Matrimonio Arreglado

Reconciliación

Los potentes golpes resonaban en la puerta haciéndome creer que en cualquier momento la haría caer al suelo. No podía creer que me hallara en ese tipo de situaciones de un momento a otro. Hace unos minutos estaba tranquilamente en mi casa, y ahora me encontraba corriendo peligro de muerte si ese hombre me descubría en su casa, en su cocina, y con su mujer. La vecina también parecía estar desesperada, obviamente no esperaba que su marido regresara tan pronto.

— ¿Cómo diablos se te ocurre traerme a tu casa justo cuándo tu esposo estaba por regresar? ¿Qué demonios sucede contigo? ¿Quieres que nos maten o qué? — pregunté muy molesto aunque hablaba a regañadientes para evitar ser escuchado.

— No tengo la menor idea de qué hace acá a esta hora. Se supone que debía llegar en la noche cuándo saliera del trabajo — aseguró ella con nerviosismo casi comiéndose las uñas.

— ¡Me dieron la tarde libre por un fuerte dolor de estómago que presenté repentinamente! — gritó espontáneamente el esposo de la vecina quién seguía golpeando la puerta a la espera de que esta fuera abierta.

— ¿Ahora que vamos a hacer? — pregunté muy preocupado al percatarme que no había una ventana lo suficientemente ancha para que pudiera escapar.

— ¡Ya sé! Entra al armario. Yo haré todo lo posible para distraerlo, y que de esa manera puedas escapar rápidamente. Voy a dejar la puerta abierta — indicó la vecina pausadamente en voz baja.

— ¡Por amor a Dios! Abre la puerta, mujer. Necesito usar el retrete urgentemente — gritaba el esposo mientras yo entraba al pequeño armario doblando mis rodillas al máximo para poder entrar.

— ¡Voy! Un momento — la vecina abrió la puerta dejando pasar a su esposo quién tenía mucha urgencia de usar el tocador.

— ¿Qué estabas haciendo? ¿Se puede saber porque tardaste tanto en abrir la puerta? — preguntaba el esposo gritando mientras corría al inodoro.

— Estaba organizando algunas cosas, además no te esperaba a esta hora. Por eso no escuché cuándo tocaste a la puerta — respondía esa mujer mientras me indicaba con su que yanpodía salir.

Hasta el sol de hoy no comprendo como demonios hice para levantarme tan rápido tomando en cuenta la forma en la que estaba agachado. Con ese mismo impulso comencé a correr para salir de esa casa atravesando la entrada principal con una velocidad en la que no había corrido jamás. No volví la mirada atrás en ningún momento, y me prometí a mí mismo no regresar a esa vivienda nunca más, sin importar lo atractiva que fuera la vecina. Mis riesgos eran realmente muchos. No solamente me exponía a recibir una fuerte tunda, sino que también un escándalo de ese tipo podría costarme toda la herencia Thorme.

Regresé al infierno que se había convertido la casa que compartía con Karol. Al ver el rostro de Kenia recordé porque no quería estar en ese lugar. Por un momento comencé a pensar que no estaría tan mal que ese hombre me matara, al menos me ahorraría este martirio. Llegué justo a la hora de la cena. Karol preparaba la mesa dulcemente mientras que su hermana Kenia esperaba la comida dulcemente sentada exactamente en mi asiento favorito. Lamentablemente no me quedó otra opción que sonreír y tomar otra silla frente al exquisito plato excelentemente servido. Mis mejillas comenzaban a doler luego de fingir tantas sonoridad forzadas cuándo cruzaba miradas con esa bruja. Sin embargo pensar en esos millones de dólares siempre me daba las energías que necesitaba para aguantar cualquier tempestad.

— Y cuentame, Ander. ¿Ya te acostumbraste a la vida de casado? ¿Qué tal es ser el esposo de mi hermana? — Kenia preguntaba repentinamente justo cuándo Karol se nos unía en la mesa para comenzar a comer.

— ¡Aaammm! ¡Excelente! Conocer a esta mujer ha sido una verdadera bendición. Estoy más enamorado que nunca. Cada día junto a ella es como.... Un mágico cuento de hadas dónde yo soy el afortunado protagonista que se lleva el magnífico final feliz — respondía de la manera mas cursi y melosa que se pudo haber ocurrido. Incluso mis dientes comenzaron a doler, seguramente me produje un par de caries yo mismo con esas empalagosas palabras.

— Es curioso, ¿Sabes? Cuándo llegué podría jugar que ví una cama improvisada acá afuera en la sala, sobre el mueble para ser más específica. Luego al entrar en la habitación de Karol, pude notar que solo había una almohada. Lo que quiere decir que claramente han estado durmiendo por separado. Claramente la historia que me cuentas, se escapa un poco de la realidad. ¿Cómo es que un matrimonio feliz puede estar durmiendo en camas separadas? ¿Me podrías explicar eso? — debí haberlo sabido. Esa arpía solamente hacía preguntas retóricas con cierta malicia detrás de cada una. No podía dejar que me oyera tartamudear, o dudar mientras pensaba en una buena respuesta. Debía convencerla de una manera rotunda y sin trabas.

— Por supuesto, querida cuñada. Como podrás entender, todas las parejas tienen diferencias, y mucho más cuándo comienza a convivir juntos. El choque de costumbres es algo bastante problemático que puede ocasionar horrendas peleas. Anoche tuvimos una pequeña discusión por algo estúpido. Algo tan insignificante, que incluso ya lo olvidé. ¿Porqué fue la pelea, mi amor? — pregunté dirigiéndome a Karol.

— Por la tapa del retrete — respondió con rabia, y com cara de pocos amigos mirándome repentinamente como si tuviera ganas de asesinarme.

— ¡Si! ¡Si claro! Eso. Pero lo importante es que nos amamos muchísimo, y que el amor terminó imponiéndose ante cualquier tipo de pelea. Esta misma mañana antes de que tú llegaras, ya nos habíamos reconciliado — aseguré riendo nerviosamente esperando que esa arpía pudiera tragarse mi enorme mentira.

— ¡Oye que bueno! No sabes cuánto me encanta escuchar eso. De verdad que amo esas cosas en las relaciones. Eso quiere decir que esta noche habrá reconciliación. Me parece perfecto que esas cosas pasen para reforzar los lazos de la unión matrimonial. Les prometo que trataré de dormirme temprano para no escucharlos teniendo sexo toda la noche como conejos. Seguramente deben de estar muriéndose de las ganas el uno por el otro... ¿No es así? — preguntaba Kenia tratando de ponernos a prueba. Era claro que ella buscaba la manera de desmentir nuestro matrimonio, mientras que Karol y yo nos veíamos mutuamente al rostro tratando de disimular nuestra preocupación... ¿Y ahora que hacemos?




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