El señor Thorme la entregó en mis manos sin poder evitar comenzar a llorar como un niño. Todos rápidamente corrieron hasta él para ofrecerle un pañuelo con el cuál pudiera enjugar sus lágrimas. Es increíble como el dinero no puede salvar a un niño de la pobreza, pero si puede comprar la dignidad de los hombres. Muchos se peleaban por ser aquel hombro en el que el multimillonario señor Thorme apoyara su cabeza para llorar de alegría mientras observaba a su pequeña Karol casarse justo frente a sus ojos.

— ¡Ya estamos aquí! Todo esto parece un sueño. Se me hace imposible creer que esto realmente esté pasando. ¿Estás lista para esto? — pregunté susurrando en baja voz mientras que juntos observábamos todo lo habíamos logrado provocar con este matrimonio arreglado que nos disponíamos llevar a cabo.

— No creo que exista un solo ser sobre todo el planeta tierra que se encuentre preparado para hacer algo así, pero es como tú dices... "Ya estamos aquí", es hora de continuar con toda esta locura. Creo que tienes mucho que ofrecerle al buen primo Edrian. Fue precisamente él quién terminó de convencerme para que aceptara esta demencial propuesta de un matrimonio arreglado. Sin embargo creo que estamos bien, no veo que podría salir mal — aseguró Karol caminado junto a mí mientras también susurraba en baja voz para que fuera única, y exclusivamente yo en único en escucharla.




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