La puerta de ese baño se estremecía cuando el señor Thorme, quién casualmente acababa de convertirse en mi suegro hace unas horas, golpeaba con fuerza. ¿Cómo demonios podía explicar que estaba encerrado en un baño junto a una bailarina nudista justamente en el día de la boda? Ciertamente a Karol le valía un cacahuete con quién tenía relaciones sexuales, pero que mi suegro me encontrara con las manos en la masa, si que sería la metida de pata del siglo. Cada vez golpeaba con más fuerza e intensidad. Comencé a ponerme nervioso cuando me puse a sacar conclusiones apresuradas en mi mente ¿Y si el señor Thorme me vió entrar con Manuela al baño? ¿Qué pasa si a Manuel se le fue la lengua, y habló de más con alguien en la fiesta? Fueron momentos de angustia en los que me puse paranoico.
— ¡Vamos Ander! Abre la puerta. Necesito hablar contigo — insistía el señor Thorme, no sabía que hacer. Era realmente irónico que luego de haber pasado tantas cosas, luego de estar tan cerca de esos millones de dólares, ahora los fuera a perder por calenturiento. Necesitaba inventar una buena excusa para salir de ese tremendo embrollo, la tenía muy difícil, y tampoco se me ocurría absolutamente nada.
— Creo que debíamos confesar todo. No tienes escapatoria, te han pillado siendo infiel el mismo día de tu boda. Es es es muy bajo — sugería Manuela haciéndome dudar un poco acerca de su estado mental.
— ¿Te has vuelto completamente loca Manuela? Mejor cállate que no me dejas pensar... Entra al baño, sube muy bien los pies al inodoro, y por amor a Dios, no vayas a hacer ningún tipo de ruido. Voy a dejar entrar a mi suegro, tú solamente guarda silencio por cinco minutos, ¿Puedes? — susurraba en baja voz para darle indicaciones a Manuela de lo que debía hacer para que pudiéramos al menos intentar salir de allí con vida. Solo teníamos una oportunidad, y era de vital importancia que el señor Thorme no sospechara en lo más mínimo que ella se encontraba en el baño junto a mí.
— ¿Estás seguro? Creo que es un muy pésimo plan. Debías aceptar que estás perdido, y entregarte — Manuela comenzaba a asustarme con esas cosas que decía ¿Cómo diablos puedes pensar en renunciar a millones de dólares así, cómo así? Yo haría todo lo que fuera necesario para salir de allí muy bien parado. Al menos valía la pena intentarlo.
— Solamente confía en mí ¿Si? Entra allí, y cierra el hermoso pico que tienes. Ya veo que todo lo que tienes en belleza te falta en cordura — dije mientras técnicamente la empujaba para hacerla entrar rápidamente en la caseta del baño, esa parte dónde estaba el inodoro. Manuela subía los pies sobre ese retrete, y de esa manera yo suspiraba profundamente para tomar serenidad. Era hora de abrir la puerta, y enfrentar al señor Thorme y lo que sea que tenía para decirme.
— ¡Señor Thorme! ¿Qué extraño que quiera hablar conmigo aquí en el baño? ¿No le parece algo un poco informal? ¿Porqué no esperar a que regresara hasta la fiesta? — pregunté tratando de disimular lo extremadamente exaltado que me encontraba, tratando de negarle al mundo esas miles de gotas de sudor que corrían por mi frente.
— ¡Ander! Necesitaba preguntarte algo con mucha urgencia, es algo que me avergonzaría mucho si mis hijas lo llegasen a saber. Es por eso que esperé hasta que estuvieras solo para preguntarte entre hombres, ¿ Y qué mejor lugar que un baño para esconder un secreto? — dijo el señor Thorme sin siquiera imaginar cuánta razón tenía, de hecho, yo estaba escondiéndole un secreto gigantesco justo en sus narices.
— ¡Si! Tiene mucha razón en lo que dice, señor Thorme. Los baños son perfectos para guardar secretos, y si claro. Por supuesto que puede preguntarme lo que desee, para eso somos suegro y yerno. Ahora somos familia, y entre la familia puede haber toda la confianza del mundo — dije nerviosamente mientras me daba cuenta que Manuela había dejado una de sus prendas sobre el mesón de los lavamanos, rápidamente disimulé como pude para ocultarlo con mi cuerpo, y de esa manera evitar que el señor Thorme lo pudiera ver.
— ¿Tú viste a la chica que trajo Edrian para que animara la fiesta bailando? ¿Viste el descomunal trasero que tenía? Es decir, sé que lo viste porque incluso te tocó bailar con ella, me refiero a sí llograste detallarla bien. ¡Porque yo si lo hice! Ese cabello, ese cuerpo escultural, esa manera tan sensual de moverse a la hora de bailar, Ander.... Creo que me enamoré de esa striper — confesó el señor Thorme haciendo que Manuela dejara escapar una leve sonrisa que apenas pudo escucharse de forma muy baja, así que pude lograr disfrazarlo tosiendo fuertemente. De esa manera el señor Thorme jamás notó que esa striper, de la que el aseguraba haberse enamorado, estaba sobre el retrete a su derecha porque acababa de escaparse de la fiesta para tener una aventura amorosa con su yerno.
— ¡Me parece perfecto, señor Thorme! De verdad que tiene usted un ojo clínico para fijarse en mujeres magníficas, y de verdad que si pude bailar con ella, me pareció una muchacha muy decente. Opino que si usted la invita de manera educada, forma, y decente, ella aceptaría tomar un café con usted sin ninguna duda — aseguré siendo lo más directo que pude para hacerlo salir de allí rápido, los nervios estaban devorando la poca tranquilidad que me quedaba.
— ¿De verdad lo crees, Ander? — preguntó muy ilusionado.
— No tengo la menor duda, señor Thorme. Solamente debe tener confianza en sí mismo, y por sus hijas no se preocupe que de mi boca no saldrá la más mínima palabra, yo soy una tumba — ya no hallaba que decir para que finalmente se marchara.
— ¡Perfecto! Eso es lo haré entonces, ya mismo la buscaré, y le voy a invitar un café caballerosamente, pero antes debo visitar el valor rápidamente — confesó.
— !No señor Thorme! ¡No puede entrar allí! — grité tomando su brazo justamente antes de que abriera la puerta — Es que acabo de salir de allí con una fuerte diarrea explosiva provocada por la comida condimentada. Debe creerme cuando le digo que es por su bien que necesita ir a otro baño.