Necesitaba un respiro luego de esa ceremonia tan intensa. Pasar casi dos horas frente a un cura fingiendo ser el hombre enamorado perfecto era realmente agotador. El rostro me dolía de tanto sostener esa falsa expresión de felicidad. Solamente necesitaba el momento ideal, el descuido de la atención que me estaban poniendo, para desaparecer un rato, y descargar toda esa presión que sentía sobre mis hombros. Apenas finalizó el casamiento, todos los invitados cayeron sobre Karol pidiendo tomarse una fotografía con la novia. De inmediato se aglomeraron todos sus familiares en una verdadera multitud que exigía retratarse con la hermosa nueva esposa del señor Blanco. Sin duda ellos parecían estar mucho más emocionados que nosotros. Al menos eso me dió ese anhelado momento perfecto para escabullirme, y salir de ese salón dónde podía sentir que me asfixiaba. Caminé rápidamente para entrar en uno de los innumerables baños que había en la mansión. Finalmente pude sentir un poco de quietud. Era tranquilidad que no había podido sentir desde que llegué a la propiedad. Respirar profundamente fue tan relajante para mí en aquel momento. No podía creer que lo había logrado. Me sentía tan orgulloso de mí mismo. Ahora solamente hacía falta adoptar al pequeño bebé, y misión cumplida. Luego de eso podríamos divorciarnos automáticamente. El baño era increíblemente elegante. Contenía lujos extremadamente exagerados para un simple tocador de invitados, la decoración resultaba impecable. Sentí como la puerta se abría a mis espaldas, y una persona ingresaba. Pude ver a través del reflejo en el espejo frente a mí que se trataba de mi nueva cuñada, Kenia Thorme. No podía ser coincidencia que existiendo decenas de baños, entrara casualmente al mismo donde me encontraba tomando tranquilamente un respiro de toda la presión que esta boda ejercía sobre mí.
— ¡Cuñado! ¿Respirando un poco? No es fácil fingir todo el tiempo, ¿Verdad? Déjame que adivine. Seguramente pensaste que todo sería muy sencillo. Llegar a la mansión de unos acaudalados millonarios, vivir un tiempo con ellos, hacerse pasar por el repentino novio de Karol que apareció inexplicablemente por arte de magia, y quedarse con toda la fortuna sin que nadie pudiera notar que todo era una farsa. ¿Ahora te das cuenta que no es tan sencillo como lo imaginaste verdad? Lo sé... Sé perfectamente lo que estás pensando, ¿Sabes porqué? Porque lleve meses queriendo hacer exactamente lo mismo que ustedes. ¿Arreglar un matrimonio fingido para heredar una infinidad de millones de dólares? Eso es el sueño de cualquier persona en el mundo. Lamentablemente no encontré a un idiota con los cojones bien puestos para atreverse a hacerlo, pero Karol sí. Me ganó en buena ley. Supongo que no me queda de otra, y ser buena perdedora. El problema es que nunca fuí una buena perdedora. Mi madre desde niña me enseñó a conformarme solamente con la victoria, y si no pude casarme antes que Karol, entonces haré lo imposible para demostrar la farsa que es su matrimonio. Cuando consiga exponer el gran delito que ustedes han cometido estafando de esta manera, no solamente conseguiré que vayan a la cárcel, sino que también tendré una nueva oportunidad para ser yo la que se quede con todo — Kenia ofrecía su diálogo villanesco mientras caminaba, y comenzaba a lavarse las mano en el grifo del lavamanos.
— ¿Qué haces aquí, Kenia? — pregunté tratando de fingir me ofendía todo lo que estaba diciendo. Jamás podía aceptar que ella decía exactamente la verdad.
— Para tu información, todos los baños de la mansión son unisex. Son mixtos, lo pueden usar tanto hombres, como mujeres. Eso lo sabrías, claro, si fueras quién realmente dices ser. Pero aquí ambos sabemos que no eres el hijo de importantes empresarios. Seguramente eres algún loco que Karol recogió del país dónde nació. Que triste tener que recurrir a algo tan bajo, aunque no la culpo. Se haberlo pensado primero, lo hubiera hecho sin dudarlo ni siquiera un segundo. No seré cruel contigo, solamente sincera. Es una vergüenza estar ligada a una persona como tú, aunque sea por una mentira. Es degradante que mi apellido, siendo uno de los más importantes, respetados, y distinguidos del mundo, tenga que verse manchado de esa manera, pero también acepto que estás buscando una fortuna que es la fantasía cumplida de cualquier estafador en el mundo. ¿Sabes a cuántos hombres le ofrecí hacer lo mismo que estás haciendo tú? — Kenia continuaba atacándome con esa actitud pasivo agresiva que siempre la caracterizaba. Siempre buscando el momento adecuado para escupir su veneno. Estaba logrando ponerme nervioso, tal y como ella lo deseaba. No podía caer en su juego, debía mantenerme firme en mi posición de negarlo todo. A fin de cuentas, Kenia tenía todas las de perder. En un juicio cara a cara, sería mi palabra contra la suya. Esa misma palabra que la antecedía toda una mala reputación de ser vil, mentirosa, y manipuladora. Solo tenía que seguir cuidándome de no darle alguna prueba que pudiera usar en mi contra. No sabía si tal vez podría estar grabando esa conversación. Fuera como fuera no iba a caer en su juego.
— No tienes una idea de lo equivocada que estás, Kenia — dije en tono muy dramático quebrando mi voz haciéndole creer que iba a llorar — No sabes lo mucho que me he esforzado para carros bien a todos. Desde que llegué aquí, parece que solo soy una carga para tu familia. He intentado cambiar mis costumbre, y mi forma de ser para que me puedan aceptar en su círculo social, aún así siento que mis esfuerzos son envano. ¡No es justo! Yo quiero que solamente me vean como uno más de ustedes, tomarnos de la mano, y que cante una canción como bienvenida a su familia. ¿A caso es mucho pedir un poco de amabilidad? Únicamente recibo insultos, insinuaciones de que soy un mentiroso ladrón, y ofensas acerca de mi color de piel. ¡Ustedes son muy crueles! — abanicaba mis manos fuertemente frente a mi rostro simulando que estaba evitando la salida de mis lágrimas.