Manuela romana mi corbata para comenzar a tirar de ella dirigiendo el comino que debía seguir como si yo fuera una especie de perro con la única obligación de obedecer todas las órdenes que aquella hermosa mujer de curvas perfectas me diera. Ella supo dirigirme perfectamente al escenario subiéndome hasta la tarima mientras todos los demás invitados solamente veían impresionados por el atractivo espectáculo. Edrian de verdad que se había volado la barda con este regalo. Fuí sentando en la misma silla que Karol ocupó hace apenas unos segundos. No sabía lo que Manuela tenía en mente, pero sin duda sería algo magnífico. Ella empezó por desvestirse frente a mí de manera muy sensual quitándose cada prenda que ya de por sí cabe la pena resaltar, dejaban muy poco a la imaginación. Las prendas de vestir comenzaban a llover sobre el escenario dejando a todos atónitos, incluyendo al padre de Karol que no podía evitar que sus ojos se sobresaltaran de forma exagerada mirando aquel monumento de mujer sobre la tarima de su salón de fiesta. Sin embargo no había nadie en toda la fiesta que estuviera disfrutando más aquel show que yo mismo. Estaba en primera fila, en vivo y directo para observar su desnudez a escasos centímetros de mí. Personalmente creía haber entendido que este tipo de bailarinas no tenían permitido tocar a los invitados del evento bajo ninguna condición, pero creo que Manuela estaba haciendo una pequeña excepción conmigo. La bellísima chica se sentaba en mi regazo para menear su cadera de una manera descontrolada. No pensé que un ser humano pudiera moverse de ese modo. El señor Thorme derramaba gotas de saliva mientras babeaba admirando la técnica especial de la sensual Manuela. Inmediatamente se transformó en nuestra ídolo, y nosotros éramos sus delirantes fanáticos.
— ¡Eres muy buena en lo que haces! — dije cerca de su oído mientras ella yacía sobre mí bailando al ritmo de la música sensual.
— ¡Gracias! Eso se debe a que lo estoy haciendo con mucha inspiración, inspiración que me produces tú — De verdad que no lo podía creer. Manuela estaba coqueteando conmigo en pleno show, ¿O yo estaba malinterpretando las cosas? Debía seguir diciéndole cosas al oído hasta estar completamente seguro.
— ¡Oye! Creí que ustedes no tenían permitido tocar a los clientes, pero tú ya me has tocado, y sentido absolutamente todo lo que tengo para ofrecerte — susurraba en su oído para que ella comenzara a erizarse automáticamente.
— ¡Tienes razón! No tenemos permitido tocarlos, pero la verdad es que tú me has gustado muchísimo desde la primera vez que te ví. Es por ello que me estoy disfrutando este baile al máximo — Manuela estaba diciendo la verdad, o sinceramente era una actriz increíblemente maravillosa.
— ¿Y no te da miedo que Manuel se pueda poner celoso? Yo lo haría si mi pareja estuviera bailando así encima de otra persona que no fuera yo — exclamé con algo de miedo a que ese enorme fortachón quisiera buscarme pelea considerando que le estaba faltando el respeto a su novia.
— ¿A quién te refieres? ¿Te refieres a Manuel? — Manuela reía claramente mientras continuaba con su baile erótico como toda una profesional — No seas estúpido, Manuel es mi hermano. Además es homosexual, y no se mete para nada en mis aventuras. Él sabe perfectamente que soy amante de las cosas prohibidas.
— ¿Cosas prohibidas? ¿Te estás refiriendo a mí? — pregunté sorprendido al confirmar que efectivamente, Manuela estaba coqueteando conmigo.
— ¡En especial las personas ajenas! ¿Sabes? Siempre he tenido la fantasía tener una aventura con alguien en el día de su boda.... Pero no lo sé, tú pareces ser muy cobarde — Manuela expresaba de la manera más provocativa posible haciendo que mi mente se dañara automáticamente.
— ¡Te equívocas! De hecho, acabas de dar justamente con el hombre más indicado para cumplir esa pequeña fantasía que siempre has tenido. Seguramente no lo sabes, pero la novia y yo realmente no tenemos absolutamente nada. Todo es fingido. Ni siquiera somos amigos, pero eso no quita que hoy es el día de nuestra boda, así que tú decides. Podemos cumplir la fantasía del otro, o puedes dejar estar oportunidad sin saber sin siquiera si volverás a tener una igual en toda tu vida — Confesé siendo muy sincero para que esa hermosa mujer accediera a escaparse conmigo. Estaba totalmente loco por ella, y estaba seguro que no era el único, puesto que el señor Thorme seguía botando la baba por la sensual chica que bailaba desnuda sobre mi regazo.
— Así me encantan los hombres, fuertes, valientes, decididos, y que no se dejen dominar por las esposas. Me has convencido, acepto tu propuesta indecente... ¿A dónde iremos? — preguntó Manuela mirándome con esos hipnotizantes ojos que me dejaban también babeando por ella. Era una verdadera suerte que Karol no sintiera absolutamente nada por mí, eso hacía mucho más fácil que esta repentina aventura de una noche, fuera posible junto a Manuela.
— Bueno en ese caso creo que solamente me queda decirte el lugar exacto dónde nos veremos para .... "Cerrar el trato". Saliendo de este salón de festejos, a mano derecha encontrarás un baño. Dentro de ese tocador estaré esperándote dentro de cinco minutos, por favor no vayas a tardar porque no puedo durar mucho tiempo desaparecido de la celebración, eso sería muy sospechoso — dí las indicaciones a Manuela de dónde nos veríamos, y como debía llegar a ese lugar. Ella acepto gustosamente con una sonrisa gigantesca en sus labios. Luego de eso dió por finalizado el show publico, para que el show privado pudiera dar comienzo.
— ¡Señoras y señores! Un fuerte aplauso para la hermosa Manuela — gritaba Manuel tomando el micrófono estando parado justamente en el centro de la tarima.
Rápidamente gané el descuido de todos para escabuirme hasta el baño dónde habíamos pactado ese encuentro clandestino entre Manuela y yo. Exactamente cinco minutos después llegó la sensual Manuela tal y como lo acordamos. No podía creer que finalmente podía tenerla en privado para mí solo. Comencé a besarla con mucha lujuria, como si fuera un sediento, y sus labios fueran exquisita agua fresca. Mis manos estaban por todos lados, y justo en el momento más cumbre de la situación escuché como tocaban la puerta.