Matrimonio Arreglado

Más respeto, por favor

Esa tarde las cosas en la mansión estuvieron un poco agitadas. Manuela comenzó a recorrer las instalaciones del lugar con su ropa vulgar y llamativa. Todo se salió de control cuando Kenia le veía repentinamente por el pasillo, lo que le provocó el susto de su vida. Ellos estaban acostumbrados a ver solamente personas elegantes disfrutar de las maravilla arquitectónicas que puede ofrecer la propiedad de los a acaudalados millonarios. Kenia automáticas sabía que todo era obra de su padre. Era increíble pensar que luego de dar su palabra, ahora estuviera rompiéndola de esa manera tan baja. Manuela comenzaba a sentir toda una diva caminando felizmente por cada rincón de la mansión sin importarle a quién pudiera incomodar su presencia ese día. Aunque para ser sincero, los empleados estaban completamente felices de la exhibición que esta señorita les estaba ofreciendo. Al percatarse que los amables caballeros que trabajaban para su "novio" la estaban admirando con deseo desde sus puestos de trabajo, ella muy cordialmente tomaba la iniciativa de agacharse para atar las agujetas de sus zapatos, dando un excelente panorama con repetición incluida. Manuela era un alma libre que expresaba su sexualidad abiertamente. Le encantaba ser deseada por los hombres sin importarle la condición sentimental de nadie, pero incluso hasta una stripper era capaz de darse cuenta que no podía dejar pasar esa oportunidad por nada del mundo. No todos los días un empresario multimillonario con pocos años restantes de vida, se fija en tí. Así que Manuela estaba completamente decidida a hacer lo que fuera necesario para terminar de recorrer las bases con el señor Thorme. Ella pondría a trabajar todos esos años de experiencia seduciendo hombres para conquistar totalmente el corazón del papá de Karol. Esto era algo que claramente las señoritas Thorme veían con muy malos ojos. Es que el interés desmedido de Manuela podía verse desde kilómetros, y ellas no iban a permitir que una vulgar mujer llegase para arruinar el patrimonio de su padre con sus intenciones poco honestas. Era por eso que Kenia se dirigía automáticamente hasta la oficina de su padre para comenzar el reclamo del siglo. Golpeaba con fuerza la puerta del despacho dónde su padre se hallaba revisando algunos papeles.

— ¿Quién es? ¡Dije claramente que no quería ninguna interrupción! — gritaba el señor Thorme muy molesto al ver que su paz era perturbada. Esos papeles que estaba revisando eran muy importantes, y por ende necesitaba total concentración. Lo que no se imaginaba era que la persona del otro lado de la puerta no era ninguno de sus empleados. Se trataba nada más y nada menos que su hija mayor, esa que venía con intenciones de armarle un verdadero escándalo.

— ¡Abre esa puerta inmediatamente, papá! ¡Tenemos que hablar ya mismo! — Kenia con toda la autoridad del mundo esperaba de brazos cruzados, y una expresión de pocos amigos parada frente a la puerta del despacho dónde su padre se encontraba.

— ¿Esto es en serio, Kenia? — el señor Thorme refunfuñaba muy molesto mientras caminaba de igual manera para abrir las puerta. No importa que edad tuviera, ni en que condición se encontraran. Para el señor Thorme, su su hijas siempre serían las reinas de su vida. Sin embargo mucho veces en la vida las cosas no salen como nosotros queremos, o esperamos. Kenia Thorme estaba a punto de entender que jamás se puede cuestionar las obras de un sujeto enamorado. Simplemente las personas no razonan de forma sensata, y lo peor es que muchos se ciegan a pesar de las múltiples ocasiones en que les avisaron el gravísimo error que están están cometiendo — Espero seas rápida, y directa con lo que me vas a decir. Estoy en una tarea muy importante, con unos papeles muy importantes. En pocas palabras, no cuento con mucho tiempo, debo regresar rápidamente a mi puesto de trabajo, así que sé corta y precisa por favor — Luego de abrir la puerta, el señor Thorme regresaba a su asiento mientras que su hija Kenia ingresaba al despacho caminando detrás de él. Ella admiraba con asombro sarcástico como su padre de comportaba con esa altanera, y refunfuñando en voz alta.

— ¿Es en serio? ¿Es en serio? Eso debo preguntarte yo a tí, papá. ¿Es en serio que dejaste entrar a esa loca a la mansión? — Kenia descargaba toda su ira en una pregunta.

— ¡Más respeto, Kenia! Más respeto para con ella. Mira que muy bien podría llegar a ser tu próxima madrastra — aseguró el señor Thorme exigiendo que se le diera el respeto que según él pensaba que Manuela merecía.

— ¡Esto es el colmo! Sinceramente ya no te reconozco, papá. ¿De verdad tienes pensado andar con esa stripper de quinta? — insistía Kenia.

— ¿Andar? No hija, no estás entendiendo. Yo le voy a proponer matrimonio. Y por cierto, esa stripper de quinta, como tú le llamas, tiene un nombre aunque no lo creas. Se llama Manuela, y estoy profundamente enamorado de ella — confesaba el señor Thorme fuertemente con la intención de ser claro.

— ¡Eso es aún peor! Esa mujer solamente se está aprovechando de tí, solamente quiere tu dinero. Es una verdadera caza fortuna. Literalmente hace lo que sea por dinero. ¿Cómo puedes fijarte en una persona así papá? ¿Al menos te has puesto a pensar que dirá la alta sociedad de tí cuando te vean con esa mujerzuela? ¿Has pensando en lo mal que nos dejarías a Karol y a mí? ¿Qué dirán de las mujeres de la familia cuándo la esposa del señor de la casa es una cualquiera? Estás profanando el honor de nuestras madres que fueron mujeres decentes y buenas. ¿Te has vuelto completamente loco? — Kenia se llevaba las manos a la cabeza al escuchar las disparatadas locuras que su padre decía, locuras que él realmente creía.

— Eso lo dices de todo mundo, Kenia. Lo mismo dijiste de Ander cuando llegó para pedir la mano de tu hermana. Así eres tú, solamente ves el lado deplorables de las cosas aunque no sean ciertas. Te da igual la felicidad de tu padre, solamente piensas en la opinión de los demás, te importa más tu reputación, guardas las apariencias. Ni siquiera te has tomando la molestia de conocer mejor a Manuela para cerciorarte que lo que estás diciendo es cierto. Me cansé de vivir haciéndola felices a ustedes, hoy en decidido que mi felicidad también vale, también importa, y es porque que me casaré con Manuela pase lo que pase — Sentenció rotundamente el señor Thorme colocando punto final a aquella discusión.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.